ESCRIBE:
JORGE MANCO ZACONETTI
Repsol es una
transnacional española que en 1996 compró a precio de ocasión la mayoría
accionaria de La Pampilla pagando menos de US $ 182 millones de dólares
incluyendo en ese monto más de US$ 42 millones en papeles devaluados de deuda
externa del país, que se compraron debajo de su valor y el Estado peruano
reconoció al 100 % del valor. Una transferencia de riqueza para valorizar el
capital privado.
Se vendió la
refinería a “precio de ganga” por decisión de la dictadura fujimorista y
prácticamente se transfirió el principal mercado de combustibles del país, Lima
en lo que se reconoce como un “monopolio natural”.
Por ello, todas
las alertas sobre un posible desabastecimiento de combustibles, ante la
prohibición de cargas y descargas en los cuatro terminales de la refinería La
Pampilla como una medida precautelatoria, extrema, de riesgo de parte del
ministerio del Ambiente (OEFA), ante el desastre ambiental.
La competencia es
la refinería de Talara de PetroPerú que se encuentra en construcción y que
recién en abril del presente estará operativa. Esta se ubica a más de 1,250
kilómetros al norte de la capital y tiene que competir con los derivados,
gasolinas y diesel 2 limpio de la refinería La Pampilla, usando las
instalaciones y tanques de combustibles de la refinería Conchán de PetroPerú.
¡Hoy más que nunca se debe fortalecer a la petrolera estatal ante esta grave
emergencia energética!
Por ello, con la
privatización de la refinería La Pampilla a favor de Repsol, se transfirió el
principal mercado de combustibles del país y una refinería rentable. En 1994
antes de su privatización generaba US $ 65 millones de dólares en utilidades
antes de impuestos, y tiene una capacidad de refino de 102 mil barriles
diarios. Solamente el terreno donde está ubicada la refinería estaba valorizado
por el seguro en US $ 108 millones de dólares. ¡Por eso decimos que dicha
refinería se vendió a precio de huevo roto!
En razón de ello,
afirmamos que la privatización de las empresas públicas constituyó un proceso
de transferencia de riqueza desde el Estado para favorecer la valorización de
los capitales privados, especialmente transnacionales. En particular el caso de
las empresas filiales y activos de PetroPerú, tales como Solgás, Naviera
Transoceánica, grifos, lotes petroleros, terminales y en especial la refinería
La Pampilla.
LA
PAMPILLA EN CIFRAS
En la actualidad
la refinería genera ingresos por ventas superiores a los US $ 3,100 millones de
dólares (2019), y desde el 2018 cuenta con una unidad de desulfurización que le
permite producir combustibles limpios. Sin embargo, entre los años 2018 al 2020
declara pérdidas acumuladas, que recién se han de superar al cierre del 2021,
con la recuperación de la economía.
Es más, importa el
98 % del petróleo que procesa, usando buques tanques contratados para hacer la
carga y descarga de crudo y derivados. El buque italiano protagonista de la
tragedia ambiental tiene un peso muerto de más de 87 mil toneladas, con más de
275 metros de largo, y en sus compartimientos trasladaba casi un millón de barriles.
Ahora sabemos que no había infraestructura adecuada para descargar el crudo con
seguridad, por la envergadura del buque carguero. Una tremenda
irresponsabilidad de parte de Repsol que ha sostenido una serie de mentiras tan
negras como el petróleo.
Repsol, en
promedio controla cerca al 40 % del mercado de combustibles en franca
competencia con PetroPerú, y tiene la ventaja de tener una cadena propia de
estaciones de servicios de combustibles (grifos), más de 600 a nivel país que
le permite actuar como distribuidor mayorista y minorista.
Como refinería
produce en promedio de 49 mil barriles diarios de destilados medios entre
diésel 2 limpio y turbo un combustible de aviación. También es responsable de
la producción de 22 mil barriles diarios de gasolinas limpias de azufre, y
sobre todo más de 25 mil barriles diarios de residuales o petróleos
industriales que se exportan.
Por ello, la
suspensión en la carga y descarga de combustibles en La Pampilla/ Repsol
constituye una medida de riesgo, pues no se tiene capacidad de almacenamiento
para más de 10 días calendario. Solamente la declaración de esta medida ha de
provocar una indeseable especulación en la demanda de combustibles la cual se
sumaría a la inestabilidad política.
Con ingresos por
ventas que superan los US $ 3,100 mil millones de dólares Repsol y pérdidas
contables por el beneficio de “arrastre de pérdidas” durante el período
2018/2020, al tercer trimestre del 2021 declaraba una utilidad operativa de US
$ 159 millones de dólares, con un capital suscrito y pagado creciente de más US
$ 742 millones.
Repsol como gran
empresa opera en nuestro país de manera integrada pues está en la exploración,
en la explotación de hidrocarburos de Camisea, en la refinación, transporte y
distribución mayorista y minorista de combustibles. Es sin duda alguna la
competencia más fuerte de PetroPerú, que tiene las ventajas de la cercanía al
mercado más importante del país.
En verdad, el
prestigio y la marca Repsol está por los suelos en el Perú y el mundo por la
mayor conciencia ambiental existente. Con todos estos antecedentes y las
importantes utilidades que obtiene resulta increíble que una gran empresa como
Repsol no haya tenido un plan de contingencia serio frente a esta tragedia
ambiental. De allí, la necesidad de la máxima sanción administrativa, civil y
penal a esta gran transnacional.
Este
artículo fue publicado el sábado 5 de febrero del 2022 en el Diario Uno