La
deforestación de más de 2 mil hectáreas de bosques en Tamshiyacu, Loreto, en
manos de la empresa Cacao del Perú Norte, es un caso simbólico de la carrera
por la tierra a escala global que muestra grandes asimetrías de acceso a los
recursos naturales en medio de disputas y despojos. Los agricultores que se
resisten a vender sus terrenos son los más afectados como vemos en el capítulo
‘Conflictos locales por la tierra’ del libro “Acaparamiento de tierras en la
Amazonía peruana: El caso Tamshiyacu” de Juan Luis Dammert.
ESCRIBE JUAN LUIS DAMMERT/ Sociólogo e
investigador de Oxfam*
Durante las visitas de campo en 2016, Cacao del
Perú Norte seguía comprando tierras en Tamshiyacu, en muchos casos a través de terceros.
A septiembre de 2015, la compañía declaraba en reportes de la Bolsa de Valores
de Lima que tenía a su nombre 3,787 hectáreas de terreno agrícola titulado. Si
bien hay agricultores, empleados de la empresa, vecinos de Tamshiyacu y
autoridades locales que ven favorablemente la presencia de la empresa en el
distrito, los casos de desposesión de campesinos y destrucción ambiental son
también evidentes. De acuerdo con las múltiples entrevistas realizadas, la
empresa, a pesar de las denuncias, conflictos y órdenes de paralización, sigue
adquiriendo tierras en Tamshiyacu.
La búsqueda de tierras de United Cacao ha generado
conflictos en la zona. Estos conflictos son variados, pero tienen algunos
elementos comunes: la negativa de la población a perder las tierras que
consideran suyas, el énfasis legalista de la empresa frente a ciudadanos que en
muchos casos no tienen sus papeles en regla y el uso de malas prácticas
corporativas por parte de la empresa para conseguir nuevas tierras. Esta
sección describe estas dinámicas y termina con un caso emblemático en el
distrito, el del conflicto entre Cacao del Perú Norte y el ciudadano Ruperto
Vásquez
Hay dos elementos en disputa: los bosques que los
agricultores del caserío consideran como suyo y el cementerio del pueblo, que
estaría ubicado en un terreno adquirido por la empresa. Los agricultores de
Panguana, como es común en todo el distrito, tienen sus chacras relativamente
cerca del centro poblado. Ahí siembran principalmente piña y umarí, que venden
en las orillas del río Amazonas para su comercialización en Iquitos. En muchos
casos no tienen los documentos de titulación en regla, sino que los
agricultores tienen en algunos casos constancias de posesión, en otros título
de propiedad y en algunos casos no tienen ningún documento, a pesar de que
están en la zona hace generaciones y en el pueblo está claro quién ocupa qué
área.
Tamshiyacu, pueblo de la región Loreto. Foto: Diego Pérez. |
Hacia “el fondo” del área que ocupa este centro
poblado (cuyos límites ellos y sus colindantes conocen), hay grandes
extensiones de bosques que son usados para caza, recolección y extracción y que
son vistos por el pueblo como su zona de reserva. Estos usos de la tierra no
están formalmente reconocidos por el Estado.
Lo que sí ha sido reconocido por el Estado es la
necesidad de relocalizar el pueblo, en tanto está perdiendo terreno por la
erosión del río Amazonas. El pueblo sería ubicado más adentro, en tierra firme
a mil metros del río, por lo que a estos ciudadanos les genera incluso mayor
ansiedad la pérdida de tierras en lo que consideran “su fondo”. Las trochas
iniciales que hizo la empresa para demarcar sus tierras llegan a tan solo 200
metros de donde estaría ubicado el nuevo pueblo. Sin embargo, de acuerdo con
autoridades del centro poblado, se llegó a un pacto con la empresa para que el
lindero esté más al fondo, a tres kilómetros del río.
"Panguana 1 es un caserío al norte de
Tamshiyacu, a orillas de uno de los canales que a esa altura forma el río
Amazonas. Este es un caso emblemático de un caserío que se resiste a la
expansión de la empresa."
Los problemas de superposición con la empresa se
originan, parcialmente, a raíz de la venta de terrenos por parte de
agricultores de Panguana 2, un caserío vecino. Un grupo de agricultores de
Panguana 2 vendió títulos de propiedad que habían adquirido en el marco del
Decreto Legislativo 838 (en una campaña de titulación similar, o posiblemente
la misma, a la de los predios de la Asociación Los Bufaleros). Estos
agricultores de Panguana 2 tenían los títulos en lo que ellos consideran “el
fondo” de su caserío, pero sus chacras estaban ubicadas más cerca. Es decir, en
la mayoría de casos las tierras no eran explotadas agrícolamente sino para
fines de caza, recolección y extracción de recursos del bosque. Al
georreferenciar estos predios, estos “se movieron” hacia las áreas ocupadas por
los agricultores de Panguana 1. Esta figura es la misma que en el caso de Ruperto
Vásquez (ver abajo) y es un problema generalizado en Tamshiyacu (y posiblemente
en toda la Amazonía): al momento de realizar la georreferenciación de predios
titulados en el pasado, estos no calzan con los usos actuales de la tierra,
generando problemas de superposición. En este caso la empresa parecería optar
por una visión formalista de la ley para hacerse de predios ocupados
consuetudinariamente por campesinos locales
La expectativa que tienen actualmente en Panguana 1
es de ser reconocidos oficialmente como centro poblado, lo cual implica un
plano oficial pero no otorga derechos de propiedad sobre la tierra. Esto último
no es entendido plenamente por las personas del caserío. Sin embargo, este
trámite de reconocimiento está entrampado en tanto, en algún momento de la
historia, para sorpresa de todos, el caserío habría sido inscrito como
comunidad campesina, que es una figura con la cual no están familiarizados los
miembros del caserío.
El tema del cementerio, con todo el simbolismo
asociado que acarrea, es de especial preocupación para los residentes de
Panguana 1. De acuerdo con los ciudadanos del caserío entrevistados para esta
investigación (1) el terreno donde se ubica el cementerio sería propiedad (es
decir, en términos burocráticos más no en la práctica) de un señor que falleció
hace pocos años. El hermano de esta persona habría adquirido el título de
propiedad y lo vendió a la empresa. En una reunión del pueblo con
representantes de la empresa, “los ingenieros dijeron que habían comprado estos
terrenos y que nos daban tres meses para sacar a nuestros deudos” (2). A esto
se sumaron explicaciones de que el terreno sería usado en el marco de una vía
que iban a construir para conectar las tierras que habían comprado en Centro
Industrial con la orilla del Amazonas, pasando por el cementerio; y también
explicaciones de supuestos beneficios que recibiría el pueblo si se unían con
la empresa.
El prospecto de mover de lugar a los muertos generó
una reacción muy fuerte en el pueblo, que incluso convocó a los ciudadanos de
Panguana que viven en Iquitos (referidos por las autoridades de Panguana como
“las colonias panguanistas”), que incluyen a personas con mayores recursos y
conocimientos legales. A raíz de la oposición tajante, la empresa habría
cambiado su versión y señalado que ellos nunca dijeron que afectarían el
cementerio, sino que su proyecto era cercarlo para que estuviese mejor cuidado.
Ofrecieron además útiles escolares, chocolatadas, charlas y créditos a través
del PAPEC, pero el pueblo se mantuvo firme en rechazar la presencia de Cacao
del Perú Norte en su zona. Según los entrevistados, habrían dicho que “No
estamos de acuerdo con esta empresa, esta empresa nos va a dejar sin tierras.
No vamos a escuchar a esta empresa, señores autoridades”, y acto seguido se
retiraron de la reunión.(3) Las autoridades se quedaron para ayudar a los
visitantes a retirar sus materiales. (4)
En el caso de Panguana 1, como es común en la zona
y en general en la Amazonía peruana, la situación legal de la tenencia es
enredada y compleja.
"La gran mayoría de residentes de Panguana no
comprende los aspectos legales de estos problemas, y ciertamente el Estado hace
poco para resolverlos de una forma razonable".
Son conscientes de que no tienen el título de
propiedad en regla y que por lo tanto “el Estado ve nuestras tierras como
baldíos”. En la percepción de los agricultores de Panguana 1, la empresa es
multimillonaria y estaría detrás de las trabas en su titulación. Ante este
panorama, “la gente del pueblo está en la idea de defenderse con escopetas o lo
que sea para hacer respetar sus linderos”. (5)
Distribución de una muestra de parcelas trabajadas bajo el Programa Alianza Producción Estratégica Cacao - PAPEC. Elaborado por WCS. |
En otro caso, un entrevistado de la comunidad
campesina ribereña Gran Perú explicó que son una comunidad campesina reconocida
tramitando su titulación, pero los trámites con el Estado avanzan muy
lentamente o simplemente se estancan: a pesar de que presentan el conjunto de
requisitos, no logran que se publique la resolución de titulación. Su
interpretación es que no se les titula en tanto la empresa quiere hacerse de
sus tierras y logra influir en el gobierno regional para que no se concrete su
titulación. “Esos señores han estado comprando parcelas a vecinos. Su idea es
expandirse más, atropellando parcelas con posesión y título también. Están
depredando bosques por todo el distrito. Les quitan flora y fauna. Estamos
buscando quién nos apoye en la defensa de nuestras tierras”. (6)
En el caso de Panguana 2, por otra parte, sí hubo
mayor acercamiento de miembros del caserío con la empresa, al menos en un
inicio. La empresa llegó a la zona por intermedio de la agente municipal y
organizó una chocolatada con los niños y donó latas de pintura para que pinten
el local comunal. Luego se produjo una reunión del pueblo con los ingenieros de
la empresa donde hicieron ofertas para comprar terrenos, ofreciendo alrededor
de 5 mil soles por predios de alrededor de 50 hectáreas y ofreciendo créditos a
través del PAPEC. (7)
A pesar de que colectivamente las personas reunidas
se opusieron a vender, hubo un grupo de personas que sí vendió, para lo cual
fueron llevados a firmar los documentos a Iquitos. De acuerdo con los
testimonios recogidos en la zona, los vendedores no conservaron copias de las
minutas de compraventa. La empresa todavía no ha empezado las acciones de
desbosque en la zona, posiblemente porque se trata de áreas que al ser
georreferenciadas se superponen con las áreas de Panguana 1, con la cual la
empresa mantiene un conflicto.
La tendencia a acaparar tierras en la zona por
parte de United Cacao se entrelaza con los múltiples casos de disputas por la
tierra entre familiares, arrendadores y colindantes. En un caso particular
cercano a Tamshiyacu, la persona entrevistada narra cómo su hermano le “prestó”
una porción de su predio (sin documentación) a una vecina para que lo trabaje,
pero al fallecer el hermano la vecina se empadronó en el programa de titulación
y le terminó vendiendo a un testaferro de la empresa 7 hectáreas de un predio
de 20 hectáreas. Esto le ha generado una disputa legal con DISAFILPA, en la
cual incluso le han identificado problemas de forma en la inscripción de su
predio, cuestionando su posesión. A pesar de que el caso está en juicio, las 7
hectáreas en disputa ya fueron deforestadas por la empresa.
Pobladores del caserío de Panguana 1. Foto: Diego Pérez |
La entrevistada hizo gestiones con la Dirección Regional Agraria de Loreto, donde se dio la orden para que se le titule las 20 hectáreas, pero sin embargo esto no se ha materializado vía DISAFILPA, que según ella, trabaja cercanamente con la empresa. En DISAFILPA le señalaron que no tocarán su caso hasta que no salga una Resolución Directoral, ya que es un caso muy delicado. En la Defensoría del Pueblo le señalaron que hasta que no haya un documento firme, no la pueden defender. Cuando ha estado con personas de la empresa, estas le han dicho que ella “no era nadie y que no significaba nada, además que ese terreno era de su hermano. Ese ingeniero es bien malcriado. Me quiso meter máquinas por la noche. Yo fui a sacarlos. Había dos chicos con las máquinas, pero yo fui rezando, pidiendo ‘Señor no me dejes sola’. Al final sacaron las máquinas.” Reflexionando sobre este confuso y enredado proceso, la entrevistada señala que “en esta lucha estoy yo solita (...) la gente no entiende lo que va a suceder. Viven el momento y no ven el futuro”.
Un elemento repetido constantemente por entrevistados
de la zona (que fueron entrevistados por separado en diferentes viajes y áreas
del distrito) es que la empresa originalmente les señaló que les convenía
vender sus tierras porque, de lo contrario, estas iban a revertir al Estado y
las iban a perder de todas formas. Esta explicación –a todas luces irregular–
podría ser un recurso de empleados de segundo o tercer nivel que tienen la
consigna de conseguir tierras, y no una directiva corporativa de la empresa.
Podría ser también un modus operandi generalizado. El hecho concreto es que, en
su relación con la población de la zona, la empresa utiliza mentiras de este
tipo para presionar a los agricultores a que les vendan sus tierras.
Otros testimonios dieron cuenta también de
prácticas irregulares de la empresa en su relación con los agricultores que no
los apoyan. En Panguana 1, por ejemplo, un grupo de agricultores señaló que la
empresa por el momento no insistía con entrar al pueblo pero había dicho que
“estaban esperando que entre al gobierno PPK para poder entrar en Panguana”. En
Panguana 2 un entrevistado señaló que cuando dijo que no vendería sus tierras,
ingenieros de la empresa le dijeron que “les mandarían 600 matones” . Asimismo,
varios entrevistados dieron cuenta de lenguaje despectivo por parte de los
emisarios de la empresa, con afirmaciones como “ustedes no significan nada en
lo que es un mapa del Estado”
Pero las acusaciones no se limitan a conflictos por
la propiedad de predios. Al momento de una de las visitas, varios ciudadanos
afectados aseguraban que se estaba produciendo la contaminación de una quebrada
en la zona (la quebrada Manzanillo) y que había habido grandes cantidades de
peces muertos.
Prácticamente todos los entrevistados en la visita
de mayo de 2016 estaban muy consternados por el tema de los peces muertos.
Aunque las teorías que circulaban sobre las causas de este suceso variaban, en
todos los casos existía la percepción de que se debía a las acciones de la
empresa. De forma similar, en Panguana 2 también manifestaron que el agua de
las quebradas estaba ahora contaminada. Siempre de acuerdo con la versión de
los agricultores, la plantación utiliza herbicidas que terminan en la quebrada
cuando hay lluvias. La quebrada Manzanillo, según los testimonios de
agricultores entrevistados, está en su nivel más bajo y ha sido enderezada en
la zona donde opera la empresa.
Actualmente los animales ya no bajan a tomar agua a
las quebradas y las personas tampoco pueden tomar esa agua contaminada. Otro
testimonio corrobora la versión de la contaminación y señala que en la quebrada
Manzanillo antes llegaba el agua cristalina y la gente bebía directamente, pero
que “ya no se puede desde el tiempo que entró la empresa”. En otro testimonio
recogido, el entrevistado señaló que “la empresa de cacao no es minera, sino
agroindustrial. Lo que sí, ha malogrado las carreteras y ha contaminado las
quebradas con lodo, no con químicos.
Testimonios
Pobladores
de Tamshiyacu (Loreto) cuentan cómo las empresas del grupo Melka los han
despojado de sus tierras con amenazas o han invadido sus parcelas.
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