jueves, 31 de marzo de 2016

Miedo y elecciones en el Perú

Los procesos electorales son un excelente laboratorio para la observación de los miedos colectivos en una sociedad.


Coordinadora de la especialidad de Historia de la PUCP

Los procesos electorales son un excelente laboratorio para la observación del funcionamiento y difusión de los miedos colectivos en una sociedad. A lo largo de nuestra historia encontramos diversos temores que se han manifestado de manera evidente durante las coyunturas electorales. Así tenemos, por ejemplo, el temor a los partidos tachados de ‘rojos’ o comunistas, sobre todo en la época de la revolución rusa de 1917, la revolución cubana de 1953 o, incluso, la actual elección presidencial. 

El miedo se define como un sentimiento de inseguridad frente a una amenaza identificada, que puede ser real o ficticia. Es decir, podría no existir tal amenaza, pero se percibe como un elemento perturbador que pone en riesgo nuestra seguridad. 

Casos como el temor a la anarquía y la disolución del país fueron argumentos eficaces empleados por los caudillos y grupos políticos conservadores en el siglo XIX para imponer gobiernos autoritarios y represivos. Por eso, históricamente, durante las elecciones se apela a través de diversas estrategias a los miedos irracionales de la sociedad para influir en la política. 

Estos temores pueden estar dirigidos a un candidato presidencial, un partido político o un sector social –que encarnaría aquello que más se teme–. Es el caso, por ejemplo, del miedo a Ollanta Humala en las elecciones del 2006 por asociarlo, entre otras cosas, al general Juan Velasco Alvarado y las medidas revolucionarias de su gobierno. O también el temor al Apra desde su aparición como partido político hasta 1985, cuando finalmente sube al poder. 

También está el miedo a la participación de las mujeres en la política, expresado en los debates sobre el voto femenino, que recién se dio en 1956. Lo mismo que el debate entre conservadores y liberales sobre el sufragio popular a mediados del siglo XIX, donde se manifestó el temor al voto de indígenas, afrodescendientes y sectores populares (miedo de las élites que se prolongó por décadas frenando el acceso de gran parte de la población al voto).

El miedo al terrorismo es uno de los principales temores que han operado en las elecciones presidenciales en nuestro país, sobre todo en las décadas de 1990 y el 2000, y fue hábilmente capitalizado por el fujimorismo. Esta situación también está ocurriendo hoy en Europa ante el yihadismo y el terrorismo internacional, que ha fortalecido a los partidos de derecha o neonazis. 

Como vemos, los miedos pueden ser instrumentalizados por el Estado, la Iglesia, los grupos de poder económico o los partidos políticos para lograr sus propios fines. Para ello, son difundidos por medios de comunicación no solo mediante noticias, sino también rumores o datos falsos que alimentan los temores y se conectan con prejuicios y estereotipos de la población. 

Actualmente, en la sociedad de la información resulta sencillo amplificar los temores mediante la televisión, los periódicos o las redes sociales, que tienen un gran y efectivo alcance en la sociedad en su conjunto. 

La historia y los historiadores tienen mucho que decir al respecto, pero lo más importante es que para lograr una verdadera democracia y un adecuado ejercicio de la ciudadanía, es necesario tener una actitud crítica frente a la información y ante nuestros propios temores.


Diario El Comercio

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