Periodista mexicano Ignacio Rodríguez Reyna, director de la revista Emeequis |
Entrevista de Plaza Pública, de
Guatemala
Plaza Pública de Guatemala,
miembro de la red ALiados, entrevistó al reconocido periodista mexicano Ignacio
Rodríguez Reyna, director de la revista Emeequis, sobre la situación del
periodismo de investigación en América Latina.
Por Louisa
Reynolds (Plaza Pública).-
Emeequis, el semanario que fundó y que
dirige, define su trabajo como “periodismo indeleble”. Indeleble porque durante
sus ocho años de vida sus crónicas y reportajes han buscado impactar, sacudir,
y llamar a la reflexión. Sus trabajos han sido merecedores de numerosos
premios, entre ellos el Premio Nacional de Periodismo en Crónica, el Premio de
Periodismo Rey de España y el Premio Ortega y Gasset de Periodismo. Esta semana
estará en Guatemala, disertando sobre técnicas de investigación en un taller
organizado por el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ).
¿Qué es el periodismo de investigación?
¿Es correcto hablar de “periodismo de investigación”
como una categoría aparte o tener secciones especiales para este tipo de
reportajes? ¿No se trata simplemente de un trabajo periodístico como debería
ser siempre?
En efecto, cualquier buen periodista
tiene que ser un buen investigador. Como premisa general, eso es muy válido y
pertinente. Sin embargo, la dinámica de producción de la información hace muy
difícil que los periodistas puedan hacer esto si tienen una sobrecarga de
trabajo brutal y si las órdenes que reciben para su cobertura periodística es
que simplemente estén atentos a los actos donde participan funcionarios
públicos y grupos privados. Las unidades de investigación tienen que hacer lo
mismo que deben hacer todos los periodistas pero sin una carga diaria de
obligaciones que los abrumen. No es que (la investigación) sea una categoría
periodística sino que es una manera diferente de organizar la división del
trabajo periodístico para poder cumplir con la cuota diaria de información más
hacer el trabajo que verdaderamente vale la pena, como los reportajes y las
grandes crónicas.
¿Qué elementos hacen un buen
periodismo de investigación?
El rigor, la disciplina, difundir
información comprobada, y que tenga solidez, es decir, un periodismo con
criterios éticos, para que los ciudadanos tengan una información equilibrada y
tengan elementos para debatir públicamente temas de interés general y exigirles
a los gobernantes que ejecuten políticas públicas en beneficio de la mayoría de
la población. Tiene que ser, además, un periodismo interesado en explicarles a
sus lectores, televidentes y escuchas qué es lo que ocurre en el entorno y por
qué está ocurriendo.
¿Tenemos periodismo de calidad en
América Latina?
Es muy desigual. En algunos países,
como Argentina, Colombia, Perú, también en Chile, hay casos notorios de buen
periodismo de investigación, en otros países no tanto. No conozco en
profundidad los casos en Centroamérica pero sé que hay esfuerzos por hacer buen
periodismo de investigación en Guatemala y El Salvador y Costa Rica. El mejor
periodismo de investigación se hace en Brasil; allí brotan los periodistas de
investigación y los medios de calidad. No creo que sea una característica
nacional, sino que hay circunstancias que permiten que los medios de
comunicación cumplan con el papel de ser un fiscalizador y un contrapoder y en
esa medida desempeñar el papel para el cual están concebidos. A veces siento
que hay mejores periodistas que medios.
¿Y a qué se debe eso?
A la concepción que tienen los
propietarios de los medios de comunicación del papel de los mismos. Si el
propietario de un medio de comunicación concibe que su radio, periódico o
televisora solamente va a ser un instrumento para obtener ganancias, favores
del gobierno o de los grupos políticos hay una gran falla porque se está
dejando de tener en mente que antes que al gobierno, antes que a grupos
fácticos de poder económico, la primera lealtad de los medios de comunicación
debe estar con los ciudadanos. El buen periodismo de investigación por supuesto
que va a resultar incómodo para el poder, por supuesto que va a provocar
molestia en grupos de interés, pero también va a permitir que los medios de
comunicación tengan una ganancia de credibilidad increíble y ese es el factor
más importante en relación a la sociedad en que un medio de comunicación está
obligado a servir. Por supuesto que a todos –a la sociedad, a los propios
periodistas, a los dueños, incluso a los grupos privados– les conviene que el
periodismo sea un gran negocio y creo que el gran periodismo lo es pero muchos
propietarios de medios pierden de vista que los medios no son un negocio
cualquiera y hacen de sus medios un instrumento para chantajear, coaccionar, y
obtener beneficios económicos.
Usted habla de la importancia de que
los medios de comunicación no sucumban a los intereses comerciales. ¿Es posible
establecer un balance entre periodismo y mercado?
Un medio puede intentar sustraerse a
las presiones de los anunciantes haciendo un gran periodismo. Si hacemos un
periodismo con los estándares de calidad, de rigor y de ética más altos que
podamos todo el mundo saldrá beneficiado. Saldrán beneficiados los anunciantes
porque sus productos tendrán mayor exposición y ellos tendrán mejores ventas.
Saldrán fortalecidos los dueños de los periódicos porque obtendrán una
situación económica más sólida, mejores ingresos y beneficios. Y saldrán
beneficiados los periodistas porque habrá condiciones para hacer mejor
periodismo y salarios dignos que nos permitan desarrollarnos con mayor
honestidad. Incluso el gobierno y el estado se benefician porque una sociedad
que tiene un buen periodismo de investigación será muchísimo más plural y democrática.
Habrá uno o dos anunciantes que busquen que sus intereses sean favorecidos y es
muy probable que se retiren, entonces hay que compensarlo buscando más
anunciantes. Eso requiere fortaleza económica; no es una cuestión sencilla pero
tampoco es imposible.
A su criterio, ¿qué medios destacan
por la calidad de su trabajo de investigación?
La revista Semana y el
periódico El Tiempo
en Colombia, los periódicosLa
Nación y Clarín
en Argentina, la revista Caretas
y una ONG de periodismo que se llama IDL
Reporteros en Perú, (el medio digital) El Faro en El Salvador,
(el diario) La Nación
de Costa Rica, en Guatemala también hay buenos ejemplos. El hecho de que
gracias a notas de investigación se haya podido llevar ante la justicia a
expresidentes tanto en el caso de Guatemala como de Costa Rica me habla de un
periodismo que pese a todas las circunstancias adversas en las que normalmente
nos desempeñamos tiene muy claro cuál es su papel, lo cual es muy alentador. En
México, por desgracia, salvo algunas excepciones, los grandes medios son meros
voceros de la propaganda oficial y lejos de ser vigilantes del poder, de ser el
contrapeso, de ser el que escrudiña el desempeño público en favor de la
sociedad, tienen mucho miedo de perder sus privilegios, de perder dinero, de
perder los grandes negocios, y la gran mayoría de los dueños son un instrumento
del poder. Tienen la brújula totalmente extraviada.
Esos lastres que señala en los medios
mexicanos, ¿son un legado histórico del priismo?
Sí, esa es una de las razones. En
México ha habido diferentes etapas históricas y los medios no somos más que el
reflejo de la sociedad. En la época de la revolución hubo una prensa brutal,
encarnizadamente crítica del poder, que terminó con la dictadura. Luego tuvimos
setenta años de gobierno del PRI, el cual no es un partido sino una gran
maquinaria de poder. El PRI está incrustado en generaciones de mexicanos y los
medios de comunicación son un reflejo de esa historia inmediata en la que
compró, manipuló, y reprimió a los medios de comunicación. Los medios
dominantes siguen permeados por esa enorme capa de oscuridad en la cual los
propietarios se sienten cómodos. Y esa es una dificultad para hacer periodismo
de investigación.
Usted afirma que los medios de
comunicación son el reflejo del momento histórico que atraviesa la sociedad.
Tomando en cuenta que la historia reciente de Centroamérica se ha visto
profundamente marcada por las guerras civiles, ¿Qué papel deben desempeñar los
medios de comunicación en un país que acaba de salir de un conflicto armado?
Las heridas que provocan las muertes,
las desapariciones, los atropellos, las masacres y los genocidios, marcan la
historia del país, y el periodismo está obligado a tratar de desentrañar
quiénes son los responsables de las barbaries y de las atrocidades en contra de
la población civil. Eso es más urgente que atender otros casos de
investigación.
¿Qué opina sobre el boom de los medios
digitales en América Latina? ¿Los medios digitales están demostrando que se
puede hacer un buen trabajo con una redacción pequeña y relativamente barata?
Hay medios digitales que han sido
experiencias interesantes. Pero hay de todo. Hay medios digitales muy malos,
otros muy buenos, hay medios digitales enormes, otros muy chiquitos. Al final
de todo, lo que cuenta es el buen periodismo y eso lo vamos a encontrar en
medios impresos y en medios digitales.
¿Los medios digitales van a dejar a
los medios impresos en la obsolescencia?
Van a convivir como medios
complementarios. Creo que los medios digitales van a tener una mayor porción de
las audiencias, sus ingresos publicitarios van a aumentar y quizás tengan un
poco más de peso y de relevancia. Pero no creo en la extinción de los medios
impresos sobre todo en sociedades como las nuestras que tardan muchos más años en
tener las transformaciones que ocurren en países como Estados Unidos y Europa.
¿Qué impacto ha tenido Wikileaks en
términos de redefinir el ejercicio del periodismo?
Wikileaks es una gran herramienta.
Surge de la genialidad de Julian Assange, pero también surge porque hay
ciudadanos que están inconformes con el estado de las cosas y porque hubo un
vacío global en el que los ciudadanos no nos vieron como guías confiables que
les garantizaran seguridad y anonimato para poder exponer la información que tenían
y que merecía la prioridad. Hay que recordar que el presunto filtrador de
Wikileaks había hecho el intento de hablar con The New York Times. Hubo una falla
estructural porque no le hicieron caso y ahí es cuando le dieron la información
a Wikileaks. Wikileaks ha demostrado que unos cuantos individuos dispersos por
todo el mundo pueden llegar a transformar ciertas cosas incluso sin ser
periodistas. ¿Sustituye Wikileaks al periodismo? No, una de las grandes
críticas que se le ha hecho a Wikileaks es que no discriminó ni contextualizó
sino que puso en bruto una gran cantidad de información. Creo que estamos
viendo una dinámica del siglo XXI que está determinada por los nuevos
paradigmas de los avances tecnológicos.
Usted afirma que Wikileaks demostró el
poder que pueden tener unos cuantos individuos que se valen de las herramientas
tecnológicas, incluso sin ser periodistas. Hoy en día se emplea mucho el
término “periodismo ciudadano”. ¿Cuáles son sus alcances y limitaciones?
Yo no creo mucho en el periodismo ciudadano.
Creo que el hecho de que un ciudadano ya no dependa de los medios para poder
expresarse es una gran transformación. Pero hacer un videíto, estar en el lugar
del acontecimiento, escribir en un blog o mandar un tweet no los hace
periodistas. Son actores de la web pero no veo esta idea de periodismo
ciudadano y no porque desdeñe a los ciudadanos. Al contrario, creo que todo el
periodismo debe estar hecho en función de los intereses de los ciudadanos y
tener empatía, comunicación con ellos y credibilidad.
¿El hecho de que mucha gente esté
buscando esos espacios de expresión fuera de los medios tradicionales es
sintomático de que los medios hemos ido perdiendo esa relación que deberíamos
tener con la ciudadanía?
Por supuesto, dejamos de lado a los
ciudadanos, los subestimamos, los ninguneamos, y además no atendemos a sus
intereses. ¿Cómo no van a buscar un canal de expresión? Si a quienes estamos
atendiendo son solamente a los poderosos, si los ciudadanos sólo son un
pretexto, por supuesto que quieren ser tomados en cuenta y lo hacen
participando y emitiendo opiniones. Eso enriquece, pero no hay debate posible
en la red porque es un caos informativo. Por eso los periodistas estamos
llamados a aportar información que aclare y que oriente dentro de ese caos
informativo.
¿Cree que la tecnología ha
democratizado el acceso a la información de manera que hoy en día tenemos
lectores más sofisticados, con más capacidad de discernir y que le exigen más
al periodista?
Avanza hacia eso pero no creo que
hayamos llegado ni mucho menos. Latinoamérica es la región más desigual del
mundo, incluso por encima de África, entonces todavía tenemos grandes porciones
de la población que no tienen acceso a educación, mucho menos a infraestructura
ni a internet. Los teléfonos sí pueden hacer una pequeña diferencia, incluso
gente que no tiene una vivienda digna ni un nivel educativo satisfactorio, por
razones de la lógica moderna tiene un teléfono inteligente. Y hay un grupo de
la población, sobre todo los jóvenes, que es más sofisticado y tiene más acceso
a la información. ¿Pero eso automáticamente los hace ciudadanos críticos,
demandantes de la información, conscientes de su empoderamiento? No♦
Publicado el Lunes 24 de
febrero, 2014 a las 16:38 | RSS
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