Las dimensiones reales
del escándalo López Meneses, el operador montesinista, apenas se conocen. Ayer,
el almirante José Cueto, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas,
pulverizó la coartada policial que afirma que el dispositivo de seguridad que resguardaba
la casa del operador había sido solicitado por Cueto. “Salazar dice que yo pedí
seguridad en diciembre del 2012”, ha explicado Cueto. Pero el dispositivo del
escándalo se instaló en mayo de ese año.
López vive en Surco; el almirante, en San Borja.
Hay, pues, una disparidad de lugar y fecha.
Otro hecho grave contra la versión de Salazar es
que en ningún momento la Policía comprobó que en la casa super protegida
viviera el jefe del Comando Conjunto.
En el proceso han surgido estas y otras incógnitas
e interrogantes. Nos asalta la preocupación sobre los fines de un resguardo tan
espectacular frente a la casa de López. ¿Qué había allí que requiriera una
protección tan poderosa?
Se han insinuado lazos entre Adrián Villafuerte,
asesor del presidente Ollanta Humala, y López. El primero niega toda relación
con López, y sostiene que ni lo conoce. Esto es muy difícil de creer.
Óscar López era, en la época de Fujimori, yerno del
general Víctor Malca, del círculo más íntimo del montesinismo, y era conocido
como especialista en interceptación de comunicaciones. A su vez, Villafuerte
fue edecán del general montesinista César Saucedo. Sin duda que ambos han
estado reunidos en más de una ocasión. Por ejemplo cuando se firmó el Acta de
Sujeción a Montesinos, en la que jefes y oficiales militares se comprometieron
a oponerse a cualquier investigación sobre violaciones a los derechos
humanos.
Esos vínculos no pueden ser negados. Y por eso
mismo hacen nacer la sospecha de que en las instalaciones insólitamente
protegidas se situaba algo más que la casa de López.
¿Es ese un centro ilegal de espionaje? De ser eso, surgiría otra
pregunta. Si no era un órgano del gobierno ni de ningún instituto militar, ¿a
quién servía? ¿Tal vez a servicios secretos extranjeros?
El ministro del Interior, Wilfredo Pedraza, tuvo el
acierto de defenestrar a varios jefes policiales comprometidos. En la misma
lógica, ha puesto su cargo a disposición del presidente Humala. Un acierto
después de tanto fracaso.
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