ESCRIBE: JORGE MANCO
ZACONETTI (Investigador UNMSM)
Tengo el mayor de los respetos por la
Dra. Lourdes Flores Nano lideresa del Partido Popular Cristiano (PPC),
agrupación identificada tradicionalmente con los sectores empresariales, en
particular los grupos de poder como el grupo Romero, Brescia, Graña y Montero
entre otros y los sectores primario exportadores, agrupados en la Sociedad
Nacional de Minería, Petróleo y Energía, que tienen una posición contraria al
fortalecimiento empresarial de la petrolera estatal PetroPerú.
La lideresa del PPC mostró reflejos
políticos en su última actuación en defensa de la institucionalidad y la
democracia en el reciente proceso de revocatoria en la municipalidad de Lima, y
generó la ilusión de una renovación ideológica de acuerdo a los tiempos, donde
resulta una verdad irrefutable la crisis de la teoría y la praxis de las
políticas de libre mercado, que han provocado en esencia el desplome del
sistema financiero en el 2008 y la inestabilidad actual de la economía mundial.
La ilusión que generó su participación
política le ha permitido posicionarse favorablemente en las próximas elecciones
presidenciales si logra la confluencia de los amplios sectores medios y
populares que votaron contra la revocatoria de la alcaldesa de Lima Susana
Villarán y los regidores de diversos partidos de un amplio espectro de la
izquierda.
Se debiera reconocer la oportunidad y el
liderazgo demostrado incluso contra la opinión de la mayoría de los dirigentes
de su partido, para revertir en las encuestas y en el proceso electoral mismo
lo que parecía ser una derrota cantada.
Es decir, tuvo una participación política
fundamental en la lucha por la democracia y la institucionalidad acrecentando
un reconocido prestigio y capital político que se desfigura con una posición
contraria al fortalecimiento de la petrolera estatal como lo hacen entre muchos
países, los gobiernos liberales de Colombia con Ecopetrol, el tigre asiático de
Corea del Sur del Sur con KNOC o nuestro vecino del sur con ENAP de Chile, a
los cuales no se les puede acusar de dinosaurios ni de hacer políticas idiotas
en materia de hidrocarburos.
Sin embargo, esa valiente apuesta, cuando
las encuestas favorecían a los cuestionados revocadores, en defensa de la
institucionalidad en el municipio capitalino me hizo pensar que para suerte del
país, podría existir una confluencia entre una derecha liberal moderna y una
izquierda remozada, alejadas ambas de los fundamentalismos ideológicos y
económicos, que conjugue las fuerzas del mercado con la intervención del Estado
en sectores sensibles y estratégicos como los hidrocarburos.
Resulta curioso que la lideresa del PPC
habiendo sido identificada injustamente como la “candidata de los ricos” en las
elecciones del 2006 coincida con el ex presidente Alan García en el negado
fortalecimiento de la petrolera estatal, en especial por el interés por parte
del Estado en la adquisición del 51.3% de las acciones de Repsol en la
refinería La Pampilla, las estaciones de servicios (grifos) y la planta de
envasado de las gas licuado de petróleo.
Es más, como severa experta llevada por
un extremismo ideológico afirma que “es una idiotez comprar acciones de La
Pampilla”. Y agrega “Qué se pretende ¿Qué volvamos al PetroPerú deficitario de
los ochenta y parte de los noventa o al chavismo ramplón” Diario Gestión 22/04/13
En principio, como futura estadista
debiera informarse mejor que importantes empresas estatales petroleras de
terceros países operan exitosamente en el Perú. La lista es larga en América
Latina y en el mundo, solamente en la región países como Chile y Colombia con
regímenes políticos abiertos al mercado, con políticas de apertura y
desregulación tienen una importante presencia en el sector de hidrocarburos de
nuestro país.
Ecopetrol S.A. de Colombia es una empresa
petrolera estatal que opera de manera integrada con una producción de crudo
superior a los 323 mil barriles diarios, con ingresos por ventas de petróleo y
gas superiores a los 35,577 millones de dólares en el 2011 y utilidades netas
es decir residuales descontados todos los costos de 8,360 millones de dólares
Es decir, la petrolera estatal colombiana
en un solo año ha generado ingresos superiores a los obtenidos por el sector
minero del Perú que está bajo control de las empresas privadas sobre todo
transnacionales que en el 2011 significaron ingresos por exportación por 27,364
millones de dólares. Es más, si se sumarán los ingresos obtenidos en dicho año
por las empresas PetroPerú (US$ 4,929 millones) y Refinería La Pampilla (US$ 3,955
millones), Ecopetrol largamente las supera por la participación integrada de
sus operaciones.
En el mismo sentido, en nuestro país
también opera la empresa estatal de chilena ENAP asociada al grupo Romero (51%)
en la principal cadena de distribución de combustibles Primax, con una
participación del 49% , también tiene presencia por medio de la empresa Manu
Perú Holding de combustibles responsable de la exportación e importación de los
derivados del petróleo.
En su país ENAP opera eficientemente las
refinerías que fueron modernizadas hacia inicios de la década pasada, ampliando
su capacidad de refino y sobre todo procesando el diesel 2 con 50 partes por
millón de azufre como parte de una estrategia nacional para regular la entrada
de combustibles provenientes de la Argentina con más de 3,000 partes por millón
de azufre.
Es más, ENAP a través de su filial
Sipetrol explora y explota crudo fuera de su país con actividades en Ecuador,
Colombia, Argentina y África, asegurando la mayor producción de petróleo. Así,
internamente la producción doméstica no supera los 8 mil barriles diarios y por
medio de su filial incrementa su producción en unos 33 mil barriles diarios
adicionales.
En verdad, resulta curiosa la
coincidencia de la lideresa del Partido Popular Cristiano PPC con el ex
Presidente García en su oposición al fortalecimiento y la integración vertical
de PetroPerú, como lo hacen las empresas estatales exitosas de América Latina.
Un estadista nunca puede olvidar la
historia pues esta tiene fines propedéuticos para no repetir los mismos
errores. En tal sentido, coincidimos en la preocupación sobre los déficits que
obtuvo la petrolera estatal en el pasado, sin embargo todo tiene su
explicación, pues el negocio petrolero es la actividad más rentable en el mundo
de allí el interés de la participación de los Estados, pues también está
relacionado con la seguridad energética.
Si la preocupación se relaciona por las
cuantiosas pérdidas generadas por PetroPerú en el pasado, lo justo sería
reconocer que ello correspondía a políticas de Estado, y al intervencionismo
del gobierno de turno que fijaba los precios de los combustibles en el marco de
un indiscriminado subsidio, es decir el ministerio de Economía y Finanzas
fijaba los precios de los combustibles.
En especial todos debemos recordar los
efectos nefastos del populismo económico de los años ochenta del siglo pasado,
cuando a las empresas estatales se les obligó al subsidio indiscriminado a
través de los precios subvaluados de las tarifas públicas, electricidad,
telefonía, agua y combustibles, soslayando que todo subsidio tiene un costo, es
decir “No hay lonche gratis”
Estas prácticas fueron particularmente
nefastas en el caso de PetroPerú pues entre 1986 a 1990 fue obligada a vender
un galón promedio de combustible a 22 centavos de dólar cuando el costo de
producción estaba por los 52 centavos el galón, viéndose afectada por una
descapitalización que no afectó el abastecimiento de combustibles en el país, a
pesar de la debacle económica del modelo heterodoxo del primer gobierno del Dr.
García Pérez. Por ello, si se aspira a la Presidencia de la República lo menos
que puede hacer la lideresa del PPC es ilustrarse sobre el secreto del éxito de
las políticas de hidrocarburos de Colombia, Brasil, y del mismo Chile que sin
ser país petrolero exporta derivados de combustibles hacia nuestro país.
El caso de Venezuela es ilustrativo sobre
la teoría de la maldición de los recursos naturales pues con una producción de
casi 2 millones de barriles diarios, con precios del crudo que bordean los 100
dólares el barril y costos de producción de 6 dólares por barril, puede obtener
fabulosos excedentes petrolizando su presupuesto y el conjunto de la economía;
por ello se puede permitir políticas de subsidio como mecanismos de
distribución de ingresos.
Si bien el Perú está muy lejos de ser un
país de la magnitud hidrocarburífera de Venezuela, la teoría económica y la
historia aconsejan que no resulta un modelo sustentable ni deseable y será un
problema que los venezolanos tendrán que resolver. Por ello, por la simpatía
que irradia su posible candidatura de confluencia con sectores de izquierda
modernizada, sería aconsejable una mayor ilustración sobre la dinámica de las
petroleras estatales en el mundo y la necesidad del fortalecimiento de
PetroPerú con operaciones integradas por razones de interés público.
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