martes, 15 de agosto de 2017

El general en su laberinto

Rosa Mávila

Rosa Mávila
Defensoría del Pueblo

Al general Jorge Briceño le bastó un lapicero con una cámara incorporada para violentar a quien trabajaba como empleada del hogar en su domicilio. A través de este pequeño accesorio que ubicó en el baño de la joven, el general la había grabado muchas veces desnuda. Cuando Bertha descubrió la cámara y su contenido no solo renunció sino que denunció al general, que quiso comprar su silencio por S/ 5 mil soles.
El inculpado ha declarado que todo se trataría de un complot para chantajearlo o, en su defecto, mandarlo a la cárcel; sin embargo, en uno de los videos encontrados se le ve colocando el bolígrafo en el baño. No debemos pasar por alto el hecho de que el agresor tenía una posición de superioridad sobre la víctima, era el jefe de hogar y dueño de la casa, este podía entrar donde quisiera incluso al baño de la trabajadora. Pero ¿qué hacía el general en el baño destinado a la trabajadora del hogar?
Asimismo, la situación de las trabajadoras del hogar demuestra su especial vulnerabilidad. De acuerdo al informe emitido por la Defensoría del Pueblo el año 2016, el 2,3% de la PEA está compuesto por este grupo, de las cuales, la gran mayoría no cuenta ni con contratos escritos, lo que se traduce en sueldos paupérrimos, ningún beneficio laboral y dudosas condiciones de trabajo. A esta situación se debe añadir el hecho de que la mayoría de estas mujeres son provincianas, que como Bertha, casi sin conocer a nadie, vinieron a la capital para mejorar su situación económica y que, ante situaciones como esta, se ven solas.
Si el general es víctima de un plan malévolo. ¿Por qué su esposa ofreció dinero a la joven por su silencio? Esta conducta es evidentemente contradictoria con su versión. La agraviada hizo lo correcto, denunció; pero, como suele suceder, la fiscalía archivó la denuncia por violación a la intimidad a pesar de las pruebas. A decir verdad, si no llegas con un ojo morado o lesiones evidentes probablemente nuestros operadores de justicia no te hagan caso (y a veces ni así) y te echen la culpa de lo ocurrido.

Esto nos obliga a resaltar que la violencia contra la mujer no solo se perpetra mediante abusos físicos; el acoso, la afectación a la privacidad y la intimidad son también formas de violencia que muchas veces se minimizan porque se aceptan como naturales. La afectación a los derechos de la mujer empieza en cosas “pequeñas” (piropos fuera de tono, por ejemplo), a partir de ahí va creciendo y mutando (grabaciones sin autorización), hasta convertirse en delitos sexuales y feminicidios. Debemos reconocer que estas situaciones son también muestras de violencia contra la mujer para, a partir de ahí, empezar a cambiar estas conducta.

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