Jorge Manco Zaconetti |
Escribe: Jorge Manco Zaconetti (Investigador UNMSM)
Con el ánimo de profundizar con
un análisis económico más detallado en un segundo artículo e insistiendo en el
costo/beneficio que tendría para el país, la compra de la participación
accionaria que tiene Repsol en la refinería La Pampilla con la cadena de
estaciones de servicios (grifos), que se estarían ofreciendo en venta, como
parte de una estrategia mundial de una transnacional para enfrentar sus
problemas financieros, que se agravaron con la estatización de los activos que
tenía Repsol en la petrolera argentina YPF, que representarían más del 50% de
sus activos en América Latina.
En verdad, resulta preocupante en
este gobierno la falta de rumbo en materia energética y la definición del rol
del Estado, y en especial acerca de la necesaria modernización y
fortalecimiento de PetroPerú con la integración vertical, pues la petrolera
estatal debe ser la única empresa petrolera en el mundo que no extrae un barril
de crudo ni una molécula de gas natural, y a su vez no envasa un balón de gas
licuado (GLP), ni tiene grifos propios para regular el mercado de combustibles.
Por ello, ante las noticias de la
puesta en venta de la participación de Repsol en la refinería La Pampilla y la
cadena de grifos, y el supuesto interés del Estado peruano de negociar una
posible compra, me interrogo sobre las razones ocultas que estarían detrás de
esta propuesta. Es más, si un ministro como el de energía y minas, con
antecedentes de rematador de los activos públicos en la década fujimorista,
habría mostrado interés en la participación del Estado utilizando como siempre
a PetroPerú en toda aventura empresarial.
Dice un refrán que cuando “El
Diablo se acomide, es que algo quiere”. Por ello, cabe preguntarse sobre la
rentabilidad en una empresa como La Pampilla que ha tenido desde 1997 al 2011
una tasa promedio de rentabilidad operativa del 4.75% y una tasa de
rentabilidad neta del 2.77% Es decir, de cada 100 dólares de ingresos por
ventas solamente 2.77 resultan utilidades netas.
Si se compara las tasas de
rentabilidad operativa entre La Pampilla y PetroPerú en términos históricos
resulta evidente como promedio la mejor performance de la petrolera estatal
frente a La Pampilla, en el sentido que un margen del 7.03% es superior al
4.74%. En cuanto a la rentabilidad neta es importante tener presente los
diversos mecanismos de transferencia de riqueza, y “partidas inusuales” que
tiene que asumir PetroPerú frente al Estado.
En todo caso estos limitados
márgenes de rentabilidad operativa y neta se explican por la falta de
integración vertical en PetroPerú, pero en el caso de Repsol se desarrolla una
estrategia corporativa a nivel internacional, que se ha visto duramente mermada
por la estatización de su participación en Argentina.
MÁS PREGUNTAS QUE RESPUESTAS
¿Cuál sería el real interés del
gobierno en la participación de una refinería como La Pampilla que tiene una
deuda a largo plazo de US$ 515 millones de dólares, y un patrimonio de US $ 214
millones según sus estados financieros al 2011? ¿Cuál es la justificación para
participar en la compra de una refinería que tendrá obligatoriamente que
invertir en una planta de desulfurización en los combustibles que tendría un
costo superior a los US$ 800 millones de dólares?
Es decir, a partir del primero de
enero del 2016 tanto las refinerías como Talara (PetroPerú) y La Pampilla
(Repsol), obligatoriamente tendrán que procesar combustibles limpios, con 50
partes de millón (ppm) de azufre y no los 2,500 ppm que refinan ahora. Es más,
por ahora solamente Lima Metropolitana se beneficia del consumo del diesel B5
con 50 ppm de azufre que PetroPerú tiene necesariamente que importar para
satisfacer el mercado capitalino.
Me pregunto si el ministerio de
Economía y Finanzas permitirá los libramientos para que PetroPerú pueda
financiar la modernización de la refinería de Talara que superarán fácilmente
los US$ 2,800 millones de dólares, y al mismo tiempo financiar la compra de la
participación de Repsol en la refinería La Pampilla, y la obligatoria
modernización para la producción de combustibles limpios.
Distinguidos profesionales,
expertos en hidrocarburos se han manifestado positivamente en el retorno de La
Pampilla al seno de PetroPerú, cual hijo pródigo, utilizando las razones del
interés nacional, la regulación del mercado y para impedir la presencia de los
intereses de capitales chilenos en la participación accionaria de la refinería.
Es más, se afirma que ante la proximidad del laudo arbitral de La Haya en el
diferendo marítimo sería conveniente la participación del Estado en la
refinería.
Sin embargo, no se interrogan
acerca del costo económico/financiero que tendría esta participación para
PetroPerú y para todos los usuarios y consumidores que finalmente financiarán
esta aventura empresarial. Con PetroPerú en el Gaseoducto Andino del Sur, en
los lotes petroleros de exploración y explotación con una participación minoritaria,
en el Etano Ducto de Pisco a Ilo etc, la participación de PetroPerú en La
Pampilla sería gravosa al interés público.
Es más, todo esto demostraría la
falta de estrategia en la privatización de las empresas del Estado y en
especial de PetroPerú que fue sometida a un descuartizamiento de sus unidades,
con ventas a precios subvaluados de lotes, grifos, y filiales como Solgás,
Transoceánica etc.
En la presente coyuntura, donde
una transnacional con graves problemas financieros como Repsol tiene el interés
en la venta de su participación accionaria en la refinería más importante del
país, que tiene una posición privilegiada de la cercanía al principal mercado
del país, que es la ciudad capital, donde la actividad refinera es un negocio
de márgenes, resultaría contraproducente para el Estado apostar al mismo tiempo
por la modernización de la Refinería de Talara y simultáneamente de La
Pampilla.
Si bien, La Pampilla tiene una
capacidad teórica de refino de 105 mil barriles diarios, en la práctica su
factor de carga ha sido menos del 80% de su capacidad, y su planta de craqueo
catalítico es de menor capacidad que su competencia la refinería de Talara, de
allí los excesivos volúmenes de petróleos industriales que tienen que
exportarse hacia nuestro vecino del sur, pues el efecto Camisea ha hecho
redundante parte de su producción (sustitución de residuales por gas natural, y
gasolinas por GNV y GLP)
Si se tiene presente que más del
95% del crudo que refina La Pampilla es “importado”, barriles de crudo de sus
operaciones en el Ecuador, Argentina, África utilizando sus propios buques, con
una política de tercerización con una serie de empresas vinculadas que recargan
los costes, tenemos una paradoja económica. Por tanto, cabe preguntarse: ¿Es
rol del Estado resolver los problemas económicos de una transnacional?
En tal sentido, Repsol con el
solo anuncio de la venta de su participación en La Pampilla y la inacción del
Estado, se está demostrando la falta de planeamiento estratégico en el proceso
de privatización, y la urgente necesidad de resucitar la famosa “acción dorada”
que tenía el Estado en el capital accionario de La Pampilla. ¿Qué pasó con esta
acción dorada? ¿Qué dice al respecto el ministro de energía y minas doctorado
en privatizaciones?
Mediante esta acción dorada el
Estado podía impedir la participación de terceros agentes, el cierre o el
cambio de giro del negocio, limitar la presencia de capitales provenientes de
países con potenciales conflictos (Chile) etc. En tal sentido, cabe preguntarse
¿qué pasó con la vigencia de la “acción dorada” que tenía el Estado en la
refinería La Pampilla?
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