miércoles, 11 de septiembre de 2013

Minería que mata


EL fotógrafo Gary criticó la explotación minera ilegal que se extiende y se ramifica en nuestro país.


Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un lomito al jugo con arrocito blanco graneadito y una manzanilla. “María, la minería ilegal se extiende y ramifica como un cáncer agresivo por todo el Perú. Desde hace años, con sus monstruosas dragas, destroza cientos de kilómetros cuadrados de la selva de Madre de Dios, convirtiendo ese hermoso paraíso en un lugar deprimente y sin vida. Ahora, esa minería que mata de manera impune ya está en el norte, en Ayabaca, Piura. Hace poco más de dos meses fueron detectadas en el río Calvas -que divide la frontera entre el Perú y Ecuador- tres dragas mineras, que son usadas para excavar debajo del agua y sacar el oro hasta la superficie. Esas dragas son una verdadera maldición, pues alteran el cauce de los ríos y contaminan el agua y a los peces con mercurio, cianuro y otros venenos usados para la extracción del oro. Donde hay una draga, es muy difícil que la vida continúe.

El daño que le hacen al ecosistema es irreparable. En este caso, el perjuicio será mucho mayor, pues gran parte del agua del río Calvas va al reservorio de Poechos, que almacena 496 millones de metros cúbicos de agua para la agricultura y pesquería. Esas aguas sirven para regar cerca de 82 mil hectáreas de los valles del Chira, Medio y Bajo Piura. O sea que es muy probable que las miles de toneladas de cultivos ya estén siendo regadas con esa agua contaminada. ¡Nadie se salvaría de ingerir ese veneno!

Lo increíble, lo vergonzoso, es que los mineros ilegales peruanos y ecuatorianos que usan las dragas en el río Calvas guardan todos sus equipos en una casa de adobe ¡a cinco metros del puesto de vigilancia fronterizo Laguar, de la Policía Nacional! Como si todo el daño que hacen fuera poco, los mineros ilegales no aportan un solo sol al Estado, pues al ser informales no pagan impuestos. Mucho menos dan beneficios a sus trabajadores, que en gran número son niños, a los que hacen laborar en condiciones indignas, pese a que esa sucia industria mueve cientos de millones de dólares.

Alrededor de las zonas de extracción ilegal del oro siempre se forman asentamientos humanos donde impera la violencia. Como no hay ninguna autoridad, esos lugares son “zonas liberadas” donde se cometen asesinatos y no pasa nada. La prostitución infantil es de cada día, y muchas niñas son raptadas o llevadas con engaños para ser usadas como esclavas sexuales. En este momento, muchos inescrupulosos se están haciendo ricos a costa de destrozar nuestro país, de envenenarnos, de no pagar impuestos. Pero mientras todo esto pasa, nuestros congresistas se dedican a pelear entre ellos, defendiendo sus intereses, o a darse la gran vida sin trabajar. Los que depredan el Perú deben ser encerrados 20 o 30 años, y se les debe quitar sus sucias fortunas”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

Miércoles 11 de septiembre 2013 - 07:10

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