ESCRIBE JORGE MANCO ZACONETTI
LA XXIV PROMOCIÓN DEL CMLP LE RINDE HOMENAJE
En el hermano país de
Cuba, se rinde homenaje a tres ilustres peruanos cuyos nombres están recordados
en bustos de distintas plazas públicas en la ciudad de La Habana. En primer
término a Leoncio Prado hijo natural del expresidente Mariano Ignacio Prado,
que luchó por la independencia del país caribeño frente a la opresión española.
Es más, fue reconocido con el grado efectivo de coronel y es considerado prócer
de la independencia de dicho país.
En segundo lugar, al
ex canciller Raúl Porras Barrenechea, maestro sanmarquino que se opuso a la
política y mandato del gobierno norteamericano de sancionar y expulsar a Cuba
de la OEA a inicios de los años sesenta del siglo pasado, asumiendo el
principio de la autodeterminación de los pueblos, y recociendo la legitimidad
de la insurgencia democrática y revolucionaria del movimiento liderado por
Fidel Castro; y por último al general Juan Velasco Alvarado que encabezó la “Revolución
de los Militares en 1968” que tuvo como afán la modernización del país y
superar las relaciones semifeudales propias de la herencia colonial en el
sector agrario, promoviendo un modelo de acumulación estatista de desarrollo,
que fracasó producto de sus propias contradicciones económicas y políticas.
En verdad, fuera de
la biografía “Leoncio Prado” de 135 páginas publicada por el escritor huanuqueño Esteban
Pavletich hacia febrero de 1939, meses antes del inicio de la II Guerra
Mundial, donde los principios de la libertad y democracia se oponían al
fascismo y a las dictaduras.
Esta obra que sería
hoy reconocida como una novela histórica, de lectura fácil y amena que nos invita a conocer a uno de nuestros máximos
héroes que debiera tener la envergadura y transcendencia ejemplar de Miguel
Grau, Francisco Bolognesi, Alfonso Ugarte y otros que se inmolaron en la
defensa de la soberanía e integridad territorial ante la agresión de nuestro
vecino del sur.
El autor del libro,
Esteban Pavletich, pasará a la historia como un intelectual revolucionario, que
se identificó con la Revolución Mexicana y la nacionalización del petróleo de
Lázaro Cárdenas; él mismo fue secretario personal de Sandino el líder nicaragüense
en la lucha contra el poder de las empresas norteamericanas y del poder
imperial de los Estados Unidos que imponía satrapías y dictaduras en América
Latina.
UN PERSONAJE HISTÓRICO
En esta novela
histórica sobre Leoncio Prado se presenta en grandes rasgos la vida heroica de
nuestro personaje que en apenas treinta años de existencia que incluyen su
formación en el Colegio Guadalupe (2 años), en la escuela naval que organizó el
gobierno de Don Ramón Castilla, y sus estudios no terminados de ingeniería en
los Estados Unidos, más su participación en la guerra con Chile, en las
batallas del Alto de la Alianza hasta la derrota de Huamachuco, prácticamente
tuvo una existencia plena en la lucha contra la opresión y en favor de la
libertad.
Así, siendo
adolescente con un poco más de 13 años de edad participó en el combate de Abtao
en la guerra del Perú y Chile contra España; nuestro autor años después con
apenas 23 años ha de participar en las luchas emancipadoras y anticoloniales de
Cuba contra la dominación de España, siendo reconocido con el grado de coronel
de las fuerzas armadas de dicho país, como que también se disponía a luchar por
la independencia de las Filipinas, último bastión colonial hispano en las
Américas, cuando tuvo que regresar al Perú ante la declaratoria de guerra del
vecino del sur.
Producto de su
audacia e intrepidez lo constituye la captura del barco español Moctezuma con apenas
diez hombres, aprovechando la sorpresa y la noche se hizo del primer buque de
lo que posteriormente sería la marina cubana. Con tal hazaña militar izó en el
buque capturado la bandera de la independencia y lo bautizó con el nombre de “Céspedes”
(noviembre de 1876), en honor del patriota caribeño.
Es más, en enero de
1877 dos años antes de la mal llamada “Guerra del Pacífico”, en la Bahía de
Bragman, en Nicaragua, acosado por la flota española, el “Céspedes” fue
incendiado antes de que los españoles pudieran recapturarlo. Bajo el liderazgo
de Leoncio Prado y sus escasos compañeros nadaron hacia la orilla e internáronse
por tierras hostiles y hallaron por fin albergue en el territorio de Honduras.
EN LA GUERRA CON CHILE
La guerra del guano y
el salitre, no terminó con la ocupación de Lima en enero de 1881, pues la
campaña de resistencia en la “Campaña de la Breña”, bajo la conducción del
coronel Andrés A Cáceres, donde Leoncio Prado ha de tener una central
participación por su participación en la formación del llamado ejército del
norte, que ha de batirse en la última batalla contra el engreído ejército
chileno el 10 de julio de 1883 en los campos de Huamachuco, donde en más de
seis horas de lucha, la victoria pudo favorecer a las tropas peruanas que eran
una mezcla de oficiales profesionales y campesinos en armas.
En tal sentido se
debe citar fuentes chilenas que describen la participación del mal armado ejército
peruano que por falta de municiones tuvo que retroceder ante el empuje de las
tropas chilenas. Así, un periodista chileno, Eneas Rioseco Vidaurre, escribió
un artículo para comentar algunos aspectos de la batalla de Huamachuco: “Así como elogiamos el valor de los nuestros
en la batalla de Huamachuco, un deber imperioso de justicia nos obliga a
reconocer el heroísmo del soldado peruano en ese encuentro.
El
cholo peruano peleó esta vez como nunca; se veía a los jefes y oficiales haciendo prodigios de valor
y hasta había momentos en que empleaban la espada contra el que se manifestaba
reacio a entrar en combate. El caso es que el soldado peruano atacaba con
denuedo a sus contrarios. Entre los jefes que más se distinguieron figura el
coronel Leoncio Prado, que animaba a su tropa en el sitio del mayor peligro y
él mismo peleaba con rabia y despecho hasta que una bala lo tendió en el campo “(Ahumada Moreno: 1884, tomo
VIII. 225).”
Nuestro héroe que
peleó en la batalla del Alto de la Alianza en Tacna, siendo tomado prisionero y
llevado a Chile, para ser liberado bajo el compromiso de tomar las armas
nuevamente luego de la ocupación de Lima. Evidentemente su amor al Perú, y
siendo quien era, hijo de un presidente que fuga del país en plena guerra lo
impele a tomar las armas y se pone a disposición de Andrés Avelino Cáceres y
participa activamente en la Campaña de la Breña hasta su desgraciado final.
Es más, como hombre
de mundo que había recorrido Europa, USA, América Latina, era un hombre culto.
Así, antes de ser vilmente asesinado por oficiales chilenos (Col. Gorostiaga)
que seguían las órdenes superiores del capitán de navío y gobernador del Perú,
Patricio Lynch, expresaba: “Qué hombre tan
simpático, tan ilustrado y atrayente (agregó, por su parte, Fuenzalida);
encantaba conversar con él; de todo sabía; poseía el inglés y el francés lo
mismo que el español; y con él podía usted hablar de artillería y tratar de
cuestiones de guerra a fondo porque era hombre instruído, de estudio y muy
sabio” Basadre Jorge, Historia del Perú Tomo VIII pag. 439
EPÍLOGO
En verdad un libro
fundamental para entender las razones por las cuales perdimos la guerra no
solamente se relacionan con la división entre los peruanos, y la lucha de
caudillos en un “estado empírico” que no representa a la mayoría de peruanos,
ni resuelve los problemas fundamentales de la ciudadanía, en un país donde las
clases pudientes liquidaron la riqueza
del guano y el salitre.
En tal sentido, ayer
al igual que hoy la corrupción es un cáncer que corroe al estado peruano. Por
ello, un libro de indispensable lectura es el “El Expediente Prado” del autor y
actual congresista Víctor Andrés García Belaunde que con una rigurosa
información expone la vida y obra de un personaje central en la historia del
Perú en el siglo XIX, don Manuel Ignacio Prado, padre de nuestro personaje que
ha de pasar a la historia con el estigma de la traición siendo presidente de la
república en plena guerra con Chile.
Al margen de las
diversas fuentes de enriquecimiento que tuvo este personaje, por primera vez en
la historiografía peruana se presenta y se demuestra los diversos intereses
materiales, económicos y financieros de Manuel Ignacio Prado en Chile antes y
después de la guerra, con propiedades, acciones, banco, minas de carbón y
canteras, como se expone en el capítulo VI, que curiosamente lleva como título
un tema de gran actualidad en razón en la crónica corrupción en los negocios
públicos: “Un gran robo al estado Peruano”
Sin embargo nada de
esto es responsabilidad de Leoncio Prado Gutiérrez que murió luchando por los
altos intereses del Perú, por ello la XXIV Promoción del Colegio Militar
(1967-1969) de la cual soy miembro, que celebra el próximo año sus Bodas de Oro
le rinde un sentido homenaje a nuestro máximo héroe.
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