jueves, 25 de abril de 2013

Alan en su laberinto


Nuestro columnista considera que el líder aprista se encuentra en un grave problema.




 
 
 
 
 
 
 
 
 
Este Búho piensa que ni el propio Alan García es consciente del terrible daño que le provocará a su anunciada candidatura del 2016, el tema de los indultos y conmutaciones de penas durante su segundo gobierno, donde se estima que se le abrieron las rejas a más de 5 mil 500 reclusos, ¡¡400 de ellos sentenciados por narcotráfico!! Hay que comenzar desde el principio.

INDULTOS CLANDESTINOS: Si no fuera porque en el Congreso se formó la llamada “Megacomisión”, para investigar las presuntas irregularidades del gobierno aprista, nunca nos hubiésemos enterado que Alan García indultó y conmutó la pena a tantos sentenciados, entre ellos centenares de narcos. Si hizo una conferencia de prensa, fue porque “la bomba” la soltó el programa “Cuarto poder” y no le quedó otra salida que enfrentar a la prensa y dar su versión. Decir una verdad a medias, es decir, en el fondo, una mentira. Ante el aluvión de críticas por haber abierto las cárceles a 400 sentenciados por narcotráfico, el líder aprista soltó “una partecita de la verdad”. Dijo que algunas indultadas eran de la sierra sur del país, que pasaron droga a cambio de 100 soles y habían dejado en la orfandad a sus hijos. Pero no precisó que también se beneficiaron verdaderos cabecillas del narcotráfico, que operaban en el VRAEM y financiaban el terrorismo. Inclusive, un mafioso peligroso fue liberado, pero al poco tiempo fue capturado en Paraguay en un laboratorio de clorhidrato de cocaína. En esa conferencia de prensa tuvo justificaciones francamente risibles. Remarcó que no se arrepentía de nada “porque se lo había consultado a Dios”. Me sorprende que un hombre de derecho como él pueda escudarse en esa frase que no le servirá de mucho en la “Megacomisión” ni ante un posible tribunal. Cada día salen más casos de narcos reincidentes que se beneficiaron con la conmutación de penas. El escándalo ha llegado a tales proporciones que el controvertido Aurelio Pastor, en cuyo período se dio la mayor cantidad de procesos de liberación, se ha lavado las manos al afirmar que no revisaba los expedientes, que solo los recibía y tramitaba, “como una mesa de partes”. Esto desató la ira de García Pérez, puesto que la responsabilidad final recaería en él, ya que era la “gracia presidencial”. No sorprendería que los parlamentarios apristas “sacrifiquen” a Pastor en favor de su jefe, puesto que el ex ministro tiene “anticuchos”, como haber sido acusado de armar lobbies en el Poder Judicial y el Jurado Nacional de Elecciones para reponer alcaldes vacados. Pero este caso es gravísimo. Este es un escándalo de proporciones. Ni el que invoca a Dios para justificar lo injustificable, ni el ministro que quiere disfrazarse de “secretaria de mesa de partes” podrán evadir su responsabilidad.

Lo cierto es que la primera defensa de Alan García se desmoronó como un castillo de naipes. La realidad demuestra que no se trataba de “simples paqueteros de barrio” o “burriers” que, por 5 mil dólares, recibían excesivas penas. El programa de Rosa María Palacios y ayer Trome presentaron al interno Óscar Benites, narcotraficante e informante que testificó contra el “Lunarejo” Fernando Zevallos. Benites asegura que allegados a la comisión de indultos, durante el gobierno de García Pérez, le pidieron ’10 mil dólares por cada año menos de carcelería. Como yo quería 15 años menos, debía pagar 150 mil dólares”. Esta denuncia es muy grave. Los testigos siguen saliendo y lo que se puede constatar es que esas “misericordiosas gracias presidenciales”, según los testimonios presentados en programas periodísticos, se convirtieron en un millonario negocio. Nadie está condenando a nadie, pero Alan García debería buscar un buen abogado. Esto traerá cola. Ni hablándole a Dios, como dice que hace con frecuencia, hallará una solución para limpiarse de la tremenda responsabilidad política en este supuesto millonario negociado con la libertad de seres humanos. Apago el televisor.

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