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Augusto Álvarez Rodrich |
Augusto Álvarez Rodrich
Diario La República
El drama de Keiko Fujimori es que todo lo que diga a partir de ahora
contra Nadine Heredia será un bumerán que contribuiría a enviarla a la cárcel
porque el supuesto delito por el cual se le podría acusar es exactamente el
mismo por el que la ex primera dama ha sido remitida al anexo del penal de
Santa Mónica.
Es más, todo lo que Keiko ya dijo en el pasado sobre Nadine podría
servir como argumento para decretar su prisión preventiva, a pesar de que haya
despachado a su combo parlamentario de emergencia a dar las explicaciones más
inverosímiles.
Un combo que incluye a ese justificador jurídico de lo que haya que
justificar al margen del principio y según la circunstancia en que se ha
convertido el congresista Miguel Torres, y a la barra brava de sus colegas
Rolando Reátegui y Héctor Becerril, duchos en el arte del choque y la emboscada
ante la falta de argumentos.
Porque el gran problema que tiene ahora Keiko Fujimori es que los
argumentos para eludir las noticias que llegan desde Brasil sobre las
contribuciones de campaña que le habría entregado Odebrecht son muy débiles si
se compara con lo que está ocurriendo con Nadine Heredia.
Como ha explicado tan bien esta semana Rosa María Palacios en su
programa Sin Guion de La República TV, esto es así, pero no porque las
contribuciones indebidas para campañas electorales constituyan lavado de
activos, según la normatividad vigente decidida por el congreso.
Esto es así porque las situaciones de Keiko y Nadine parecen casos
espejo, según la información de los testimonios y agendas de Marcelo Odebrecht,
y porque los mismos fiscales y jueces que enviaron a Heredia a Santa Mónica son
los que tendrán que decidir ahora qué hacer con Fujimori.
El nerviosismo en Fuerza Popular es evidente y eso seguramente explica
por qué han tenido que soltar al ruedo a Torres, Becerril y Reátegui, un grupo
al que seguro pronto se sumará Lourdes Alcorta sin la ponderación que, por
supuesto, no la caracteriza.
Si la ley en el Perú es igual para todos, y los fiscales y jueces actúan
con el mismo criterio al margen de quién sea la persona procesada, pues Keiko
Fujimori tendría que seguir la misma (mala) suerte de Nadine Heredia, quien, en
retribución, debería recibirla con un sánguche de queso.
Eso es si la ley y los criterios de jueces y fiscales se aplicaran igual
si no tienes bancada parlamentaria que si tienes 71 congresistas. Pero quizá
eso sea pedirle mucho al sistema peruano, donde vale tanto la pregunta de ‘¿tú
sabes con quién estás hablando?’.
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