Mirko Laur La República
Mientras se escriben estas líneas el Congreso se
dispone a discutir, y muy probablemente aprobar a toda velocidad, una fórmula
para salir del impase con Loreto en el tema del lote 192. Hay textos en mayoría
y en minoría, pero en lo básico parece haber acuerdo. Quizás la cosa ya habrá
salido para cuando usted lea esta columna, pero podría tomar un día más.
En lo que ahora hay amplio acuerdo es en la
adjudicación del lote a Petroperú, algo para lo cual existe salida legal.
Petroperú puede sustituir a Perupetro en el contrato de licencia, por un plazo
largo. Falta saber ahora si esto por sí solo basta para calmar las aguas
amazónicas. Pues quedaría pendiente la cuestión del contrato de servicios.
Pues el tema de los servicios, hoy en manos de
Pacific Stratus Energy, es un asunto que tiene que ser evaluado por la
Contraloría. Una fórmula posible es que al pasar Petroperú a concesionario,
Pacific Stratus siga prestándole servicios a la empresa estatal. Los líderes de
la protesta van a tener que pronunciarse sobre este asunto.
Es poco probable que todos esos líderes amazónicos
se queden contentos con el resultado, cualquiera que este sea. En parte porque
no todos piensan igual ni tienen los mismos objetivos (las etnias indígenas son
el caso más saltante, no el único). En parte porque una victoria tan rápida va
a despertar el apetito por otros avances.
Lo sucedido con el lote 192 puede ser visto como un
triunfo de la idea misma de explotación petrolera, y también de la idea la
industria extractiva indispensable para el desarrollo regional. Pero el
componente nacional-estatal no puede ser pasado por alto, pues algo está
diciendo sobre la presencia de capitales extranjeros en la actividad.
Sería un error (peor aún, una fantasía) en los
actuales tiempos y circunstancias imaginar a Petroperú desplazando a las
petroleras extranjeras. Pero el lote 192 sí permite pensar en Petroperú
surcando las aguas de diversos tipos de asociación público-privada. Fue uno de
los proyectos originales de este gobierno.
Pero no cabe olvidar que el Estado peruano ha
venido arrastrando los pies en lo de evitar o remediar los severos problemas
ambientales que se asocian al petróleo amazónico. Este reclamo ha sido en
cierto modo el pariente pobre de la protesta loretana, y es algo que debe
figurar en cualquier solución alcanzada.
Es importante, por último, tomar en cuenta que las
movilizaciones de Loreto están teniendo éxito porque el suyo es un reclamo
positivo, y en esa medida una propuesta de acción productiva concreta. Esto lo
diferencia de casos como Conga o Tía María, donde el fondo de la cuestión es
evitar una salida productiva dada.
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