ESCRIBE:
JORGE MANCO ZACONETTI
Parafraseando al personaje Zavalita de la novela “Conversación en la
Catedral” sirva esta entrada para interrogarse sobre el pasado, presente y
pasado de PetroPerú, cuando nuestros vecinos de Chile, Ecuador y Colombia
mantienen y promueven la presencia estatal en el sector de hidrocarburos, y más
del 75 por ciento de la producción mundial y reservas de petróleo y gas está
bajo responsabilidad de los estados nacionales.
¿Por qué la derecha liberal de nuestro país en una especie de
esquizofrenia cuestiona la presencia de la petrolera estatal a pesar de su rol
estratégico y rentabilidad?
Si existiera una clase dirigente en el Perú con una visión nacional de
desarrollo, como la que existe en Chile y Colombia, cuyos capitales públicos y
privados tienen una presencia importante en el sector energético de nuestro
país participando en la distribución de gas natural, gas licuado de petróleo
(GLP), transmisión eléctrica, explotación de crudo, transporte marítimo etc.
debiera ser la mayor interesada en tener una empresa petrolera estatal moderna,
eficiente, rentable, que asegure el abastecimiento energético por medio de los
combustibles limpios; de allí la importancia de la modernización de la Refinería
de Talara de PetroPerú.
En el mismo sentido esa clase dirigente no permitiría que la petrolera
estatal fuese un botín de los gobiernos de turno, fuente de corruptelas y
negocios privados, agencia de empleo con cada gobierno, con directorios inexpertos
e ignorantes de la dinámica del sector de hidrocarburos. Igualmente no
permitiría la administración e intromisión política en el manejo empresarial,
con ministros de Estado y altos funcionarios al servicio del interés privado.
LA DESCAPITALIZACIÓN SISTEMÁTICA
Debiera ser evidente que la inquina de la derecha liberal hacia
PetroPerú tiene su origen en la partida de nacimiento de la petrolera estatal,
cuyo origen está ligado a los vientos nacionalistas del gobierno militar del
general Juan Velasco Alvarado con la expropiación de los activos a la
International Petroleum Company, la cuestionada IPC que con la fusión con la
Empresa Petrolera Fiscal, dieron nacimiento a PetroPerú, cumpliendo la vieja
aspiración del “petróleo para los peruanos”, superando la infamia del Laudo de
la Brea y Pariñas, y de más de cincuenta años de oprobio
Por ello, la época de oro de la petrolera estatal está ligada a los años
setenta del siglo pasado, donde técnicos e ingenieros peruanos descubren el oro
negro en la selva nor oriental, lote 8 de Trompeteros, que con el petróleo del
lote A y B bajo responsabilidad de la OXI, que luego se fusionan para dar
origen al lote 1-AB, alimentan el Oleoducto Norperuano, uno de los activos
fundamentales de PetroPerú, que hoy la presente administración pretende
privatizar bajo la modalidad de concesión y/o asociación con privados.
Este contrato del lote 1-AB que fue re negociado en 1986 por el primer
gobierno de García Pérez debió terminar en agosto del 2007 y devuelto al estado
para luego ser transferido a PetroPerú, pero las fuerzas oscuras de la anti
patria en el 2001 durante el gobierno de transición enajenaron las reservas
probadas, probables y posibles más las instalaciones de dicho lote para
favorecer los intereses de la transnacional argentina Pluspetrol, que se hizo
grande con los activos privatizados de PetroPerú, con los cuales financió su
presencia del 27.2 por ciento en el Consorcio Camisea.
Es decir, Pluspetrol empresa que explota a sus trabajadores peruanos
enajenándoles la participación de utilidades a los mismos, de ser una
cenicienta en materia de hidrocarburos a nivel internacional se hizo grande
gracias a la privatización de PetroPerú.
Lo mismo se reproduce con el Grupo Graña y Montero que explota los lotes
que fueron de PetroPerú I, III, IV, V, como también administra sus terminales
abonando ridículas tarifas a costa de la petrolera estatal. ¡Y después le dicen
ineficiente a la petrolera estatal!
Sin embargo la descapitalización sistemática ocurrió en el período
1986/1990 cuando PetroPerú fue sometida a una política de subsidios en una
versión populista del modelo heterodoxo que le generó gigantes pérdidas a costa
de la rentabilidad de PetroPerú.
Así, por decisión de la política de gobierno de ese entonces la
petrolera estatal fue obligada a vender en promedio un galón de combustibles a
US $ 0.20 centavos de dólar cuando el costo de producción era de US $ 0.52
centavos, por tanto en la venta diaria perdía US $ 0.32 centavos por galón.
Un simple cálculo para el año 1989 nos puede exponer la magnitud del
subsidio y la grave irresponsabilidad del gobernante aprista. Si la demanda
interna y las ventas de PetroPerú eran de 90,000 barriles diarios que
multiplicados por 42 galones, pues un barril equivale a esa cantidad de
galones. A su vez el resultado obtenido se multiplica por la pérdida diaria de
US $ 0.32 centavos.
Ello nos determina que PetroPerú tenía una pérdida diaria de US $
1’209,600 dólares por ser obligada a vender un galón de combustibles por debajo
del costo de producción (90,000 barriles X 42 galones X US $ 0.32 centavos).
Por tanto esta pérdida diaria en un año se convertía en más de US $ 441.5
millones de dólares.
En cinco años de populismo irresponsable las pérdidas acumuladas y no
reconocidas como inversiones sociales como se hizo en Colombia, pues estos
subsidios indiscriminados constituían parte central del modelo heterodoxo,
significaron una descapitalización superior a los US $ 2,207 millones que
afectaron el patrimonio, las inversiones de reposición y mantenimiento en la
petrolera estatal.
Aun así bajo estas condiciones PetroPerú gracias al esfuerzo y capacidad
de sus trabajadores no dejo de suministrar los combustibles a nivel país
cubriendo la demanda interna, como lo hace actualmente satisfaciendo el mercado
interno en competencia con empresas privadas.
Sin embargo, la estocada final devino después de 1990 con el gobierno de
Alberto Fujimori ungido por el voto popular de las izquierdas y el APRA que
encontró en las pérdidas generalizadas de las empresas públicas, la excusa y
justificación ideal para una radical privatización de la Actividad Empresarial
del Estado, cuando prometió fortalecer la presencia estatal.
Así, PetroPerú privatizada a medias desde los años noventa del siglo
pasado, fue obligada a transferir sus principales activos como La Refinería La
Pampilla, filiales rentables como Solgás, la naviera Transoceánica etc. Sin
lotes petroleros que fueron transferidos al sector privado para su explotación
pues supuestamente las empresas privadas debían incrementar la producción de
crudo y asumir riesgos e invertir cuestión que no se verifica en la realidad si
se contabiliza el número de pozos exploratorios desde 1998 a la fecha.
Un promedio de cinco pozos como promedio en las dos primeras décadas del
siglo XXI, cuando PetroPerú en la década de los setenta perforaba más de 70
pozos exploratorios anuales. Es más, si no invirtieron cuando el precio del crudo estaba a 100 dólares el barril ¿Por qué habrían de
hacerlo con precios menores a los 50 dólares?
RENTABILIDAD A PESAR DEL DESCUARTIZAMIENTO
En el cuadro “PetroPerú: Resumen de los Estados Financieros” 2010 al
primer semestre del 2017, se exponen los ingresos, utilidades brutas,
operativas y netas de la petrolera estatal, destacando que sus resultados
económicos positivos serían absolutamente superiores si fuera una empresa
integrada con lotes de producción propios y estaciones de grifos para la
distribución minorista.
Ello lo confirma la consultora privada de reconocido prestigio
internacional como Wood Mackenzie contratada en el gobierno anterior, donde
técnicamente recomendaba la integración vertical, es decir la producción propia
de petróleo y gas bajo responsabilidad de PetroPerú.
También debiera ser evidente que con la modernización de la Refinería de
Talara los ingresos de PetroPerú y utilidades operativas serán superiores pues
los márgenes de refinación serán mayores a los que actualmente obtiene, pues la
refinería del norte estará en capacidad de tratar 95 mil barriles diarios, y
procesar el crudo pesado de la selva nororiental de los lotes 8, 192, 67 entre
otros.
Con la Refinería de Talara se aumentará en más de 40 mil barriles
diarios la capacidad de producción de condensados medios, refinando diésel 2
con 50 partes por millón de azufre que actualmente se tienen que importar para
abastecer el mercado local.
En conclusión, el problema central de PetroPerú no es técnico ni
económico que tienen su explicación e importancia. Es sobre todo político e
ideológico, pues el modelo aplicado desde 1990 a la fecha recomienda su
privatización, a pesar de su importancia estratégica cubriendo más del 50 por
ciento del mercado de las ventas internas, con su rentabilidad demostrada y los pésimos negocios que
tiene que suscribir con privados.
En conclusión, a diferencia de Chile y Colombia lo grave del drama de
PetroPerú es la falta de visión de estado de nuestros gobernantes, de la
ausencia de objetivos estratégicos en materia de energía como país donde los
recursos naturales y energéticos estén al servicio de las grandes mayorías y
permitan un abastecimiento seguro, oportuno, a precios razonables con respeto
de las normas ambientales en todas las fases de las operaciones, producción,
refinación, transporte y distribución.
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