jueves, 12 de enero de 2017

La hidra


Escribe: Gabriela Wiener

La putrefacta Odebrecht lleva años realizando sus operaciones turbias fuera y dentro del Perú, pero no termina de caer, tampoco sus socias locales intocables. Siguen operando entre algodoncitos de azúcar convenientemente colocados por los gobiernos de turno. El de PPK no es la excepción. El tinglado que se han montado los dueños del Perú, quinquenio a quinquenio, para repartirse las arcas deja ver con transparencia toda la mugre, los hilos de la tramoya. Ellos roban, los otros les dan concesiones, sobrecostos y los protegen desde sus comisiones de pacotilla a cambio de algunos fajos de billetes. Y los peruanos perdemos.

Poner a Albrecht, a Beteta y Mulder en una comisión para investigar uno de los casos de corrupción más indignantes de los últimos años es como darle las llaves de tu casa a la banda de los Destructores. Ya teníamos a los fujimoristas en las comisiones de derechos humanos; a los fanáticos religiosos legislando sobre el aborto y ahora tenemos lo que nos faltaba: los corruptos en la primera fila de la lucha anticorrupción. Ese es nuestro Congreso, un baile de máscaras de inmoralidades varias.


La corrupción en el Perú es como una hidra con todas sus cabezas voraces. No la matas cortando un solo cuello. Está en el Congreso presidiendo comisiones, se pasea por los ministerios, nos habla en la prensa, campea en la empresa privada. La más perversa de sus cabezas nos mira fijamente mientras se institucionaliza el saqueo de las arcas públicas. Oh nuestras pobres instituciones, que apenas se sostienen a sí mismas, son los pilares sobre los que descansa ese sistema tragicómico. Al entregarlas definitivamente a la mafia no solo estamos entregando el país a la hidra, sino que estamos jugándonos al azar su propia subsistencia. Advertidos estamos. 

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