Ideele Revista Nº 246
En
menos de medio año se produjeron dos derrames de crudo del Oleoducto Norperuano
cerca de la Reserva Nacional Pacaya Samiria. Más de 158 mil litros de
hidrocarburo que amenazan con llegar al río Maranón. El transporte de petróleo
es operado por Petroperú.
Imagínese que un día, al abrir la llave del caño
para lavarse los dientes, el agua tenga una apariencia negra y grasosa, que
cuando quiera ducharse con esa misma agua, su cuerpo se llene de erupciones
rojizas y que cuando quiera cocinar sus alimentos, sienta un extraño sabor y
que inmediatamente después de ingerirlos le produjeran terribles cólicos,
náuseas o hasta parálisis.
Desde hace 6 meses en la comunidad nativa de
Cuninico, ubicada a las orillas del Marañón, en Loreto, no se puede tomar agua
del río, ni utilizarla para cocinar los alimentos, tampoco se puede pescar,
porque todo está contaminado de petróleo. En junio pasado ocurrió un derrame de
más de 3 mil barriles de crudo en el Tramo I del Oleoducto Norperuano, que es
operado por Petroperú; es decir, cerca de 47 mil litros derramados en una zona
que está a dos horas de la localidad y en los alrededores a la Reserva Nacional
de Pacaya Samiria.
“Nuestras vidas han cambiado, porque ahora solo
comemos atún en conservas y tomamos agua en botellas. Pero nosotros nos
alimentamos con pescado del río y también lo vendemos para cubrir otras
necesidades. La pesca es la principal actividad que nos da dinero y ahora ya no
tenemos cómo mantenernos. Nadie nos quiere comprar pescado porque está
contaminado con petróleo”, señala Galo Vásquez, apu de este pueblo que tiene
486 habitantes.
A inspeccionar la
zona
Un equipo de la revista Ideele viajó a Cuninico para inspeccionar la limpieza del tramo contaminado. Y después de varias horas de viaje desde Lima por aire, tierra y río, llegó a la zona. Toda esta travesía para comprobar que aún se encuentran restos de crudo en la tierra removida.
Petroperú encargó el
trabajo de remediación a la finlandesa Lamor. En un video que la empresa
nacional subió a fines de noviembre en su canal de YouTube, se señala que se
está utilizando un sistema con electricidad llamado Eko Grid, “que es amigable
con el medio ambiente” y “que no requiere del uso de químicos, ni componentes
artificiales adicionales”.
Sin embargo, en el lugar
se constató que se utilizan un dispersante con componentes cítricos. Los mismos
trabajadores de Lamor lo confirmaron. Se usa en este proceso, a pesar de que la
organización estadounidense especializada en control de petróleo, E-Tech,
recomendó que durante la limpieza se debe asegurar que no se esté utilizando
dispersante o detergente para hundir el petróleo visible, ya que al hacerlo,
parecerá que la superficie del agua aparezca limpia pero la contaminación se
concentrará en los sedimentos. Entonces, ¿realmente se está limpiando o se está
escondiendo debajo de la alfombra? Efectivamente, hay petróleo debajo de la
tierra. La zona no está completamente limpia.
Río que trae petróleo
El temor de pobladores crece aún más porque, como cada año en la selva, el caudal de los ríos crece entre diciembre y marzo, y estos residuos de petróleo amenazan con llegar al río Cuninico y hasta el Marañón. En este caso, las consecuencias pueden ser peores, porque el agua del río llegaría hasta terrenos, donde ahora están los cultivos de camu camu, yuca o plátano, y que los comuneros utilizan para su consumo y para venderlos. Si esto sucede, contaminaría todo y no tendría absolutamente nada para mantener a sus familias. ¿Y qué está haciendo el Estado?
“Solo exigimos que dé una solución a nuestro
problema, más aún porque tememos que la empresa estatal paralice los trabajos,
sin haber culminado la limpieza. Eso nos afectaría aún más”, reclama Roger,
quien cuenta que tiene un terreno donde cultiva plátanos, pero por estar
dedicado a la vigilancia del tramo no ha tenido tiempo de darle los cuidados
necesarios para realizar una cosecha.
De otro lado, el apu muestra su mortificación. “Petroperú tiene que reconocer que somos seres humanos, no somos animales. Nos debe garantizar que no estamos en riesgo (de contaminación). Queremos que concluyan bien los trabajos hasta que el agua que sea apta para el consumo humano, mientras tanto tiene que atender nuestras necesidades básicas”, reiteró Galo.
Problemas de salud
La Dirección General de Salud Ambiental (DIGESA) realizó un primer análisis de las muestras de agua en dos puntos del río Cuninico a inicios de julio. Un mes después, en agosto, los resultados arrojaron que el factor de hidrocarburos totales de petróleo excede los estándares de calidad. Se hizo un segundo examen pero hasta el momento no se conoce su resultado. El apu de Cuninico exige que el pueblo pueda conocerlos para conocer la situación en la que se encuentran.
Pero, ¿qué problemas a la salud puede ocasionar la
exposición al petróleo? Según la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro
de Enfermedades del gobierno de Estados Unidos, puede causar fatiga, dolor de
cabeza y náuseas y dejar daño permanente al sistema nervioso. El n-hexano, otro
compuesto del petróleo, puede causar neuropatía periférica, ocasionando
parálisis. Algunos componentes pueden afectar la sangre, el sistema
inmunológico, hígado, vaso, riñones, pulmones y al feto en madres gestantes.
Si bien no se debe consumir agua del río, es
inevitable que algunos pobladores la utilicen para bañarse o para lavar ropa
porque, como lo han manifestado varios de los pobladores, el agua proporcionada
por Petroperú no alcanza y aunque las consecuencias pueden ser realmente
perjudiciales para la salud. Y Manuel Campos lo experimentó. Era ya muy de
noche cuando se levantó por las incansables quejas de su hija Rosario, de 3
años. Fue el pasado noviembre. “Estaba ardiendo en fiebre y tenía puntitos en
su cuerpo”, cuenta el padre.
Después de viajar en lancha de localidad en
localidad y, luego de casi una semana de estar internada, la pequeña se
recuperó. Su diagnóstico: intoxicación por contaminación. Y así varios niños y
adultos han tenido estos malestares. Manuel cuenta que todo este recorrido tuvo
que realizarlo por su propia cuenta, sin que Petroperú costeara estos gastos,
pues la pequeña tuvo este problema de salud a causa de la contaminación.
A esto se sumaba otro problema por el que pasan las
localidades, alejadas de las ciudades, la falta de atención médica. En Cuninico
solo hay un tópico de salud, que es de Petroperú, pero solo atiende los
malestares de salud menores. Fue instalado en la zona después del derrame. Y
cuando una persona se enferma tiene que navegar algunas horas para poder ser
atendido. ¿Y si es un caso grave? Lamentablemente, el paciente quedaría
desatendido y podría fallecer. Una dura realidad que les toca vivir no solo a
esta comunidad de la selva, sino a muchas otras de nuestro país.
Trabajo sin protección
En noviembre pasado, Romel Alvarado estaba trabajando en las labores de remediación en el tramo del Oleoducto, donde ocurrió el derrame. Le pagaban 80 soles diarios, pero a los 15 días comenzó a sentirse mal. “La pierna se me adormeció, y me diagnosticaron neuritis químico. Volví a trabajar, pero a las pocas semanas, tuve náuseas. El doctor me dijo: ‘Mejor no te digo lo que tienes porque te vas a asustar’. Me preocupó”, señala el joven.
Alvarado cuenta que trabajó en la zona de
remediación, en el área de lavado, pero solo con una mascarilla. “Yo he
realizado mantenimiento y salí contaminado de petróleo. A pesar de que pedimos
la protección necesaria, no nos la dieron. Lamor nos decía que teníamos que
pedirla a Petroperú, pero nunca llegó”, afirma.
Así como Romel son varios los pobladores, y no solo
de Cuninico, sino de comunidades aledañas que están trabajando en la zona del
desastre. Algunos con protección, otros sin la misma. Pero ¿vale más ganar algo
de dinero con tal de exponer la salud? Petroperú debe garantizar que los
trabajadores tengan los implementos adecuados para realizar este tipo de
labores. Más allá si son empleados por contratistas.
No hay que olvidar que, en un primer momento, la
empresa contrató a un grupo de jóvenes, sabiendo que eran menores de edad. Fue
impactante ver las fotos de estos adolescentes manchados de pies a cabeza de
petróleo. Ellos también han reportado problemas de salud, pero como ya no son
trabajadores han quedado desatendidos.
Así Pauner Mozambite, de 17 años, cuenta su
experiencia, una mala experiencia, trabajando en el lugar del derrame. “Me
contrató el señor Hugo Arrieta (ingeniero de Petroperú), y mi labor era hacer
los pórticos, meterme al petróleo, sin ninguna protección, sin guantes, sin
nada, sin casco, así en calzoncillo”, relata el joven.
“Ahora tengo sueño, dolor de cuerpo, cintura y mal
a la vista. Nosotros (él y otros trabajadores adoolescentes) queríamos
examinarnos, y no nos han dejado entrar al puesto de salud de Petroperú, porque
ya no estábamos trabajando”, señala Pauner.
Si bien la responsabilidad del derrame es de
Petroperú, el Estado tiene la obligación de atender a los pobladores en casos
como estos. El Ministerio de Salud no implementó un sistema de emergencia para
atender la salud de las personas contaminadas por el derrame de petróleo ni en
Cuninico, ni en las otras comunidades aledañas. ¿Qué pasó?
Pescado con sabor a petróleo
Alfonso Sangama es pescador. Después del derrame tiene que buscar otros lugares, fuera del río Cuninico, para realizar esta actividad sin poner en riesgo la salud de sus clientes. El costo del pescado obviamente aumenta.
“Antes el pescado estaba 2 soles el kilo. Ahora
llega hasta 6 soles. Así, ¿quién va a comprarnos pescado? Solo algunos pocos y
de vez en cuando”, expresa un tanto mortificado.
Hace varias semanas se fue a pescar en una isla del
río Marañón para que su negocio no tenga problemas. “Pesqué varias doncellas
(el nombre del pescado) y las vendí a un vecino. Pero me sorprendí cuando me
devolvió una. “Este pescado está contaminado”, me dice. Yo lo había pescado en
una isla, que queda fuera de Cuninico. Estaba todo con manchas negras”, señala.
Como menciona Alfonso los peces no se mantienen en
un solo lugar, ellos viajan recorren varios ríos. “Los peces se han largado,
como diciendo yo no me quiero morir aquí. Este lugar está contaminado, me voy.
Pero han llegado hasta el lugar donde he pescado”, dice.
Y es que el río también se mueve y en esta
temporada de creciente arrastran las ramas de los árboles que están en la
orillas. Así también arrastra la contaminación. Entonces, ¿solo Cuninico se
afecta con este derrame? ¿Acaso las otras comunidades del Maranón no resultan
afectadas por el petróleo?
Hasta el momento, Petroperú solo abastece de agua y
alimentos de primera necesidad a la comunidad de Cuninico. Las demás han
quedado en el olvido, porque el derrame no se produjo en ningún afluente
cercano a otras comunidades. Pero, ¿esta determinación tiene algún criterio?
¿Acaso también no son afectados por la contaminación?
Responsabilidad de Petroperú
El oleoducto fue construido en 1974, pero ahora las disposiciones para el traslado de petróleo han cambiado: los ductos no deben estar sumergidos en el agua o sobre la tierra. Sin embargo, Petroperú hasta el momento no se adecuado a la norma.
Para el experto en hidrocarburos, Jorge Manco
Zaconetti, Petroperú tiene gran responsabilidad. “Este hecho iba a ocurrir en
cualquier momento porque no se han tomado esta medidas correctivas. No se
prestó atención, a pesar de que ahora la tecnología permite adecuar sistemas
inteligentes, a través de chips, para detectar fallas en el ducto. Así se
hubiera podido prevenir un derrame .A esto se suma que la empresa no le ha dado
mantenimiento a oleoducto por varios años”, explicó.
En agosto, el Organismo de Evaluación y
Fiscalización Ambiental (OEFA) inició un procedimiento administrativo sancionador
a Petroperú por el derrame de petróleo en Cuninico, por falta de mantenimiento
y porque el derrame no se habría detectado a tiempo. Estas multas podrían
alcanzar 57 mil soles por cada incumplimiento. Sin embargo, hasta el momento,
el proceso continúa.
Daño ecológico
Petroperú afirma que el derrame no fue grave, porque se produjo en terrenos que son propiedad de la empresa nacional – y que, por cierto, no están cercados ni resguardados por nadie. Específicamente dentro del canal de contención artificial, que fue realizado, exclusivamente para que albergara el oleoducto. Sin embargo, en estas más de 3 décadas de su construcción, las lluvias lo han llenado de agua y se formaron ecosistemas, donde vivieron peces, caimanes y batracios, también los monos, las sachavacas y las aves tomaban agua de este lugar.
Este derrame causó la muerte de peces como el
bagre, el paiche, la novia, que son los que más abundan en esta parte del río,
y varias especies como lagartos y tortugas charapitas, que murieron ahogados en
petróleo.
***
Otro derrame
Durante la estadía de la revista Ideele en la selva, se produjo otro derrame del mismo Oleoducto Norperuano. Esta vez en la localidad de San Pedro, a 20 kilómetros del primero, y fue detectado el 16 de noviembre. Este es el segundo derrame de oro negro en la provincia de Loreto y que ha ocasionado graves daños ecológicos y en la salud de las personas.
Para llegar al lugar hay que caminar por terrenos
agreste, prácticamente inaccesibles. Pero con ayuda de los pobladores, se llegó
al lugar después de más de 7 horas de caminata, solo de ida. La escena fue
devastadora. En el camino se encontraron varios peces muertos, pero ahora
estaban cubiertos totalmente de petróleo.
Se sabe que este desastre fue peor que el anterior,
pues se derramaron más de 7 barriles y medio de petróleo. En la zona, los
ingenieros de Petroperú, entre ellos Hugo Arrieta, ya habían levantado un
campamento. Sin embargo no quisieron declarar porque, según ellos, no tenían
autorización. Solo mencionaron que el daño fue ocasionado por manos extrañas.
La postura del sabotaje se mantuvo en la Comisión
de Energía del Congreso de la República. El Presidente de PETROPERÚ, Pedro
Touzett, acompañado del Gerente General Miguel Pérez, presentó fotos donde se
veía que el tubo tenía cortes y mencionó que se trataba de un atentado. La
inspección se realizó en presencia de representantes de la Fiscalía Ambiental
de Nauta y la Policía Nacional, quienes están realizando las investigaciones
necesarias para sancionar a las personas responsables de este complot. Sin
embargo, no estuvo presente Marcelino Salinas, apu de San Pedro, comunidad
nativa más cercana a la zona del derrame y la principal afectada con este
derrame.
Sin embargo, a Marcelino lo llevaron en helicóptero
unos días después de reportado el derrame para decirle: “Tú sabes quién ha
hecho esto (cortado el tubo)”, cuando aún todo el canal de contención estaba
inundado de petróleo. En esta segunda visita, con las autoridades ni le
informaron del hecho.
Marcelino en la zona
En un comunicado, la empresa petrolera nacional afirma que el derrame se produjo “dentro del Canal Artificial de Contención, zona industrial construida para contener el petróleo en caso de derrames, no llegando a alguna cocha y menos al río Marañón”.
Efectivamente, el derrame está dentro de canal de
contención, que es propiedad de Petroperú. Pero en ese canal viven especies y
se ocasionó un terrible daño ecológico. Y sucede la misma figura que en
Cuninico y en toda la selva por la que pasa el oleoducto. La diferencia es que
el primer derrame ocurrió cuando el nivel de los ríos desciende, lo que
facilitó su limpieza y aún así no se ha logrado acabar del todo. En los
próximos meses, los ríos aumentarán sus caudales y dificultará una labor de
remediación y los problemas aumentarán. El petróleo será arrastrado hasta San
Pedro.
Abogado del diablo
Si se aceptara la hipótesis del sabotaje, es preciso preguntar: ¿Por qué Petroperú no cuenta con la seguridad necesaria para vigilar los más de mil kilómetros que tiene el oleoducto? Porque, si dice que el derrame se produjo en terrenos de propiedad de la empresa y no a las comunidades nativas, y a causa de manos extrañas, entonces, debería resguarda o habilitar mecanismos para detectar cualquier intento de “sabotaje”.
De otro lado, no hay que dejar de lado el derrame
ocurrido en junio, en la misma Estación 1, ubicada en la localidad de San José
de Saramuro. De este suceso no se pudo tener registro porque no dejaron entrar
a nadie porque, según Petroperú, el lugar del derrame era una zona industrial.
Todos estos derrames dan cuenta de que el ducto tiene problemas y debería ser
renovado.
Sangre por la boca
El 21 de noviembre, un helicóptero aterrizó en la comunidad de San Pedro. Traía a dos personas, dos trabajadores que estaban en la zona del reciente derrame, y que se habían puesto mal. Los trasladaron para una rápida atención médica. Uno de ellos era Wuencer Curumayari, de 20 años. Tal es el efecto del petróleo en la salud, que este joven estaba con mareos y botaba sangre por la boca.
Como en San Pedro no hay ni siquiera una posta
médica, los tuvieron que llevar a otras localidades para su atención. Esto
ocurrió solo algunos días después del derrame. Ahora, que ya ha pasado más de
un mes, los casos de salud a consecuencia del trabajo en la zona del desastre
pueden haber aumentado.
Pueblo exige cambiar oleoducto
Los pueblos de la cuenca del Maranón son comunidades nativas, descendientes de la etnia cocama. Estos pueblos están agrupados en la Asociación Cocama para el Desarrollo y Conservación San Pablo de Tipishca (Acodecospat) y a través de su director, Alfonso López, exigen que se renueve el Oleoducto Norperuano.
“Petroperú es una empresa peruana, que va matando a
los propios peruanos, que va matando la biodiversidad. Y el ducto se seguirá
rompiendo, mientras no cambien estas tuberías. Necesitamos que el Estado declare
en emergencia esta situación”, expresa López.
Según el líder cocama, los derrames han ocurrido
porque se ha trasladado petróleo más denso, lo que provoca que las tuberías del
oleoducto colapsen. “Se ha sobrecargado, porque el ducto que no está adecuado
para soportar una carga de esta naturaleza”, indica.
Para reclamar sus derechos las comunidades nativas
de Cuninico y San Pedro se han unido, y junto con las localidades de Santa Rosa
y Nueva Esperanza, presentarán una demanda por constitucionalidad de
cumplimiento contra los actores involucrados y para que el Ministerio del
Ministerio de Ambiente, Ministerio de Salud, el Gobierno Regional de Loreto,
entre otras instituciones, entre las cuales se encuentra Petroperú asuman su
responsabilidad y actúen para remediar la situación, aunque para esto sea necesario
un proceso legal.
Mientras tanto en Cuninico y ahora en San Pedro la
preocupación aumenta. Los pobladores viven con el constante temor de que ese
petróleo pueda llegar los ríos cercanos a estas comunidades, que son afluentes
del Marañón, en cualquier momento. Si esto llegara a ocurrir, las consecuencias
en la vida de estos comuneros serían fatales.
El próximo año, el oleoducto cumple 41 años y ya
está sintiendo los achaques del paso del tiempo, sintiendo las consecuencias de
la despreocupación de su operador, Petroperú, que tan solo lo ha hecho
trabajar, transportando petróleo de diferentes densidades, y no le ha dado el
mantenimiento adecuado. No hay que ser experto para entender que los derrames
no ocurren por casualidad o por un complot planificado. Y ahora, ¿cuál será la
siguiente comunidad nativa en verse perjudicada por un derrame de petróleo?
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