COLOMBIA Y BOLIVIA SEÑALAN EL RUMBO
ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI
Siempre he
sostenido que una nueva política energética debe apostar por la explotación de
los recursos naturales más abundantes que yacen en el subsuelo del país. Por
ello, resulta una necesidad, un imperativo categórico fomentar la masificación
del gas natural a lo largo y ancho del país.
Al menos
que se quiera seguir pagando más de 40 soles por un balón de GLP, que es otro
hidrocarburo distinto al gas natural que se instala en los hogares mediante
tuberías. Mientras el gas licuado de petróleo (GLP) se vende en balones de 10
kilos y al granel constituyéndose en el combustible más usado por las familias
urbanas, la pequeña industria y comercio, con un parque automotor creciente en
GLP vehicular.
Ello
supone redefinir el rol del Estado en un sector que resulta estratégico por la
realidad misma al margen de las ideologías. Por tanto la política energética no
puede depender de las fuerzas del “libre mercado” como lo expone el marco legal
del país. La seguridad energética no puede depender de los vaivenes del mercado.
EN COLOMBIA
En
Colombia con una política de estado con una visión de largo plazo, con la
presencia de una petrolera estatal integrada en todas sus operaciones,
explotación, transporte, refinación, distribución y comercialización, es
posible promover las inversiones con éxito en asociación con el capital
privado.
Recuerdo
que hacia los años 90 del siglo pasado la situación petrolera de Colombia era
crítica, como lo es la nuestra en el presente. A pesar del narcotráfico, la
guerra interna, violencia institucional, un gobierno liberal impuso una
política petrolera que fortaleció a su empresa estatal Ecopetrol con una
gestión eficiente ajena a la intervención de los gobiernos de turno.
Con una
petrolera estatal, con una agencia de contratos independiente y la presencia de
importantes empresas petroleras, hoy Colombia produce un poco más de 800 mil
barriles diarios, y lo más importantes se perforan mediante pozos exploratorios
de riesgo, un promedio de 70 a 80 pozos por año.
Con una
geología más o menos parecida a la de nuestro país en los últimos 30 años la
perforación de pozos de riesgo en promedio ha sido de 6 pozos por año. Es más,
la explotación de crudo en los lotes petroleros que fueron de PetroPerú y más
tarde privatizados, se aprovecharon las reservas probadas, probables y posibles
que dejo la petrolera estatal.
Es más,
gracias a la intervención de Ecopetrol a
una inteligente política de subsidios, la economía colombiana con menores
reservas probadas de gas natural en relación a nuestro país, tiene más de 8
millones de usuarios que se benefician de la cultura del gas en términos de
precios y ganancias ambientales.
En nuestro
país la masificación del gas natural avanza a paso de tortuga pues depende de
las decisiones de las empresas transnacionales (Hunt Oil, Repsol, Pluspetrol,
SK de Corea, Sonatrach de Argelia etc.) que definen en última instancia las
posibilidades de la masificación.
CON LA BOLIVIA DE EVO
El otro
ejemplo positivo de masificación del gas natural lo constituye el estado boliviano
con Evo Morales, donde según antes “gobernaban los gringos, hoy gobiernan los
indios”. En el país altiplánico desde el 2006 con la recuperación de la
soberanía sobre la propiedad de los hidrocarburos, negociando con el capital
transnacional, mejorando los precios de exportación del gas natural que se
exporta a los países vecinos de Argentina y Brasil, la economía boliviana ha
monetizado desde un punto de vista nacional el recurso gasífero.
Ello ha
supuesto un cambio político cualitativo, el apoyo de las mayorías con un
partido oficialista. Lo cierto es que si antes el estado percibía el 22 % de la
riqueza gasífera, y el resto era de las trasnacionales (Repsol, BP, Shell,
Pluspetrol etc.), ahora la relación se ha invertido, y los capitales privados no se han retirado de dicho país.
La
capitalización de los recursos gasíferos ha dado un paso industrial a tal punto
que han inaugurado una planta de fertilizantes produciendo urea que resulta un
abono deficitario en la región. Con un millón de toneladas anuales cubrirán las
necesidades del mercado interno y el resto será exportado a los países vecinos.
Si bien
los precios de exportación del gas natural por medio de ductos a Brasil y
Argentina fueron sincerados con tarifas superiores a los US $ 5 dólares el millón,
con lo cual mejoraron sustantivamente los ingresos de exportación y los
recursos fiscales del estado, al punto que
pudo financiar los diversos programas sociales en la lucha contra la
pobreza y la credibilidad de su gobierno.
Con una
población menor a los 15 millones de habitantes, los beneficiarios a la cultura
del gas superan los dos millones de familias, con lo cual ha convertido al gas
natural en una palanca de desarrollo, por lo cual la economía boliviana ha sido
considerada la de un mayor crecimiento económico del PBI en América Latina con
tasas cercanas al 5 % en los últimos tres años.
EPÍLOGO
El ejemplo
colombiano y boliviano con políticas de estado de largo plazo, con bases
ideológicas liberales unas y socialistas la otra, coinciden en la necesidad de
una masificación del gas natural al servicio de las grandes mayorías.
En nuestro
país, hubiese sido interesante preguntar mediante un referéndum al pueblo si
desean un cambio en la política energética apostando por la masificación del
gas natural, un recurso que tenemos en abundancia en los lotes 88, 56, 57 y 58,
y otros.
No
solamente tenemos gas natural en el llamado Gran Camisea, también este
energético subyace en Tumbes en Z-1, con recursos que fueron descubiertos por
PetroPerú en la década de los setenta del siglo pasado, y que empresas privadas
usufructuaron con el fujimorismo.
También
existen reservas de gas natural en Piura en los lotes Z-2B donde se reinyectan
más de 60 millones de pies cúbicos diarios, y existe un potencial superior a un
trillón de pies cúbicos de gas natural. También en otros lotes tales como I,
II, VI/VII, X y sobre todo en el XIII.
Es decir,
en el Cuzco, Aguaytía, Tumbes, Piura existen importantes reservas y recursos de
gas natural que debieran estar al servicio de la masificación. Con un país
conectado al gas natural las familias pagarían a lo mucho S/ 15 soles mensuales
por consumo mensual equivalente en lugar de estar pagando por un balón de 10
kilos de GLP más de 40 soles.
Para hacer
ello, posible necesitamos recuperar la soberanía plena sobre los recursos
hidrocarburíferos que están conformados por el petróleo, los líquidos y gas
natural. Todo lo demás es verso.
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