ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI (Investigador UNMSM)
Es una realidad comprobada la presencia de
importantes empresas petroleras estatales de terceros países con operaciones en
la extracción de petróleo y gas en nuestro país. Solamente en los campos de
Talara como en el Zócalo Continental se constata la presencia de empresas como
Petrobras del Brasil en el lote X, Ecopetrol de Colombia y KNOC de Corea del
Sur en la empresa Savia Perú en el lote Z-2B y la petrolera china Sapet
operando el lote VI/VII. A ello debiera sumarse la presencia minoritaria de la
estatal china CNPC en el lote 8 en la selva norte y de la estatal argelina
Sonatrach en el Consorcio Camisea en los lotes 88 y 56.
En los campos maduros de Talara, sumando la
producción de los lotes X, VI/VII y Z-2B se tiene una producción cercana
a los 30 mil barriles diarios de un crudo liviano que abastece en su integridad
a la refinería de PetroPerú, que debiera ser la más interesada en el aumento de
la producción interna de petróleo, que solamente se obtiene con mayores
inversiones de riesgo exploratorio.
Si bien es de trascendental importancia el futuro
de la modernización de Talara y el problema referido a los contratos de
hidrocarburos próximos a su vencimiento, la situación de los trabajadores
petroleros debiera preocupar e interesar, en razón que son ellos los que hacen
posible la obtención de la riqueza y de la renta petrolera, en las 24 horas de
trabajo continuado, en precarias condiciones de seguridad, con actividades de
alto riesgo como son las operaciones en el mar adentro.
Si se asume que la renta petrolera tiene cuatro
formas y dos destinos. Esta por definición teórica y económica constituye la
diferencia del precio internacional menos los costos internos de producción, y
se distribuye entre el estado y las empresas operadoras.
El estado capta parte importante de la renta
petrolera a través de las regalías pagadas más el impuesto a la renta, y las
empresas operadoras obtienen la renta petrolera en la forma de utilidades y
depreciaciones. En la práctica esta distribución se complica por los múltiples
mecanismos que tienen las empresas para eludir los abonos de impuestos tales
como las relaciones con empresas filiales y vinculadas, sobre costos para
incrementar los gastos y costos, prácticas de endeudamiento financiero, débil
regulación de PerúPetro, etc.
INGRESOS ENAJENADOS A LOS TRABAJADORES
En cambio, los trabajadores productivos de la
industria petrolera (explotación) solamente perciben su participación en la
distribución de las utilidades que por ley les corresponden el 8 por ciento de la
utilidad antes de impuestos al igual que los trabajadores mineros.
Sin embargo, en la realidad con excepción de los
trabajadores de la estatal brasileña Petrobras, el conjunto de los trabajadores
que participan en la extracción del petróleo y gas perciben el 5 por ciento de
la utilidad imponible en la participación de las utilidades; es decir, perciben
una participación como si fueran trabajadores de la actividad comercial, de
servicios, lo cual constituye un agravante que afecta el poder adquisitivo de
los obreros, empleados, funcionarios y también de los gerentes.
Por ello un criterio a tomar en cuenta frente a la
decisión respecto al vencimiento de los contratos de hidrocarburos debiera ser
las prácticas de responsabilidad social con sus trabajadores, que por
conveniencia interesada con una alta dosis de cinismo son considerados como
“colaboradores” de las empresas a pesar de las evidentes injusticias.
En la filosofía de la responsabilidad social las
relaciones de las empresas con los trabajadores debiera ser de confianza mutua
y de respeto a los principios del derecho laboral, a las negociaciones
colectivas y libertad sindical, donde las partes interesadas se beneficien de
la bonanza económica que ha experimentada el sector gracias a los altos precios
internacionales del petróleo.
En tal sentido, podemos afirmar que los
trabajadores sindicalizados y muchos menos los trabajadores de servicios de
terceros de las llamadas empresas contratistas, no se han beneficiado del
llamado “boom del petróleo” en el período 2004 al 2012, donde con excepción de
la caída del precio en el 2009, los altos precios del crudo se han incrementado
sostenidamente hasta superar la barrera de los 100 dólares el barril.
Un mecanismo que refuerza esta posición se explica
por las mínimas tasas de incremento salarial anuales que se han obtenido en las
negociaciones colectivas que tienen como justificación de los aumentos el
índice de precios (IPC) de Lima Metropolitana.
El IPC de Lima estima la variación promedio de los
precios de bienes y servicios en un año, lo que permite calcular la inflación
anual y acumulada. Sin embargo en razón del auge económico de las provincias
del norte y sur del país, el IPC de Piura resulta superior al obtenido en Lima,
con el agravante que en la ciudad petrolera de Talara, los bienes y servicios
tienen mayores precios, pues es reconocida como una ciudad cara donde los
alimentos y servicios tienen precios más elevados.
En la modernidad capitalista los salarios pagados a
los trabajadores por el uso de la fuerza de trabajo debieran estar en
correspondencia con la riqueza creada como a la productividad del trabajo y
riesgo laboral. Con sueldos y salarios decentes los trabajadores incrementan su
capacidad adquisitiva que tiene efectos multiplicadores en la demanda regional
al margen de la contribución fiscal.
REGALÍAS DE LOS LOTES X, VI/VII Y Z-2B
Un tercer aspecto a considerar está relacionada a
la responsabilidad fiscal en especial al abono de regalías que se fijan en un
punto de fiscalización teniendo en cuenta la producción mensual de crudo y gas
natural en relación a los precios internacionales, responsabilidad que le
compete al organismo estatal PerúPetro.
En tal sentido, la comparación entre los contratos
de explotación de los lotes X operado Petrobras Energía Perú y Z-2B por Savia
Perú, en cuanto a las regalías pagadas en el 2011 y 2012 como se puede observar
en el cuadro respectivo resulta ilustrativo “Talara: Performance de las
Empresas Petroleras Estatales”
A pesar que los niveles de producción de los
hidrocarburos líquidos en ambos lotes tienen una pequeña diferencia pues en el
2012 por ejemplo el lote X fue responsable de una producción de 14,148 barriles
de crudo diarios y del Z-2B se obtuvieron en promedio por crudo y líquidos
13,034 barriles, sin embargo las regalías abonadas por el lote X ha sido de 257
millones de dólares frente a los 86 millones de dólares del Z-2B. Es decir las
regalías obtenidas del lote X casi triplican a las regalías equivalentes del
Z-2B
La explicación está en función de la tasa de
regalías vigente en los contratos donde en el lote X a pesar del pago de 202
millones de dólares por las reservas probadas en 1996, abono realizado por la
petrolera argentina Pérez Companc en la privatización de dicho lote que fuera
operado por PetroPerú hasta diciembre de dicho año.
En el lote X la tasa de regalía es dependiente del
factor “R” que aumenta en función de los mayores ingresos y mejores precios,
llegando a ser en promedio del 44 por ciento en el 2012. Se debe tener presente
que a partir del 2003 las operaciones del lote X están bajo responsabilidad de
Petrobras que adquirió los activos de Pérez Companc a nivel de América Latina
(Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Perú).
Por el contrario, en un cuestionado proceso de
privatización el lote Z-2B fue transferido hacia fines de 1993. La empresa
ganadora no calificaba estrictamente como empresa productora pues no acreditaba
niveles de reservas probadas ni producción alguna. Sin embargo ganó una
licitación convocada por la comisión privatizadora en ese entonces,
suscribiendo un contrato de servicios, al cual el estado tiene que reconocer
una retribución en especie.
PetroTech la empresa ganadora mantiene un contrato
de servicios por las operaciones en el Z-2B, explotando las reservas probadas
que descubrió la estatal Petromar filial de PetroPerú. La responsabilidad
privada contractual data desde 1994 hasta el 2008, pues a partir de abril del
2009 las operaciones están bajo responsabilidad de Savia Perú.
Si se tiene presente que Petro Tech Peruana no
abonó ninguna cifra por las reservas probadas, los niveles de inversión
ejecutados fueron mínimos, expoliando los campos del Zócalo Continental, con
cuestionadas prácticas laborales. Es más, abona una tasa de regalías
equivalente al 16 por ciento por lo tanto se le reconoce una retribución
del 84 por ciento, la misma que debió reajustarse en el 2003 a favor de una
mayor participación fiscal.
Si a ello se suma los deprimidos valores por el alquiler
de las plataformas marinas que son propiedad de PetroPerú pagando por los
mismos un valor invariable de 10 millones de dólares anuales. Es decir, las
empresas estatales herederas de las malas prácticas de Petro Tech siguen
abonando el mismo valor por el uso de las plataformas, a pesar que en su origen
contractual (1993) el precio del barril se cotizaba en cifras menores a los 20
dólares el barril y en el 2012 ha superado los 100 dólares el barril.
Sin lugar a dudas constituye un abuso del derecho
comercial que PetroPerú perciba la misma renta durante 18 años por un activo
que resulta fundamental para las empresas operadoras del Z-2B. En los Estados
Unidos de Norteamérica este contrato sería observado por el Congreso por lesivo
y abusivo pero en nuestro país donde la corrupción es un axioma que ha corroído
los más altos niveles del estado resulta una cuestión normal.
En la misma línea de pensamiento la empresa china
Sapet que en los inicios de su presencia en el país (1996) abonaba una tasa de
regalías superior al 40 por ciento, por obra y gracias de negociaciones nada
transparentes en el organismo regulador como PerúPetro, hoy abona una tasa de
regalías menor al 13.35 por ciento. Este hecho debiera merecer una comisión
investigadora del Congreso de la República por lo menos.
Es más, las malas prácticas chinas de Sapet tienen
el agravante de haber sumado dos lotes el VI y el VII en uno solo con menores
tasas de regalías, inventar dos curvas de producción mínimas, subvaluar las
reservas probadas y depreciar la fuerza de trabajo pagando salarios miserables
a sus trabajadores como si fueran “coolies chinos”
En esencia las empresas petroleras estatales que
operan en la extracción de petróleo y gas en nuestro país reproducen los
mecanismos de valorización de las empresas privadas, maximizando los ingresos y
utilidades, minimizando los abonos de regalías y del impuesto a la renta,
sobrexplotando la fuerza de trabajo por medio del pago de salarios que no guardan
correspondencia con la riqueza creada y la productividad, lo cual será fuente
renovada de conflictos.
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