lunes, 23 de diciembre de 2013

LAS UNIVERSIDADES NO SON INTOCABLES


Hoy en el Perú nadie duda que sea necesario hacer una transformación radical al sistema universitario. Solo un grupo de beneficiarios y casta por años en el poder hacen su berrinche de protestas sin hacer llegar propuestas concretas para superar la crisis de las universidades del país. Los protestantes se escudan en la defensa de la autonomía universitaria. Nadie en su sano juicio puede estar en contra de la  autonomía para la calidad y la enseñanza del pensamiento universal. Lo que los rectores y sus funcionarios no pueden tener es autonomía para gestionar universidades mediocres y de baja calidad para todos los peruanos, menos  sin acreditación profesional de muchas de sus carreras con catedráticos que son desaprobados por los propios estudiantes, como sucede en la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión, que mucha gente ligada al poder corrupto del gobierno anterior se hicieron catedráticos de la noche a la mañana sin un concurso transparente, plural y democrático.

La casta del poder corrupto y mediocre en las universidades del país, es con el visto bueno de la Asamblea Nacional de Rectores, otro nido de corruptos para dejar hacer y dejar pasar la corrupción académica, administrativa y económica en las universidades del país ¿Por qué los rectores y la ANR no se movilizan por las calles de Lima por la búsqueda de una universidad científica, filosófica y política de la sociedad que queremos construir en el país? Con algunas excepciones casi todas las Universidades públicas y privadas son tiendas de negocio para entregar títulos dorados sin valor para resolver los graves problemas de la nación. De las 400 mejores universidades del  mundo ninguna universidad peruana aparece en esta relación. De las 100  mejores universidades de América Latina tampoco hay espacio para una universidad del Perú.

Por tanto la crisis de las universidades del país en particular las públicas están en sus cometidos, metodologías y en sus saberes que son del siglo pasado. Universidades de bajo nivel académico, sin proyección social y menos en temas de investigación son una rémora en decadencia con tanta plata que reciben por las transferencias de los gobiernos regionales. El Perú necesita un nuevo tipo de universidad de calidad donde egresen profesionales  de primer nivel.

La Iniciativa Legislativa para reformar y modernizar las universidades que actualmente existe en el Congreso Nacional se puede mejorar, y de hecho ya existen muchas propuestas de muchos intelectuales. Creo que hay puntos que se pueden mejorar, pero que es válido en sus puntos esenciales para no regalar títulos de licenciados, magister y doctores que poco aportan para el desarrollo del país. Lo que se quiere es que la plata de los peruanos  que manejan las universidades genere desarrollo con resultados concretos para cada sector económico productivo del país.

Aquello de "a igual trabajo igual salario", ha dejado de existir en las universidades. El sistema legitima y oculta las remuneraciones y genera un verdadero mercado de negociación individual de los ingresos y de las condiciones institucionales del trabajo académico, produciendo una marcada estratificación de este sector con ingresos diferenciados para cada categoría. Se trata de un mecanismo perverso que atenta contra las condiciones requeridas para la docencia y la actividad investigativa.

Los ingresos de los docentes ya no dependen de su calidad académica, ni de la importancia científica o social de sus investigaciones, ni de su preocupación por la docencia de las nuevas generaciones, sino más bien de su habilidad para presentar papeles de información requerida en el momento preciso de la autoridad de turno de su afiliación o simpatía política. La carrera así desatada entre los docentes los conduce a un esfuerzo burocrático, administrativo, formal, para conseguir mejorar sus ingreso que cada vez se incrementa por carpeta de papeles y no por muestras investigativas que no existe en la mayoría de catedráticos de nuestras universidades en el país.

Esa red mafiosa de contratación y ascenso de los catedráticos tiene que cambiar, si queremos darle una nueva orientación científica y académica a la mayoría de universidades que languidecen en su pobreza institucional por tener rectores autoritarios que llegaron al poder con triquiñuelas y amarres políticos, más que por sus meritos y capacidades. Conozco a algunos de ellos que nunca vi dictar una conferencia, escribir un artículo de actualidad, menos escribir un libro sobre su especialidad.  

Este sistema produce una discriminación pavorosa, un crecimiento del individualismo y la competitividad, el abandono de la mística docente y de la investigación, el debilitamiento de los sindicatos y un achatamiento de la actividad comunitaria. Existen algunos docentes en la cúspide de una escala de privilegios, una casta académica que integra las comisiones de contratos, adquisiciones, asesorías, jurados, líneas editoriales, el control de los ascensos y titulación. Aunque en su mayoría se trata de intelectuales que lograron reconocimiento por su aporte al pensamiento crítico en el pasado, en la actualidad han abandonado esa función, al menos en muchas universidades del pais.

 Es innegable que Universidad Pública  que se constituye a partir de la Reforma del 1918 no debe ni puede permanecer tal cual frente a los cambios de la sociedad. Las universidades del Siglo XXI no pueden estar mirando el espejo retrovisor sino mirando el futuro incierto de la nación. ¿Pero qué cambios son necesarios? ¿A quienes convienen las que las  Universidades Públicas sean intocables y que todo siga igual en su fracaso? Las universidades democráticas, gratuitas, con autonomía académica, han sido sacudidas progresivamente y poco o nada conservan hoy de aquellos rasgos históricos. Se trata entonces de poner en la agenda el debate intelectual  del sistema universitario, antes que estar recorriendo calles y avenidas de parte de autoridades que no han tenido tiempo ni capacidad para hacer una propuesta integral para el sistema universitario.

Lo que hemos visto en los últimos tiempo de las autoridades universitarias son solo justificaciones para no generar cambios  y transformaciones, y los males son siempre: masificación de matrículas para tener más alumnos; creciente ineficacia; divorcio respecto de las necesidades del país, poca "utilidad" del conocimiento producido (lo que sería la causa de la baja absorción en el mercado laboral de los egresados); supuesta inexistencia de recursos públicos para destinar a una actividad de "escaso rendimiento", y carencia de docentes calificados. Todo esto justificaría reducir la matrícula, cambiar planes de estudio acortando los de grado y crear posgrados; vincular la Universidad al mercado como sinónimo de "la sociedad"; "categorizar" y "actualizar" a los profesores. Las nuevas medidas que se implementan desde el Congreso Nacional  pueden ubicarse en cuatro grandes rubros vinculados estrechamente entre sí por las consecuencias que provocan: presupuesto por resultados, autonomía para cultivar el pensamiento universal, gestión transparente con rendición de cuentas a la comunidad universitaria cada año fiscal y voto universal para elegir a las autoridades en las universidades.

Todos los años se incrementan los presupuestos de las universidades del país por dos vías, por el gobierno central y los propios Gobiernos Regionales de cada región. Pero al mismo tiempo las universidades se generan ingresos adicionales por las "libertades" para vender conocimientos, servicios, proyectos, investigaciones, cursos, títulos, consultorías, etc. en el marco de las políticas de "libertad de mercado". Se abrió así subrepticiamente la vía "privatizadora" de la Universidades Públicas, que mercantilizó su actividad aun manteniendo la apariencia y rasgos estatales. Todo esto estaría bien si se lograran resultados y rendición de cuentas que no los hay por el manejo millonario en cada año fiscal. Por tanto hay que ponerles tareas concretas con un nuevo sistema y estructura funcional de control a las universidades del país. Las universidades del país están en el Perú, y no son islas para que hagan lo que les viene en gana con la complacencia de la ANR que lo nombran los propios rectores, es decir ellos son juez y parte del atraso y corrupción que ha sufrido nuestras universidades en las últimas décadas. 

Estas actividades para el "mercado" produjeron dos efectos inmediatos. Uno, que se debía producir lo que el mercado demanda, abandonando las líneas de investigación desde objetivos científicos y sociales que no coinciden necesariamente con los intereses de quienes pueden pagar y comprar esos conocimientos. Dos, se empezó a advertir el primer nivel de discriminación de universidades y facultades según las ofertas más acordes con el mercado. Además, produjo discriminación al interior del cuerpo docente, con ingresos diferenciados según los proyectos que lograran venderse.

Las políticas estatales, por su parte, facilitaron la apertura de universidades privadas como el caso peruano que con el dictador Alberto Fujimori dio libertad para las malas andanzas  para liberalizar su funcionamiento y entrega de títulos a nombre de  la nación, cuando siquiera representan un titulo a nombre de la región donde radican filiales y sucursales de universidades que les generan millonarias utilidades por las cuales sus promotores no pagan un centavo como tributo a la nación.

Al ahogo financiero que condiciona las actividades académicas, se agregan políticas más específicas que fueron implementándose en las universidades con distintos ritmos, pero de manera similar. Categorización de docentes; criterios y cronogramas para la modificación de planes para acortar las carreras de grado (a las que ya se llama de pregrado) y generar una masificación de posgrados y maestrías pagos; comisiones de evaluación de estudiantes, de títulos, de docentes, de instituciones, etc.

El programa de categorización de docentes está relacionado con el de incentivos a la investigación. Promete a los docentes un aumento de su ingreso y -según la categoría que se le asigne- acceder a ciertas funciones, como jurado de concursos, dirección de becas, de investigaciones y otros méritos. Las comisiones evaluadoras, que en algunos casos no se conocen, aplican criterios -pautados por el programa- meramente cuantitativos. Cuántos libros o artículos publicados; cuántas tesis dirige o a cuántos congresos ha asistido, etc. 

La necesidad de que se amplíe el debate político para definir "qué universidad queremos de cara a qué país" escasea en los claustros universitarios. El nivel de pobreza, la miseria campesina, la obsolescencia de las tecnologías agrícolas e industriales, la problemática ecológica no esta en la agenda principal de las universidades públicas. Este discurso es poco relevante en las universidades de hoy. Las universidades defienden y  mantiene la definición política de defender su autonomía para decidir las líneas de docencia e investigación en relación con las necesidades sociales, pero es poco lo que hacen en términos  de desarrollo para que el país que necesitamos desarrollar.

Ahora que hay un debate por un nuevo proyecto universitario de la vida universitaria en el país se hace necesario un  debate político en la universidad: cómo y qué se investigue; qué se enseñe y cómo se capacite a las generaciones de jóvenes, todo emana de decisiones políticas. El poder es de los grupos financieros transnacionales, a través de distintos organismos y herramientas legales facilitadas por los gobiernos. Así se priva a los pueblos del recurso estratégico de la investigación tecnológica, científica y social. Desempeñar un papel central en la formación de excelentes profesionales en cada área y relacionar la producción de ciencia y tecnología con el conocimiento científico y el compromiso social, constituye un verdadero desafío para las Universidades Públicas y Privadas. Se trata de construir y recuperar a las universidades como institución estratégica al servicio de una sociedad democrática, justa y solidaria para el desarrollo del país.

(*) Néstor Roque Solís Profesor Universitario y Consultor Empresarial

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