Nuestro
columnista considera que el líder aprista se encuentra en un grave problema.
Este Búho piensa que ni el propio Alan García es
consciente del terrible daño que le provocará a su anunciada candidatura del
2016, el tema de los indultos y conmutaciones de penas durante su segundo
gobierno, donde se estima que se le abrieron las rejas a más de 5 mil 500
reclusos, ¡¡400 de ellos sentenciados por narcotráfico!! Hay que
comenzar desde el principio.
INDULTOS CLANDESTINOS: Si no fuera porque en el Congreso se formó la llamada “Megacomisión”,
para investigar las presuntas irregularidades del gobierno aprista, nunca nos
hubiésemos enterado que Alan García indultó y conmutó la pena a tantos
sentenciados, entre ellos centenares de narcos. Si hizo una conferencia de
prensa, fue porque “la bomba” la soltó el programa “Cuarto poder” y no le quedó
otra salida que enfrentar a la prensa y dar su versión. Decir una verdad a
medias, es decir, en el fondo, una mentira. Ante el aluvión de críticas por
haber abierto las cárceles a 400 sentenciados por narcotráfico, el líder
aprista soltó “una partecita de la verdad”. Dijo que algunas indultadas eran de
la sierra sur del país, que pasaron droga a cambio de 100 soles y habían dejado
en la orfandad a sus hijos. Pero no precisó que también se beneficiaron
verdaderos cabecillas del narcotráfico, que operaban en el VRAEM y financiaban
el terrorismo. Inclusive, un mafioso peligroso fue liberado, pero al poco
tiempo fue capturado en Paraguay en un laboratorio de clorhidrato de cocaína.
En esa conferencia de prensa tuvo justificaciones francamente risibles. Remarcó
que no se arrepentía de nada “porque se lo había consultado a Dios”. Me
sorprende que un hombre de derecho como él pueda escudarse en esa frase que no
le servirá de mucho en la “Megacomisión” ni ante un posible tribunal. Cada día
salen más casos de narcos reincidentes que se beneficiaron con la conmutación
de penas. El escándalo ha llegado a tales proporciones que el controvertido
Aurelio Pastor, en cuyo período se dio la mayor cantidad de procesos de
liberación, se ha lavado las manos al afirmar que no revisaba los expedientes,
que solo los recibía y tramitaba, “como una mesa de partes”. Esto desató la ira
de García Pérez, puesto que la responsabilidad final recaería en él, ya que era
la “gracia presidencial”. No sorprendería que los parlamentarios apristas “sacrifiquen”
a Pastor en favor de su jefe, puesto que el ex ministro tiene “anticuchos”,
como haber sido acusado de armar lobbies en el Poder Judicial y el Jurado
Nacional de Elecciones para reponer alcaldes vacados. Pero este caso es
gravísimo. Este es un escándalo de proporciones. Ni el que invoca a Dios para
justificar lo injustificable, ni el ministro que quiere disfrazarse de
“secretaria de mesa de partes” podrán evadir su responsabilidad.
Lo cierto es que la primera defensa de Alan
García se desmoronó como un castillo de naipes. La realidad demuestra que no se
trataba de “simples paqueteros de barrio” o “burriers” que, por 5 mil dólares,
recibían excesivas penas. El programa de Rosa María Palacios y ayer Trome
presentaron al interno Óscar Benites, narcotraficante e informante que
testificó contra el “Lunarejo” Fernando Zevallos. Benites asegura que allegados
a la comisión de indultos, durante el gobierno de García Pérez, le pidieron ’10
mil dólares por cada año menos de carcelería. Como yo quería 15 años menos,
debía pagar 150 mil dólares”. Esta denuncia es muy grave. Los testigos siguen
saliendo y lo que se puede constatar es que esas “misericordiosas gracias
presidenciales”, según los testimonios presentados en programas periodísticos,
se convirtieron en un millonario negocio. Nadie está condenando a nadie, pero
Alan García debería buscar un buen abogado. Esto traerá cola. Ni hablándole a
Dios, como dice que hace con frecuencia, hallará una solución para limpiarse de
la tremenda responsabilidad política en este supuesto millonario negociado con
la libertad de seres humanos. Apago el televisor.
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