jueves, 28 de febrero de 2013

REVOCACIÓN: LO QUE ESTÁ EN JUEGO


Por: Francisco Tudela

La votación del 17 de marzo, para decidir si se revoca o no a la alcaldesa Susana Villarán, es el primer movimiento hacia grandes cambios políticos nacionales. Hoy, nada es más importante, a escala nacional, que la votación para la revocatoria de la alcaldesa Susana Villarán.

La Alcaldía de Lima es la plaza política más importante del país, después de la Presidencia de la República. La ciudad capital tiene más de ocho millones de habitantes y sin el voto de sus habitantes ningún candidato puede ganar las elecciones del 2016.

Susana Villarán, la ocupante de la Municipalidad de Lima, representa a la izquierda marxista. Su apariencia setentera evoca tanto al hipismo criollo, como a aquella colaboración activa del comunismo peruano con la antidemocrática dictadura militar de 1968 – 1980, la mal llamada “Revolución de las Fuerzas Armadas”, dirigida por el general Velasco.

Susana Villarán también evoca algo más reciente, como es el entusiasmo de la siniestra por “La Gran Transformación”, ese plan de gobierno absurdamente setentero y velasquista, sacrificado con las justas por Ollanta Humala, mediante una sustitución mágica llamada la “Hoja de Ruta”, gesto de presdigitación que le permitió ganar los votos de la plaza limeña y ser Presidente del Perú.

Si Lima revoca a Susana Villarán, eso significa a primera vista que la mayoría de limeños rechaza una mala gestión edil caracterizada por desastres públicos de gran envergadura, conocidos por todos.

Pero esa es solo una apariencia superficial. Esa hipotética derrota del “No” tendría consecuencias políticas profundas para el futuro nacional, pues lograría la defenestración de la siniestra marxista de la segunda plaza política más importante del Perú, con la consiguiente pérdida de poder y prestigio político de la izquierda.

La principal víctima de la derrota de Susana Villarán, además de ella misma, sería el discurso de la izquierda marxista, el cuál habría sido considerado por la mayoría de los votantes limeños como no digno de crédito.

Este rechazo a la alcaldesa marxista y a sus antropólogos y sociólogos ediles no podría ser pasado por alto por el gobierno del Presidente Ollanta Humala. La hipotética victoria del “Si” sería una luz roja política que detendría los deseos del ala radical del Partido Nacionalista, que quiere reconducir gradual e imperceptiblemente al Perú a la “Gran Transformación”, setentera, velasquista y también chavista.

Pero examinemos el escenario contrario, que es posible y también debe considerarse. Prevalecería Susana Villarán, triunfaría el “No”; triunfaría la izquierda marxista y se quedaría con la Municipalidad de Lima dos años más, con esa gran plataforma política y tremenda caja de resonancia mediática. Y el discurso de los revocadores quedaría desprestigiado y los revocadores revolcados por la siniestra triunfante.

Lima habría dado crédito al discurso de la siniestra; la plaza clave para la elección presidencial del 2016 sería nominalmente de izquierda, con todo lo que eso implica en términos de trabajo político hacia esa elección. No cabe duda de que el gobierno del Presidente Ollanta Humala también tomaría nota de esa luz verde. Las tentaciones del nacionalismo radical adquirirían visos de posibilidad y apoyos reales.

Eso es lo que está en juego.

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