Escribe: Carla García
Un
millón y medio de personas viven con alguna discapacidad en el Perú. Según
encuesta realizada por INEI en 2013, más del 5% de la población tiene
limitación para moverse, para ver, para oír, para entender, para relacionarse
con los demás o para comunicarse.
Hace
algún tiempo, la organización Teletón publicó un interesante manual sobre cómo
usar el lenguaje en materia de discapacidad. Por ejemplo, lo correcto es decir
“persona en situación de discapacidad” porque antepone la calidad de la persona
y sus derechos a la situación de discapacidad. No son correctos y deben
eliminarse los términos inválido, minusválido, discapacitado y lisiado.
Es
incorrecto decir que una persona sufre (por ejemplo) de paraplejia. La discapacidad
no es una enfermedad sino una condición, por lo tanto, no se sufre sino se
tiene, se vive con ella. Como estos ejemplos hay muchos otros que espero poder
difundir en futuras columnas para que aprendamos a ser una sociedad más
inclusiva.
Quizás
haya quien responda a este llamado diciendo que es un exceso de susceptibilidad
y que ya no se puede hablar de ninguna forma porque todos se ofenden. Claro,
debe ser muy difícil cambiar lo que uno dice para referirse con respeto y
empatía sobre una persona. Casi tan difícil como tratar de subir a un trasporte
público en silla de ruedas, no poder entrar a lugares con tu perro guía, no
conseguir trabajo por la ignorancia del resto o vivir siempre dentro de una
casa porque tu ciudad no está preparada para que salgas y tu país no mueve un
dedo por hacerte la vida más fácil.
La
discapacidad real no es de la persona que la tiene, sino de la sociedad que no
puede incluirla.
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