Por: Evaristo Chunga Zapata
El 12 de febrero de 2022 fue publicada en el Diario
Oficial El Peruano la Ley Nº 31413, firmada un día antes por el entonces
presidente José Pedro Castillo Terrones. Dicha norma declara de necesidad
pública y preferente interés nacional la elaboración del expediente técnico
y la construcción de la represa en el sector Tapa de Cuy, en el distrito
de Cristo Nos Valga, provincia de Sechura, región Piura. Sin embargo, más de tres
años después, la esperada obra hídrica sigue sin concretarse, lo que
mantiene en la incertidumbre a miles de agricultores y a vastas extensiones de
tierra con potencial productivo.
¿Qué se ha avanzado?
¿Dónde
están los avances? ¿Cuántas promesas más necesita esta tierra antes de ver
correr agua entre sus surcos agrietados?
Hasta
la fecha, no se ha iniciado la construcción de la represa ni se ha
culminado el expediente técnico que debió haberse priorizado tras la
promulgación de la ley. Las promesas se han diluido entre cambios de
autoridades, trámites burocráticos y falta de voluntad política real. Mientras
tanto, la región continúa expuesta a los efectos del cambio climático, con
largas temporadas de sequía que comprometen la seguridad alimentaria local y
regional.
Miles de hectáreas siguen esperando el agua
Según
datos recogidos de los agricultores de la zona, son miles de hectáreas
de tierras agrícolas que podrían transformarse en campos de producción
sostenida de arroz, maíz, menestras, hortalizas y frutales. Estas tierras, que
hoy yacen áridas y subutilizadas, tienen el potencial de convertir a Cristo
Nos Valga y Sechura en una despensa agroalimentaria para el norte del país,
generando empleo y dinamizando la economía local. Cada amanecer, los campesinos
recorren los campos como quien visita a un enfermo en agonía. Cada palmo de
tierra es una promesa incumplida, un hijo sin alimento, una semilla sin destino.
¿Cómo convertirnos en la despensa de la región y del país si ni siquiera
tenemos con qué regar la esperanza?
Una ley que no se cumple
La Ley 31413 tenía como objetivo acelerar el
proceso de construcción de la represa, pero la ausencia de presupuesto asignado
y la falta de coordinación entre los distintos niveles de gobierno han impedido
su ejecución. La ley existe, sí, pero su aplicación ha sido prácticamente nula.
"Nos preguntamos para qué se promulgan leyes
si no se van a cumplir", señala con frustración un dirigente agrario del
distrito. "Hemos marchado, hemos enviado memoriales, y hasta ahora nadie
nos escucha. Mientras tanto, el agua se va al mar y nuestras tierras siguen
secas".
La
ley existe. Pero la ley, sin acción, es apenas un suspiro que se disuelve en el
viento. ¿Qué han hecho los alcaldes, los gobernadores, los congresistas, los
ministros? ¿Qué han dicho los que juraron servir al pueblo? La respuesta es una
mueca vacía. Reuniones, documentos, silencios. Y mientras tanto, las tierras
siguen sedientas, y los campesinos —esos guardianes del alimento— siguen
mirando al cielo, pidiendo que llueva justicia.
¿Y las autoridades?
Las autoridades distritales, provinciales y
regionales tienen gran responsabilidad. Aunque se han realizado reuniones y
mesas técnicas, no se han traducido en acciones concretas. Tampoco se ha
evidenciado una articulación efectiva con el Gobierno central para gestionar
los recursos necesarios o incluir la represa en los planes estratégicos de
inversión pública.
La población siente que las prioridades se han
desviado, que los compromisos se han olvidado y que la ley fue solo un anuncio
político sin planificación de fondo.
¿Hasta cuándo?
Mientras las promesas se postergan, la necesidad
del agua es urgente y creciente. La construcción de la represa Tapa de Cuy no
solo permitiría asegurar el riego de miles de hectáreas, sino también para
generar miles de puestos de trabajo, mejorar la calidad de vida de los
agricultores, reducir la dependencia de camiones cisterna, mitigar el impacto
de las sequías y promover el desarrollo sostenible de todo un valle.
El clamor de los agricultores y pobladores del Bajo
Piura y distrito de Cristo Nos Valga es claro: que se cumpla la ley. No más
dilaciones. No más papeles sin acción. La represa Tapa de Cuy no puede seguir
siendo una promesa abandonada. El desarrollo agrícola y la seguridad hídrica de
la región dependen de ello.
Cristo
Nos Valga no clama limosnas ni favores. Exige que se cumpla lo prometido. Que
no se deje morir una ley nacida del clamor popular. Que la represa deje de ser
un nombre en un papel y se convierta en agua viva, en canal, en fuente.
Porque
cada día que pasa sin que se mueva una piedra en Tapa de Cuy, es una ofensa al
campo, es un crimen contra el porvenir. La tierra no olvida. Y algún día,
cuando las generaciones futuras lean esta historia, preguntarán: “¿Por qué no
cumplieron con su promesa?”
Y
entonces, será tarde para justificar el abandono.
Nota del editor: Este artículo forma parte de una
serie de reportajes sobre los proyectos de ley declarados de interés nacional
que no se han ejecutado en la región Piura. Si tiene información o desea
opinar, escriba a evaristochunga55@gmail.com