Escribe:
JORGE MANCO ZACONETTI (Investigador Universidad Nacional Mayor de San Marcos)
Pese a la
campaña infame contra la modernización y fortalecimiento empresarial de
PetroPerú de parte de los felipillos de la DBA (Derecha Bruta y Achorada), un
mayoritario 72% de los encuestados por Ipsos Apoyo está de acuerdo con el
fortalecimiento empresarial y se identifica con la empresa por representar la
esencia de la peruanidad que no se contrapone con la globalización de las
relaciones sociales. Ello coloca como problema esencial las relaciones del
Estado y mercado, es decir ¿cómo resolver y administrar el conflicto entre el
interés público y privado?
Con
refinados métodos estadísticos de muestreo y teoría de probabilidades, con una
muestra representativa en todos los niveles socioeconómicos se puede estimar
con un mínimo de error más o menos cinco por ciento, la aprobación, la
aceptación o rechazo a una propuesta. Es como si al ser humano con el análisis
de una célula se le puede diagnosticar el tipo de enfermedad que adolece.
Así, la
última encuesta de Ipsos Apoyo Opinión y Mercado S.A. ante la pregunta a 1,200
ciudadanos, a lo largo y ancho del país, sobre si está de acuerdo o en
desacuerdo con el fortalecimiento de PetroPerú, el 72% de la muestra respondió
positivamente, siendo en el norte del Perú donde se alcanzó el porcentaje más
alto un 79% y el centro aprobó con el 64%, mientras Lima expresó un 71% de
aprobación.
Es más,
fue el nivel socioeconómico B, es decir la llamada clase media que tiene
ingresos menores a los 3,000 nuevos soles mensuales y un mayor acceso a la
información, el que expresó la aprobación más alta 79%, ello refuerza la tesis
de la identidad con el sentido de lo nacional, como sucede en la identificación
del ecuatoriano con Petroecuador, el chileno con ENAP, el colombiano con
Ecopetrol, el brasileño con Petrobras, todas empresas petroleras estatales en
América Latina.
En la
opinión pública se ha internalizado la idea legítima sobre la presencia en
nuestro país de eficientes empresas estatales de hidrocarburos y de la energía
de terceros países que operan desde hace años, a pesar del discurso liberal y
dogmático que se impuso en América Latina en los años noventa del siglo pasado,
que dicho sea de paso Brasil, Colombia, Ecuador y Chile no asumieron, a
diferencia de Argentina, Bolivia y el Perú.
Una
lectura crítica de los resultados de la encuesta empezaría por cuestionar la
misma identidad de la empresa consultora, Apoyo S.A., identificada desde los
años noventa del siglo pasado con la privatización de la actividad empresarial
del Estado al igual que Macroconsult y otras consultoras que realizaron pingues
negocios con la dictadura fujimontesinista, pues no solamente asesoraban a las
instituciones públicas, en especial a la COPRI responsable de la privatización
sino también a los intereses privados, todo en nombre de la modernidad y
libertad de los mercados.
Sin
embargo el rigor estadístico aplicado en la encuesta permite reconocer una
objetividad, una realidad sobre cómo es percibida la petrolera estatal a nivel
nacional, a pesar de las limitaciones impuestas por la privatización y los
principios constitucionales vigentes sobre el rol subsidiario del Estado en la
economía que constituyen una camisa de fuerza para el fortalecimiento de
PetroPerú y ElectroPerú.
La
privatización de los activos de PetroPerú, tales como lotes petroleros,
filiales (Petromar, Solgás, Transoceánica, grifos, Petrolube, etc.), refinería
La Pampilla, terminales etc. empezó en 1991 con la transferencia de los
llamados lotes marginales de Talara al sector privado, alcanzando su punto más
alto en 1996 cuando se privatizaron los lotes de hidrocarburos 8/8X
(Trompeteros) y X (Talara), y la refinería La Pampilla, la más importante
unidad de procesamiento de crudo que abastece preferentemente al mercado de la
capital.
En tal
sentido, es urgente y necesario realizar un balance económico financiero y
social de la privatización de los lotes de hidrocarburos que fueron
privatizados en especial de los contratos próximos a su vencimiento. De igual
forma se debe estimar cuál fue el monto de las regalías y del impuesto a la
renta pagado al Estado, las inversiones efectuadas en las unidades privatizadas
y los volúmenes de reservas de hidrocarburos existentes a la fecha.
Ello es
más urgente y necesario en razón del interés de la transnacional Repsol de
España de transferir sus activos en América Latina, luego de la estatización de
YPF por el gobierno argentino, que representaba el 50% de los activos de la
transnacional en la región. Si a ello se suma los problemas financieros de
España y los fabulosos niveles de endeudamiento público privado de empresas y
bancos afectando a los principales accionistas de la transnacional española.
Como inferencia habría el interés de Repsol de vender los grifos de bandera que tienen en el Perú y su participación en la Refinería La Pampilla que fue privatizada a precio vil en 1996. En tal sentido, las inversiones necesarias para reducir el azufre en el diesel a 50 partes por millón costarían más de US$ 1,000 millones de dólares en la refinería, por ello las mismas no estarían en los planes de la empresa a pesar del discurso de sus más altos funcionarios.
¿POR QUÉ
EL APOYO?
A pesar
del tiempo transcurrido la encuesta de Apoyo debe ser analizada desde varios
enfoques. Uno de ellos tiene que ver con la identidad nacional y la peruanidad.
La empresa PetroPerú a pesar de sus 43 años de permanencia disminuida en el
mercado de combustibles pues no extrae ningún barril de crudo ni produce una
molécula de gas natural, está ligada a la peruanidad, a la forma y esencia de
ser peruano, con todas sus virtudes y defectos.
Es una de
las pocas empresas peruanas con las cuales se identifica la población, después
de la defección de las tiendas Wong adquirida por capitales chilenos, o la
captura de la Inka Kola por capitales transnacionales. En cierta medida está en
el subconsciente colectivo como el cebiche, de allí la defensa y/o
identificación con una empresa que en los últimos tiempos quiere resurgir como
el ave fénix, con lotes petroleros, terminales, grifos y buques propios, a
pesar de la oposición del pensamiento liberal.
Al
satisfacer el 48 por ciento del mercado de combustibles la opinión pública
percibe que la petrolera estatal regula los precios evitando los abusos de
mercado de parte de los privados, de allí que estrictas razones económicas
expliquen la necesidad de su fortalecimiento. La petrolera estatal con sus
limitaciones abastece en recónditos lugares donde no resulta atractiva la venta
para la competencia.
Que
solamente un 12% de los interrogados desaprueben su fortalecimiento no
significa necesariamente que apuesten por su privatización, y que un 16% no
precisa una opinión, demuestra la necesidad de explicar mejor las ventajas para
el país y al ciudadano de a pie, de tener una empresa petrolera integrada, con
producción de crudo y gas por un lado, es decir con participación en los lotes
de hidrocarburos, y de otro lado, con estaciones de servicios de combustibles
(grifos).
El
fortalecimiento y modernización de PetroPerú no solamente está ligado a la
producción de combustibles limpios en la Refinería de Talara que permitirá
ganancias ambientales al conjunto de la población del país, ni a la posibilidad
de refinar los crudos pesados provenientes de la selva norte, que hoy se
exportan. También se relaciona con su participación directa en la producción de
crudo y en los nuevos negocios como el gas natural y el gas licuado de petróleo
(GLP), con la posibilidad de envasar y comercializar el gas licuado a través de
grifos propios.
En
síntesis, el fortalecimiento de PetroPerú significa su integración vertical con
producción propia y distribución minorista y su participación en los nuevos
negocios. Ello supone una renovación de su plana gerencial pues no se puede ser
gerente por acumulación de servicios sino por sus resultados y buenas
prácticas. Implica la mayor transparencia en sus actividades de compra y venta,
en especial de la adquisición de crudo que se prestan a suspicacias
empresariales.
Esta encuesta
aprobatoria debiera servir a la nueva administración para cortar de una vez por
todas con las “manzanas podridas” que aún se mantienen en PetroPerú. Constituye
un voto de confianza que debe ser aprovechado para acelerar su fortalecimiento
y modernización con transparencia como es el deseo de la mayoría de peruanos.
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