Los investigados capturan la
investigación.
El fiscal de la Nación, Pedro
Gonzalo Chávarry, ha dado un golpe sobre la mesa; o mejor dicho,
un golpe. Ha descabezado el Equipo Especial Lava Jato del
Ministerio Público, destituyendo a los dos fiscales que más logros obtuvieron
en el caso más importante de la corrupción de las últimas décadas que involucra
a cuatro expresidentes y decenas de políticos.
Pero Chávarry no nos engaña; no
ha podido engañarnos los seis meses en el cargo con la sucesión de mentiras
sobre sus relaciones en el sistema de justicia y el Congreso, sus vínculos con
el CNM audios y su pasado en la fiscalía.
La destitución de Rafael
Vela y José Domingo Pérez no es solo la venganza de
un fiscal cuestionado e impopular. Es la captura del caso Lava Jato por los
investigados para ahogarla en la impunidad, para cancelar los avances logrados,
impedir el acuerdo de colaboración con Odebrecht, paralizar y desviar las
indagaciones y salvar al grupo de políticos investigados. Es un golpe a Lava
Jato.
Este golpe no ha podido ser más
vergonzoso; fue anunciado a pocas horas del Año Nuevo y
sus argumentos, de una extrema pobreza, son de orden personal: haber sido
criticado por los destituidos. Chávarry se ha pasado semanas buscando razones
creíbles para este golpe y no las ha encontrado porque no existen.
El Fiscal de la Nación ha actuado
con alevosía, colocando en reemplazo de los fiscales Vela y Pérez a dos
magistrados incondicionales que ya han mostrado negligencia en otras
diligencias a su cargo, y ambos mencionados con vínculos a la organización ‘Los
Cuellos Blancos del Puerto’ en el informe de la Acusación Constitucional del
exvocal César Hinostroza que
presentó el congresista Oracio Pacori.
La batalla por la restitución de
los fiscales Vela y Pérez al caso Lava Jato no es, exclusivamente, la defensa
del caso y de los ejemplares magistrados. Es la batalla por la defensa de la
fiscalía y la legalidad que esta institución debe representar. Por esta razón,
la grotesca embestida de la red investigada para eludir la acción de la
justicia no tiene punto de retorno si Chávarry permanece en el cargo; él sabe
qué hacer para favorecer a sus socios y actúa en consonancia con ello.
En las últimas horas se han
propuesto diversas medidas legales para retirar a Chávarry del cargo y salvar
la lucha contra la corrupción en el Perú, desde la aprobación de las
acusaciones constitucionales en el Congreso –retenidas por sus socios y
favorecidos de Fuerza Popular y el Apra– hasta la
presentación por el Gobierno de un proyecto de ley para reorganizar la Fiscalía
y la convocatoria para ello de una legislatura extraordinaria por el presidente
de la República.
No obstante, ninguna medida
prosperará si no se produce bajo el impulso de los ciudadanos. Esta es la hora
de la unidad nacional para impedir que los investigados tomen el control del
caso Lava Jato y de la presión democrática y pacífica de los peruanos. La
respuesta cívica no puede cesar hasta conseguir sus propósitos.
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