27 de septiembre del
2016.
Rolando Rodrich
Diario CORREO Piura
Estamos
en deuda, y en falta. Con los padres y deudos de ese chico que acaban de matar
y que está generando, hasta la indignación, la reacción de Piura. Nunca nos
vamos a acostumbrar a la violencia y la muerte, por más que las víctimas dejen
de tener nombres y pasen a ser números de la estadística.
Algo
hemos hecho muy mal, algo hemos dejado de hacer. Nuestra generación, ya de
salida, les está heredando a nuestros hijos y nietos, un estado de cosas que no
fue lo que recibimos de nuestros padres. Con nosotros se ha deteriorado.
Este
pueblo era apacible, nuestros abuelos y padres dormían con la puerta abierta,
la palabra se honraba y tenía mucho más valor que una letra bancaria, el
policía y el cura eran las autoridades del barrio. Hoy se han desacreditado
tanto, la vida ha dejado de ser para muchos más valiosa que un teléfono o unas
zapatillas.
¿Pero
qué hemos hecho? El asunto es complejo para evaluarlo aquí, pero hay que
saberlo para revertirlo en el largo plazo, lo que demoró mucho en gestarse
tardará otro tanto en repararse. No habrá milagros.
Sin
embargo, no podemos cruzarnos de brazos mientras nuestras calles se desangran
en manos de unos pobres desadaptados, en el fondo, víctimas también de este
fenómeno, al que con el dolor de nuestro corazón, tendremos que eliminar de
raíz, porque la sociedad tiene derecho a matar en defensa propia.
Nuestro
organismo social está infectado, la septicemia nos puede matar. Nuestros
mecanismos de defensa deben estar en alerta permanente, en las calles, en
patrullaje permanente, rastrillando cada rincón de las ciudades, cazando estos
bichos mortales.
¿Usted,
señor, señora, cree que si yo -al igual que usted- hubiera tenido una arma de
fuego en el momento en que el delincuente disparaba a mi hijo, habría dudado en
matarlo? Ni lo habría pensado, y si hubiera sido unos segundos antes que
dispare él, mejor. Claro, aunque vengan después las oenegés de los Derechos
Humanos.
A
veces se entiende por qué el prelado dicen que dijo que los derechos humanos
son una cojudez. Mito de caviares porque ni lo dijo ni es cierto porque matar
en defensa propia es un derecho humano. Lo que es una cojudez es dejarse matar
sin hacer algo.
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