¡QUE
PENA SOMOS US$ 6,000 MILLONES MÁS RICOS!
ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI (Investigador UNMSM)
ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI (Investigador UNMSM)
En
la presente coyuntura las decisiones que adopte el gobierno sobre el futuro de
PetroPerú, su fortalecimiento, la modernización de sus unidades y la
integración vertical de sus operaciones para maximizar sus ingresos y
utilidades, colocan el tema energético en el primer lugar de las interrogantes
y preocupaciones por resolver.
Si
se tiene presente que más del 60 por ciento de la energía comercial en nuestro
país tiene su fundamento en el uso de los hidrocarburos (petróleo, gas y
líquidos), sería absurdo y suicida como país persistir en la lógica liberal
donde supuestamente las políticas del “libre mercado” lo resuelven todo. Ello
explicaría que trasnochados comentaristas propongan la peregrina tesis que
“resultaría inmoral que el estado invierta más de 2,730 millones de
dólares en la modernización de la refinería de Talara, cuando esas sumas
podrían invertirse en la lucha contra la pobreza”
Justamente
el asumir la receta liberal nos ha llevado a un entrampe sobre el rol del
estado en el subsector de hidrocarburos y de la energía en general. Así, bajo
el concepto que sin la dotación de energía suficiente no es posible alcanzar ni
asegurar el crecimiento económico con redistribución e inclusión social que es
un objetivo del presente gobierno.
Ello
nos debiera llevar a enfrentar y asumir como país soberano un problema central:
el reto de alcanzar la autonomía energética y preguntarse ¿cuál debiera ser el
rol del estado y de las empresas públicas como PetroPerú?
Me
explico, si de cada tres barriles que procesan las refinerías en el mercado
interno dos barriles son importados, donde sumadas las importaciones de crudo y
diesel 2 con 50 partes por millón de azufre se superan los niveles de 150 mil
barriles diarios, con valores de importaciones que de lejos sobrepasan los
5,800 millones de dólares anuales. Es decir, cada vez se depende más del crudo
y derivados importados que en gran parte se compran a las petroleras estatales
de terceros países.
Alguno
puede sostener que en una economía globalizada lo normal es recurrir al
comercio internacional, al mercado para resolver las limitaciones y la demanda
insatisfecha interna. Allí, hay una distorsión de fondo, pues podemos importar
maquinarias o alimentos, pero depender de las importaciones de hidrocarburos
nos hace más vulnerables, por ello los estados con capacidad propia de
desarrollo se reservan una presencia importante por consideraciones
estratégicas del sector en la matriz energética.
Mientras
se exportan petróleos pesados que no pueden ser procesados por las refinerías
locales, a pesar que los mayores volúmenes de reservas probadas en la selva
nororiental están constituidas por un crudo pesado de un grado de densidad
menor a los 19º API, salvo las reservas del lote 64 recientemente cedidos a
PetroPerú con reservas probadas de más de 55 millones de barriles de crudo
ligero.
También
se exporta gas licuefactado al Asia, EEUU, México, España, donde de los 1,000
millones de pies cúbicos diarios de gas natural que se extraen casi 580
millones de pies cúbicos diarios provenientes del lote 56 están comprometidos
con la exportación y un poco más de 400 millones de pies abastecen el mercado
interno, con una demanda insatisfecha que de lejos supera los 500 millones de
pies cúbicos (consumo eléctrico, industrial y doméstico), si es que de verdad
se pretende la masificación del gas natural.
También
se exportan volúmenes de nafta proveniente de la Planta de Pisco bajo
responsabilidad del Consorcio Camisea y pequeños volúmenes de gas licuado de
petróleo (GLP) más el petróleo residual industrial.
UNA
MALDICIÓN: SOMOS 6,000 MILLONES DE DÓLARES MÁS RICOS
Esto
es lo que habría dicho el ex Presidente Fujimori si replicamos lo que afirmó
cuando en julio de 1998 el Consorcio Shell/Mobil devolvió el lote 88 a pesar de
haber invertido 500 millones de dólares, por priorizar inversiones en Bolivia y
la Rusia capitalista.
Ello
nos debe hacer recordar el retiro del consorcio Shell/ Mobil del lote 88 de lo
que se denominó el “contrato del siglo”. Allí las transnacionales habían
realizado inversiones sobre los 500 millones de dólares, descubriendo reservas
probadas de gas natural superiores a los 9 trillones de pies cúbicos de gas
natural y más de 650 millones de barriles en condensados.
Así,
alimentados por el credo liberal (durante los gobiernos de Fujimori, Paniagua,
Toledo, García) en lugar de fomentar la explotación racional y nacional de las
reservas de Camisea, mediante una participación del estado a través de
PetroPerú y ElectroPerú asociadas al capital transnacional con empresa de
prestigio y espaldas financieras, en la agonía del régimen fujimorista corroído
por la corrupción se tuvo que respetar un contrato en un cuestionado proceso de
licitación que constituye una historia negra que dio partida de nacimiento al
llamado Consorcio Camisea.
Ahora
la historia puede cambiar con la cesión sin costo alguno que ha realizado la
empresa Talisman a PetroPerú con importantes reservas de crudo ligero, bien se
puede afirmar que el Perú, el propio estado con esa cesión no solamente es 477
millones de dólares más rico sino que tiene la oportunidad histórica de
retornar a la explotación con riesgos mínimos, para valorizar las reservas del
lote 64 superiores a los 55 millones de barriles cuyo valor bruto superarían
los 5,500 millones de dólares.
Se
debe recordar que dicho lote estuvo hasta inicios del presente año bajo
responsabilidad de la empresa de capitales canadienses Talisman Petrolera del
Perú, entidad que optó por retirarse del país a pesar de los resultados
exploratorios positivos, transfiriendo directamente dicho lote a PetroPerú con
reservas probadas a fines del años pasado de más de 42 millones de barriles de
reservas probadas de un crudo ligero que valorizaría aún más el crudo pesado
del lote 1-AB.
Hay
que tener presente que Talisman entre los años 2005 al 2012 ha realizado
inversiones exploratorias por un valor de 477 millones de dólares levantando
465 kilómetros cuadrados de sísmica tridimensional en el lote 64 y todos esos
estudios han sido transferidos a PetroPerú en un contrato que tiene pactadas
regalías con una tasa de 5 por ciento, lo cual sumada a la calidad del crudo
ligero, eleva el valor económico de su posible explotación con el menor riesgo
posible.
Con
reservas probadas de hidrocarburos, regalías pactadas del 5 por ciento, es
verdad que se requieren capitales superiores a los 300 millones de dólares para
monetizar dichas reservas. De allí, sería recomendable la asociación con
terceras empresas, donde PetroPerú tenga la “sartén por el mango”,
subcontratando servicios, con una lógica de mercado sería posible su
explotación, si existe voluntad política de hacerlo.
En
verdad, las posibilidades que tiene el país dependerá de las decisiones que se
adopten al más alto nivel donde el Presidente de la República no debiera
ser sorprendido por los viejos (as) lobbystas y los liberales mercantilistas
que niegan cualquier participación del estado en la explotación de los
hidrocarburos, en nombre de las fuerzas del mercado.
Por
último, es hidalgo reconocer que las gestiones para la transferencia del lote
64 a PetroPerú sin costo alguno para el país se iniciaron y prácticamente
estaban terminadas durante la gestión del Ing. Humberto Campodónico y que la
actual gestión está administrando con timidez ante las incoherencias del
inefable ministro del sector.
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