EL fotógrafo Gary criticó la explotación
minera ilegal que se extiende y se ramifica en nuestro país.
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al
restaurante por un lomito al jugo con arrocito blanco graneadito y una
manzanilla. “María, la minería ilegal se extiende y ramifica como un cáncer
agresivo por todo el Perú. Desde hace años, con sus monstruosas dragas,
destroza cientos de kilómetros cuadrados de la selva de Madre de Dios,
convirtiendo ese hermoso paraíso en un lugar deprimente y sin vida. Ahora, esa
minería que mata de manera impune ya está en el norte, en Ayabaca, Piura. Hace
poco más de dos meses fueron detectadas en el río Calvas -que divide la
frontera entre el Perú y Ecuador- tres dragas mineras, que son usadas para
excavar debajo del agua y sacar el oro hasta la superficie. Esas dragas son una
verdadera maldición, pues alteran el cauce de los ríos y contaminan el agua y a
los peces con mercurio, cianuro y otros venenos usados para la extracción del
oro. Donde hay una draga, es muy difícil que la vida continúe.
El daño que le hacen al ecosistema es
irreparable. En este caso, el perjuicio será mucho mayor, pues gran parte del
agua del río Calvas va al reservorio de Poechos, que almacena 496 millones de
metros cúbicos de agua para la agricultura y pesquería. Esas aguas sirven para
regar cerca de 82 mil hectáreas de los valles del Chira, Medio y Bajo Piura. O
sea que es muy probable que las miles de toneladas de cultivos ya estén siendo
regadas con esa agua contaminada. ¡Nadie se salvaría de ingerir ese veneno!
Lo increíble, lo vergonzoso, es que los mineros
ilegales peruanos y ecuatorianos que usan las dragas en el río Calvas guardan
todos sus equipos en una casa de adobe ¡a cinco metros del puesto de vigilancia
fronterizo Laguar, de la Policía Nacional! Como si todo el daño que hacen fuera
poco, los mineros ilegales no aportan un solo sol al Estado, pues al ser
informales no pagan impuestos. Mucho menos dan beneficios a sus trabajadores,
que en gran número son niños, a los que hacen laborar en condiciones indignas,
pese a que esa sucia industria mueve cientos de millones de dólares.
Alrededor de las zonas de extracción ilegal del
oro siempre se forman asentamientos humanos donde impera la violencia. Como no
hay ninguna autoridad, esos lugares son “zonas liberadas” donde se cometen
asesinatos y no pasa nada. La prostitución infantil es de cada día, y muchas
niñas son raptadas o llevadas con engaños para ser usadas como esclavas
sexuales. En este momento, muchos inescrupulosos se están haciendo ricos a
costa de destrozar nuestro país, de envenenarnos, de no pagar impuestos. Pero
mientras todo esto pasa, nuestros congresistas se dedican a pelear entre ellos,
defendiendo sus intereses, o a darse la gran vida sin trabajar. Los que
depredan el Perú deben ser encerrados 20 o 30 años, y se les debe quitar sus
sucias fortunas”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
Miércoles 11 de septiembre 2013 -
07:10
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