A propósito de una persona, dupla, grupo o gobierno
protegidos, por una costosa maquinaria policial, mientras delinquen,
acomodándose a la sombra de una montada seguridad.
En Criminología, cuando se habla de la eficaz
pareja criminal no interesa si son monozigóticos, siameses, bivitelinos o
íncubo y súcubo sus copartícipes, o cual fuere su imbricación, sino su
trascendencia en el tenebroso mundo delincuencial, de ayer y de hoy; tampoco
resulta creíble, que la complejidad de la tarea ilícita emprendida corresponda
a una sola persona, vigilada con singular desmesura, o modesto grupo, por más
kilométrico prontuario que exhiban.
En el momento presente, en Lima, Perú, de
veras nos estremece que se hayan utilizado, ¡sin que el gobierno y un ciego
ministro suyo lo sepan!, durante un año y medio, 8 vehículos patrulleros de la
policía, un carro portatropa, una tanqueta, 20 policías uniformados
y con sueldos pagados puntualmente cada mes, para la custodia diaria, ¡no
de una persona y su padre sin función pública alguna!, sino de un rico
material y equipo sofisticado de chuponeo telefónico y un costoso inmueble que
puede ser público, pero a nombre de un particular (Oscar López Meneses),
el curtido operador, para en él consumar sus fechorías con la protección
inusual.
¿Basta el teléfono o el concierto verbal para
distraer, peculando, bienes o fondos del Estado, en detrimento de la seguridad
ciudadana? ¡Claro que no debe bastar!
Parece que el nefando crimen y su pena que
configura el Derecho Penal no causan intimidación alguna (prevención general)
sino que más bien enseñan el modo propedéutico de esquivar, como el que ensayan
sus protagonistas, sean generales, almirantes o asesores palaciegos,
tirándose uno al otro la resbaladiza pelota, con el pueril y
recusable “a Oscar López Meneses no lo conozco”, “tú fuiste”, “yo no fui”;
“tú me pediste, por teléfono, un patrullero SUAT”, “yo no te pedí”.
Urgen ser apreciados los vídeos a montones que
existen; los partes diarios de esos 20 policías vigilantes; y sus testimonios
por ser testigos presenciales del evento criminal.
¡La primera detención preventiva que el fiscal debe
pedir y el juez ordenar, con urgencia, es la de Oscar López Meneses, como
recipiendario de tamaña y dilatada protección policial para todo lo que había y
sucedía dentro del inmueble, seleccionado con clarísima impostura oficial!
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