Dr. Hugo SALINAS
Boaventura de Sousa Santos, sociólogo y profesor universitario[i], en su
artículo “Tercera carta a las izquierdas”[ii] nos dice lo siguiente:
“Cuando están en el poder, las izquierdas no tienen tiempo para
reflexionar […] y, cuando lo hacen, siempre es como reacción a cualquier
acontecimiento que perturbe el ejercicio del poder. La respuesta siempre es
defensiva. Cuando no están en el poder, se dividen internamente para definir
quién será el líder en las próximas elecciones […].” El profesor De Sousa
concluye: “Esta indisponibilidad para la reflexión, que siempre ha sido
perniciosa, hoy es suicida.”
Lo que está pasando con las izquierdas a nivel mundial no puede
ser más evidente en el caso peruano. No existe una inclinación a la reflexión.
O es conservar lo ganado en términos de poder, o es la lucha interna por ser el
candidato a las elecciones. El actual quehacer de las izquierdas está muy
alejado de la real problemática de las mayorías nacionales. Está muy lejos de
querer construir el futuro. En breve, estamos frente a la miseria de las
izquierdas democráticas.
Recientemente, el historiador y profesor universitario Antonio
Zapata Velasco, ante un auditorio joven de la Universidad Nacional Pedro Ruiz
Gallo de Lambayeque, y con motivo de un homenaje a Javier Diez Canseco, se
expresó en estos términos: nuestra generación (refiriéndose a la de él y
Javier) juega el rol de “tapón” al avance de las nuevas generaciones de
izquierdistas.
El historiador Zapata no está lejos de la verdad. Porque las
izquierdas de su generación se han dedicado solamente a las luchas defensivas,
dejando para mañana las luchas por la transformación de esta economía y
sociedad totalmente injusta. Se oponen, y lo que es más grave, combaten todo
intento de reflexión que escape a su comportamiento de cúpula anquilosada y
reformista.
Las izquierdas democráticas, con el poder en sus manos o sin él,
se han dedicado a “mejorar el capitalismo”. En corto, han claudicado ante los
dueños del capital y sus cancerberos. Han dejado para mañana las luchas de
transformación. Es un comportamiento de traición. Buscan un líder para las
elecciones, incluso fuera de sus rangos, para usufructuar del poder, en lugar
de reflexionar sobre las causas profundas de los fracasos continuos de los
movimientos de izquierda, tanto a nivel nacional como mundial.
Las ansias de retener la pequeña parcela de poder conquistado, o
de conquistar un nuevo espacio, conduce a estas izquierdas democráticas a decir
y practicar la idea de que “todo es político”. Para sus fines electoreros,
evidentemente, “todo es político”. Pero, el destino del pueblo no está en
conquistar el poder para, a partir de él, seguir desarrollando el capitalismo.
El destino del pueblo es realizar la transformación.
Y la transformación, en términos precisos es, primero, la
eliminación de las desigualdades socio-económicas que se expresan en pobreza de
un lado y riqueza del otro; segundo, la eliminación del desempleo que condena a
millones de personas a vivir al margen de la sociedad y; tercero, superar el
atraso de cientos y miles de años en antiguas formas de trabajar que
condicionan un cuadro de vida miserable de nuestros hermanos de la selva y de
los andes.
Tres grandes males de los pueblos del Sur que tienen como origen a
la Repartición Individualista del resultado neto de la actividad económica, y a
su mecanismo de extorsión, la Configuración Mundial, que facilita la
concentración en los países del Norte, y muy especialmente en las grandes multinacionales,
la casi totalidad del valor agregado por los pueblos del mundo.
Es urgente entonces, construir, desde ahora, las bases económicas
de la nueva sociedad. Es urgente comenzar a construir el mañana. Convirtamos
nuestras luchas reivindicativas en luchas de transformación. Levantemos la
cerviz y luchemos por el mañana y no por la dádiva de ahora.
De esta forma, llegado el momento, contaremos con una base
económica que pueda sostener sólidamente la decisión política de cambiar
definitivamente las reglas de juego.
Continuar en esta posición y práctica insana de “puro político”
es, simplemente, no querer comprender por qué, ahora, las mayorías desconfían
de todo lo que es “izquierda”. Tantos años de luchas defensivas han terminado
por cansar, desconfiar y desilusionar. Eso pasa con las luchas sindicales, eso
pasó con las luchas del Sutep, eso pasará con las movilizaciones contra el
proyecto minero Conga.
Ferreñafe, el pueblo de las dos Fe, 11 de junio del 2013
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