domingo, 8 de julio de 2012

Palabras muy urgentes


Por: Evaristo Augusto Chunga Zapata (*)

Hemos nacido en el Perú, país latinoamericano, subdesarrollado (para los “líderes políticos” en vías de desarrollo, o países emergentes), con gobernantes enclenques y mediocres, con una  clase política en ruina mental, una incertidumbre fabulosa y la mierda extendiéndose vertiginosamente a lo largo y ancho del país, pues por donde pongamos el dedo, brotará el pus.

He vivido décadas y todo este tiempo siempre el pueblo peruano exigió acabar con la corrupción, con la injusticia, el abuso, la impunidad, pero la situación es peor, los males del país se han ampliado, son más profundas originando indignación y por supuesto desconfianza y desesperanza.

Por un lado tenemos los jaleos políticos, domésticos con sus líderes torpes e ignorantes pretendiendo desestabilizar la democracia del cual ellos participan y defienden y de otro lado la mano sucia de los grupos de poder económico, manejando a su antojo al pueblo peruano.

Los partidos tradicionales, y los “nuevos” partidos cuyos miembros son los mismos que militaron en otros partidos de izquierda tradicionales, a los que se suman, los partidos políticos que pretenden constituir aquellos que acabaron con la vida de centenares de miles de peruanos y peruanas en nombre de la “guerra popular” pero al igual que los reptiles han  “mudado” de piel y se ponen de acuerdo a escondidas en contubernio, con algunos miembros del Ministerio Público, Poder Judicial, Tribunal Constitucional, Fuerzas Armadas y Policiales, Iglesia Católica, Partidos Políticos, para que defiendan sus intereses mezquinos. Por supuesto que todo aquello hace la hora irrespirable, ha sofocado a muchos peruanos y peruanas.

En esta época caótica llena de desfallecimientos y omisiones la toma de situación y conciencia es ineludible. Es necesario manifestarnos como personas libres, con una nueva responsabilidad, con una nueva actitud ante el acto creador, ante los hechos derivados de una realidad con la que no estamos de acuerdo.

Estamos atentos a lo que se está haciendo en nuestro país. Queremos cambios profundos, conscientes de que todo lo que viene es irreversible porque el curso de la historia es incontenible y en América Latina y en los países “emergentes” (antes se les denominaba del tercer mundo) se encaminan a lograr equidad, igualdad en sus pobladores. Entonces, cojamos todos y todas las segadoras y limpiemos los escombros, pues se nos ha entregado la misión de construir una nueva sociedad.

Creemos el deber de expresar las circunstancias presentes sin contemplaciones, porque es hermosa y ardua la tarea que abarca ser sincero con uno mismo. Siempre ha sido fácil establecerse en lo que ya está hecho en plan de observador indiferente que se omite. Pero ahora es preciso propiciar los hechos participando en su realización.

En este nuestro país, siempre han existido los fracasados, los que muestran una ignorancia descomunal, con resultados espantosos y que sostienen este sistema injusto que se cae a pedazos.  Se ejercita el silenciamiento, la confusión, la venganza política y la degradación perversa.

Todas aquellas generaciones bastardas han encontrado este panorama que hoy observamos y con su silencio, su cobardía y su reverenda flojera para la investigación o el estudio se ayudó para que nada cambiara. Solamente se hizo el intento de querer cambiar el sistema a consecuencia de masturbaciones mentales, de lucubraciones, de gritos histéricos o cosquillas para contentar a los gobernantes.

Frente a esta situación proponemos un cambio de mentalidad en los peruanos y peruanas y esto pasa por priorizar la educación, una educación para la vida, para la familia, para el trabajo, para el servicio a todos y todas sin distinción de nada.

Que la educación  constituya una lucha viviente, que no escape nada en nuestro trayecto de hombres momentáneos en la tierra. Creemos que el acto creador exige una inmolación de todos los días. Definitivamente deben terminar los líderes místicos, bohemios, inocentones, engreídos, locos o cojudos.

Necesario es pues dejar las nubes en su sitio. Si somos iracundos es porque esto tiene dimensión de tragedia.  A nosotros se nos ha entregado una catástrofe para poetizarla, para transformarla. Se nos ha dado esta coyuntura histórica para culminar una etapa lamentable y para inaugurar otra más justa.

Somos peruanos, con los testículos y la lucidez que no tuvieron muchos que nos antecedieron. Tenemos también un poderoso deseo de permanecer libres, con una libertad sin alternativas, que no vacile en ir más allá, para que esto siga siendo lo que es: un solitario y franco proceso de ruptura.

(*) Licenciado en Periodismo
      Ing. Agrónomo
      Br. Educación

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