jueves, 29 de diciembre de 2016

PISA y el presupuesto por alumno en educación




En el último número de Educacción publicábamos un artículo sobre la relación entre recursos económicos y aprendizajes medidos por pruebas estandarizadas, mostrando que hemos estado apuntando al indicador equivocado en cuanto a nuestras metas financieras para el sector educación: el porcentaje del PBI resulta irrelevante frente a los aprendizajes, pero en cambio la inversión por alumno es un factor fuertemente asociado al rendimiento en estas pruebas. Esto tenía un límite alrededor de los $ 4 000, donde el efecto de aumento de la inversión dejaba de sentirse.

Esta afirmación se ve reforzada con los resultados de la última prueba PISA (2015) que acaban de publicarse, donde nuevamente se muestra clara la relación entre aprendizajes y recursos (gráfico 1). Pero además algo extraordinario ha pasado: la barrera de los $ 4 000 ha desaparecido, o, lo que traducido a la política pública significa que los países pueden optimizar sus intervenciones en educación de modo que el incremento creciente de  recursos siempre mejore los aprendizajes de sus niños, niñas y adolescentes, no necesariamente hay un techo para la inversión. Siempre se podría mejorar y los recursos con los que se cuenten serían una variable fundamental para lograrlo.

De paso, hay mucha variación entre países. Así, con una relativamente pequeña inversión (aunque muy lejana de nuestros $ 1 100 anuales por estudiante) Taiwán obtiene resultados casi equivalentes a los de Singapur, el país puntero en PISA; mientras tanto, Luxemburgo, el país que más gasta por alumno  apenas logra alcanzar la mitad de esos niveles de aprendizaje.

Gráfico 1

Lugar en la prueba de Matemática PISA 2015

x Gasto por estudiante entre las edades de 6 a 15 años

En resumen, volviendo a la idea del artículo anterior, necesitamos aumentar la inversión por alumno en la educación. Si no alcanzamos cierto umbral no habrá verdadero despegue de los aprendizajes. Pero, simultáneamente, necesitamos aprender lecciones de países que han resultado exitosos para volver más eficiente nuestro sistema educativo.

Con el nombramiento de la ministra Martens, la cuarta mujer en esa cartera, es probable que acabe el ruido político respecto a Educación. Creemos que es un buen momento relanzar la reforma, que es indispensable y ha estado algo parada durante los últimos meses. En esa reforma elementos esenciales la educación rural, los salarios y la capacitación de los docentes, llegar a acuerdos de largo plazo con los gobiernos regionales y que ellos manejen las intervenciones de mejora de aprendizajes, la reforma en la educación técnica, y varias otras cosas que no sólo deben continuar, sino que deben llevarse a un nivel más alto en los casi cinco años que quedan para el Bicentenario.

En este paquete de acciones –paquete porque deben emprenderse en conjunto- tiene gran prioridad  buscar nuevas fuentes de recursos, probablemente privadas, porque por  ahora no hay de donde en el Estado, para la Educación en el Perú, o entraremos en el equivalente educativo de la trampa del ingreso medio y de ahí hay un trecho corto al estancamiento y la regresión.

Lima, 19 de diciembre de 2016

Licenciado en Psicología de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), con posgrado en políticas públicas en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Ha sido asesor de Alta Dirección y Secretario Adjunto de Planificación Estratégica en el Ministerio de Educación del Perú, Basic Education Management Specialist en USAID/Perú, Director de Programas en la Fundación Internacional de la Juventud, Gerente de formación y capacitación en la ONPE, entre otros cargos.

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