No
debemos dar marcha atrás en la protección de nuestros recursos naturales
(*)
La pesca de
arrastre es uno de los métodos más invasivos que existen, pues consiste en usar
una red lastrada que barra o raspe el fondo del mar para capturar todo lo que
encuentre a su paso.
Sus consecuencias
son tan dañinas que la Sala Constitucional prohibió la técnica en una
resolución emitida el 7 de agosto del 2013.
¿Por qué? Tal
actividad pesquera destruye ecosistemas enteros. La pesca de camarón por medio
del arrastre tiene un importante impacto en la ecología porque captura especies
que no son utilizables, como peces pequeños, tortugas marinas, cangrejos,
tiburones y más. Estas especies a menudo son arrojadas por la borda muerta o
moribunda.
Las redes de arrastre
destruyen ambientes y organismos en los fondos de nuestros mares. La captura de
especies no deseadas no solo es un sacrificio animal sino que tiene mayores
efectos negativos a largo plazo.
Consecuencias. Afecta a
los pescadores artesanales y a la gente más pobre que vive en nuestras costas.
Convierte el mar en un desierto.
Mediante esta nociva
práctica se capturan peces que no se utilizan, dejando a pequeños pescadores
con menos presas o sin producto del todo hasta que pierden comida y sustento
diario.
Se alteran las cadenas
alimentarias de los ecosistemas. El raspado del lecho marino genera que los
cañones submarinos se suavicen, limitando así el número de especies que habitan
en él. Cambia el ciclo de vida de las especies, y si se sobreexplota la pesca,
se hace más lenta la recuperación o incluso puede llegar a causar extinciones.
El arrastre daña, en
general, todo el hábitat marino. Destruye el hogar y alimento de múltiples
especies de animales y rompe el equilibrio ecológico.
Es una barbarie económica
porque bota miles de toneladas de productos comestibles para extraer y vender
los de mayor valor comercial.
Según A Global Assessment
of Fisheries Bycatch and Discards, en el mundo se descartan 7,3 millones de
toneladas de especies marinas al año.
Es un sistema miope,
destruye la base que daría alimento y trabajo mañana a muchos pobladores por
una riqueza efímera y para un pequeño grupo. Autorizar la pesca de arrastre es
equivalente a repetir el error de los abuelos cuando volteaban montañas para
hacer fincas. No debemos ir marcha atrás en la protección de los recursos
naturales; debemos poner fin a esta nociva práctica.
Mejor inversión. Costa
Rica tiene la capacidad de compensar la extracción de camarón por arrastre
mediante la acuicultura y preparando al sector de pesca artesanal para mejorar
la extracción a través de un método sostenible y reduciendo significativamente
las consecuencias en nuestro ecosistema.
Más aún, nuestro país
subsidia con unos ¢10.000 millones el combustible de la pesca insostenible. ¿No
es mejor usar ese dinero para preparar a los pescadores a fin de que utilicen
con inteligencia nuestro patrimonio azul?
Así lo hicimos hace un par
de décadas con el patrimonio verde y el ecoturismo. Que los mares no sean el
talón de Aquiles de Costa Rica.
(*)La autora es estudiante de Derecho.
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