Escribe: Mirko
Lauer
Los términos de la participación de
Keiko Fujimori en la segunda vuelta acaban de ser redefinidos. Ya no la
candidata de una modernización del fujimorismo, sino la imagen de una
preocupante mensajera de los años 90, a cuyo paso están reviviendo a toda
velocidad esos fantasmas. Las campañas contra ella se han vuelto también
movilizaciones contra el negro periodo que presidió el padre.
Las hipótesis sobre el origen de la
actuación de JNE-JEE en estas elecciones van desde la idiotez hasta la
conspiración. Pero en cualquiera de los casos esas personas –legisladores y
jurados– le han hecho un flaco favor a la candidata. Es casi como si hubieran
metido una parte de ella al bungalow carcelario de la Dinoes. Han logrado
incluso indignar a jóvenes que no vivieron esos años 90.
Fujimori temía llegar a esta
situación. Por eso la purga de unos pocos iconos de la guardia vieja, las
declaraciones liberales en los EEUU, la distancia política con el padre, la
subida a bordo de Vladimiro Huaroc. La estrategia era conservar el núcleo duro
pro-años 90 y a la vez crecer en un espacio nuevo, como un partido democrático
de derecha más.
Pero ahora Alberto Fujimori en buena
medida la ha reemplazado como la figura a favor y en contra de la cual se va a
votar en junio próximo, y ese handicap probablemente va a agravarse. Lo cual
coloca a la candidata en una situación más complicada que la que tuvo en la
segunda vuelta del 2011, cuando ella era la candidata casi al 100%.
En el 2011 Fujimori compitió contra un
candidato que era amenazante para muchos, al grado de necesitar un refuerzo de
centro-derecha para ganar.
Ella en cambio fue percibida por
muchos como una solución salvadora de la derecha. Hoy solo un paso de Verónika
Mendoza a la segunda vuelta ubicaría a Fujimori en una parecida situación
derechista prime.
Para Pedro Pablo Kuczynski o Alfredo
Barnechea no será muy difícil acopiar votos de la derecha, la izquierda, el
centro, y del antifujimorismo en general. Incluso otros harán ese trabajo por
ellos. Después de las decisiones de JNE-JEE la mesa para ese frente está
servida, y algo de esto ya lo están anunciando algunas encuestas sobre segunda
vuelta.
Pero nada está escrito, claro. Si uno
sigue el furioso desconsuelo, y la furia, de las redes en estos días recogerá
el sentimiento de que Fujimori ya ganó, con malas artes similares a las de su
padre. Pero quizás la esencia de lo sucedido es que Fujimori se ha vuelto algo
más derrotable en junio, si se encuentra con el rival capaz de hacerlo.
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