Al momento de escribir esta nota, faltan escasas horas para que el año
2018 llegue a su fin, un año que empezó cargado de esperanza, de ilusiones, y
de grandes expectativas, por lo que es hora de empezar el balance, de iniciar la
evaluación, de emprender la valoración
de los 365 días, que a decir de muchas personas el año pasó “volando” sin
darnos cuenta.
El año que culmina ha sido muy arduo, de mucho sacrificio para
aproximarnos al proyecto de vida de cada uno de nosotros, pero también del
proyecto de vida de la familia, del barrio, del distrito, provincia, región y del
país. Los resultados de la evaluación del año que se va, será de angustia para
algunos, de importante para otros, de tragedia también para ellos, de alegría,
paz y bienestar espiritual para la gran mayoría, pero siempre con muchísima fe,
porque cada uno de nosotros hace los días diferentes, para bien y mejor de
todos, sembrando solidaridad, fe y esperanza.
Un amigo me cuenta que el año que culmina ha sido muy amargo, de mucha
angustia y desesperación, porque su madre y su hermana viajaron al infinito, se
mudaron a otro mundo, y a ello se suma lo que le ocurrió a una de sus hijas,
que fue víctima de un accidente por la imprudencia de un miserable que manipula
un vehículo y se cree propietario de calles y pistas. Pero aún a pesar de todo
aquello, - me dijo mi amigo - me siento
feliz, porque con la ayuda de Dios logré superar aquellos momentos difíciles.
Culminar el año que se va nos produce mucha alegría, evocamos los
momentos difíciles y trágicos, recordamos lo bueno y lo malo, los proyectos que
esbozamos. Pero iniciar y recibir el año nuevo significa la posibilidad de
fijarnos nuevas metas, constituye la gran oportunidad para hacerlo diferente,
por lo que depende de nuestras decisiones, de liberarnos de las cadenas de
prejuicios, de penas y lastres, aunque también depende del Creador, depende del
Maestro, que camina con nosotros y nos lleva de su mano.
Políticamente ha sido un año de indignación del pueblo peruano al
descubrirse con pruebas contundentes la podredumbre en el Ministerio Público,
Poder Judicial, Congreso de La República, Partidos Políticos y gobiernos
subnacionales. Donde al interior de los Partidos Políticos se han constituido
organizaciones criminales, dirigidas por sus dirigentes que en algún momento se
presentaron ante el pueblo como los limpios y salvadores del país. Pero también
el pueblo peruano reconoce la valía de pocos fiscales y jueces están aplicando
la justicia y luchando contra la impunidad.
En este año nuevo, tiemblan los poderosos. Tiemblan los intocables, los
dueños del Perú, tiemblan los impresentables llamados congresistas que dirigen el
país y llenan sus bolsillos y las cuentas bancarias de sus amigotes, a cambio
del hambre y miseria de los que menos tienen. Sin duda que se juntarán, formaran
alianzas, se blindarán e iniciarán campañas de desprestigios contra quienes
luchan contra la corrupción e impunidad.
Que se escuche una solo voz gritando a los cuatro vientos, que estamos
preparados para un año nuevo 2019, que estamos más unidos que nunca, para
continuar la lucha y por la defensa de los derechos humanos, por el cambio de
esta inerte democracia, por una democracia participativa. Que el año nuevo nos
encuentre listos para promover la necesidad de que la población despierte de su
letargo y sea protagonista principal en búsqueda de la justicia social, para
vivir con dignidad, pero sobre todo para sepultar el sistema que profundiza
cada día las desigualdades e inequidades.
Por un mejor y
productivo año 2019
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