jueves, 14 de enero de 2016

El mendigo y el banco de oro


Esta frase –mal atribuida a Raimondi– es el epitafio con el que los peruanos hemos aprendido a conciliar una realidad contradictoria: ser un país muy rico lleno de gente muy pobre. La paradoja, además, se agudiza al ver que las regiones más pobres son –al mismo tiempo– las más ricas en recursos mineros. ¿Somos un país condenado a la miseria? Si revisamos las premisas históricas encontraremos que cuando hace casi 200 años el Perú empezó su vida, lo hizo persiguiendo ideales liberales republicanos; sin embargo, fundó muchas de sus instituciones emulando las viejas estructuras coloniales.

El artículo 66 de la Constitución, por ejemplo, es parte de esa resaca mercantilista con la que la economía de las indias españolas fue gobernada: “la riqueza mineral le pertenece al Estado”. ¿El argumento? Antes le perteneció al Rey. Claro: el Estado encontrará la manera de distribuir esa riqueza. Y vaya que lo hace pésimo. Porque el Estado es ese Canon que se convierte en piscinas para distritos que no tienen agua.

El Estado es esa cuchipanda de coimas que se reparte para favorecer a unos pocos pillos. El Estado es ese colegio sin luz. ¿Por qué, entonces, no le entregamos la propiedad del subsuelo a los dueños del suelo? A esos peruanos condenados a la pobreza que reciben migajas y que asumen el costo de esa gran minería que no los enriquece.

Que los campesinos que viven en las zonas mineras sean dueños del oro, la plata y el cobre del Perú. Si alguien lo quiere sacar, pues tendrá que negociar directamente con ellos: ¿qué mejor consulta previa? La riqueza que se genere de esas transacciones fluirá, espontáneamente, a otras manos. ¿O ustedes han conocido a un millonario que no gaste? El subsuelo, entonces, para el que lo trabaja.


No hay revolución pendiente en este país más grande que esta. Enmendemos nuestra Constitución y dejemos atrás formas jurídicas pensadas en la explotación y no en el desarrollo. Ojalá que el lema sea: “¡Campesino: el Estado no comerá más de tu pobreza!”.

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