Mientras los sufridos peruanos deben pagar por el gas S/.35.30, el consorcio Camisea exporta nuestro gas a S/.0.72, lo que evidencia que los contratos fueron firmados para hacer nuevos ricos a algunos corruptos a costas de los recursos de todos los peruanos, desde la dictadura fujimorista en adelante.
La Primera lo explica así en su editorial:
Nuestro diario publicó ayer un informe respecto a la posibilidad real de abaratar el gas, como una vía de aliviar el presupuesto de los hogares, así como del transporte y la industria. Hoy exhibimos otro escándalo: el gas que en el Perú se vende a 35.30 nuevos soles, el Consorcio Camisea lo exporta… ¡a 72 centavos!
Sobre la base de un estudio severo del Centro para el Desarrollo Económico, Social y Ambiental (Cepadesa), el texto de ayer llegaba a la conclusión de que sí es posible cumplir la promesa electoral de Ollanta Humala, de rebajar el precio de ese vital combustible.
Los números hablan. En sustancia, Cepadesa cuestiona que los costos del balón de gas licuado de petróleo se establezcan en base a las cotizaciones del mercado de Mont Belvieu, en Texas, Estados Unidos, como si el gas de Camisea, que consumimos, fuera importado desde ese lejano lugar y tuviera que sufrir los consiguientes gastos de transporte, portuarios, de recepción, almacenamiento y despacho. Una vasta red de costos que en realidad no existen.
El Consorcio Camisea ha inventado la economía ficción. Pero el mal que causa a los peruanos nada tiene de ficticio. Ateniéndose a los costos reales, por ejemplo el traslado de Pisco al Callao, y no de Texas al Callao, el análisis llega a la conclusión de que el precio del balón de gas puede ser de 18.94 nuevos soles sin el subsidio que otorga el Fondo de Estabilización del Precio de los combustibles y de 14.81 con ese subsidio.
El régimen actual debe prestar atención a ese estudio, y disponer los cambios pertinentes. Manuel Luque Casanave, presidente de Cepadesa, propone que se modifique el artículo 77 de la Ley de Hidrocarburos, para que el precio del gas sea fijado, no en función de un mercado distinto y distante, sino de acuerdo con los costos internos.
La denuncia y la demanda se produce cuando el ingeniero Carlos Herrera Descalzi ha asumido el cargo de ministro de energía y Minas, después de que durante meses se distinguió por sus documentadas revelaciones sobre el contubernio antinacional y antipopular que existe entre las grandes petroleras y las autoridades corruptas.
Por eso mismo, es legítimo exigir cautela máxima en su función actual, en un ministerio que, durante una vergüenza de años, ha sido foco infeccioso de la corrupción política. De allí que haya causado estupor, cuando no indignación, que se nombre como Director de Hidrocarburos a Erick Portugal, quien fue consultor de la petrolera Repsol.
En energía y Minas tuvieron su estado mayor para componendas los Santiago Fujimori, los Pedro Pablo Kuczynski y otros personajes que llevaron a las transnacionales a la convicción de que en el Perú no existe un Estado Nacional, sino una banda de sicarios. Para más señas, Repsol forma parte del Consorcio Camisea
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