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Chimbote, donde se vive y se huele la bonanza de la amenazada anchoveta. Y donde una buena parte de esta se esfuma entre la bodega y la balanza (Foto: IDL-Reporteros) |
Los empresarios pesqueros sostienen que su sector es ordenado, limpio,
deodorizado. Pero una masiva investigación de IDL-Reporteros a lo largo de seis
meses, que presentamos ahora, descubrió amplias y contundentes evidencias de lo
contrario.
Por Milagros Salazar (*)
En un solo puerto del
Perú, Chimbote, se descargó en dos meses y medio, en 2010, tres veces más de lo
que pescó Portugal en todo ese año. Y eso que en el caso peruano se contó sólo
los desembarques de anchoveta, mientras que en el tradicionalmente pesquero
país ibérico se sumaron todos los peces que toda su flota descargó en todos sus
puertos.
Perú es el país que
alberga el banco más grande de anchoveta en el mundo y, la palabra banco no
sólo hace referencia al gran stock
de esta especie en el mar sino también a lo que significa en dinero, a los más de mil 600 millones de
dólares de exportaciones de harina de anchoveta en el último año.
No se trata solamente
del volumen sino de la
espectacular rentabilidad de ese negocio. Según cálculos
conservadores, los
precios de los últimos años permiten utilidades del 50%. Pocas
actividades rinden tanto, y la ventaja de la anchoveta sobre el oro, es que el
oro no se reproduce.
La abundancia de la
anchoveta ha convertido al Perú en el mayor productor mundial de harina de
pescado. Pero su tremenda rentabilidad actual, por el pico de precios de los
últimos años, estimula la sobrepesca, aún a costa de capturar más anchoveta de
la cuota de 6 millones de toneladas al año.
Aunque los dueños y
ejecutivos de la media docena de empresas que concentran más del 60% de la
pesca sostienen que ahora son muy formales, y que la ley de cuotas del 2008
regularizó y transparentó el sector, la evidencia acumulada por IDL-Reporteros
indica que hay gruesas y muy serias irregularidades.
La investigación
empezó cuando decenas de pescadores informaron a IDL-Reporteros que las
naves en las que trabajan llegan a los puertos con mucha más carga de lo que
registran las balanzas ubicadas dentro de las fábricas de harina. Si el pesaje
no es correcto, ello significa un menor pago de derechos de pesca al Estado y a
los pescadores, que cobran por tonelada capturada. Además, por supuesto, de
sobrepesca.
Empresarios,
pescadores, expertos, inspectores y ex funcionarios del sector aseguraron a IDL-R que la discrepancia tolerable entre pesca
declarada y pesada es hasta 10%. Samuel Dyer Ampudia, fundador
y director de la segunda pesquera más importante del país, Corporación Pesquera
Inca (Copeinca), aseguró que si hay diferencias “del 10% ya es bastante”.
Adriana Giudice,
gerente general de la pesquera Austral, entrevistada en su oficina en el centro
empresarial de San Isidro, que pareciera a un mundo de distancia del oloroso
Chimbote, dijo que “hasta 10% puede ser una diferencia normal ya sea para
arriba o para abajo”. Claudio Castañeda, superintendente adjunto de la gerencia
de operaciones de harina y aceite de pescado de Tecnología de Alimentos (Tasa),
la pesquera más poderosa de la pesca que está en manos de los Brescia, solo
respondió que tendría que hacer un análisis estadístico para ser “más
precisos”.
IDL-R les ahorró el
esfuerzo: luego de tres meses de trabajo exhaustivo y fatigoso, logró obtener,
armar, compilar y procesar las bases de datos que contienen los registros de
pesca, declarada y pesada, de la segunda temporada de pesca de 2009 y de las
dos temporadas de 2010.
¿Para qué se llena
estos dos registros? Para cumplir con el programa de vigilancia de
desembarques que administra el Ministerio de la Producción.
En principio, debió
haber sido fácil obtener las bases de datos. Pero, los principales funcionarios de ese
ministerio se negaron reiteradamente a entregar esa información a IDL-R,
aduciendo, ilegal y sospechosamente, que era secreta.
A la luz de los
resultados de esta investigación, ya se sabe porqué insistieron en el secreto,
que antes que favorecer, perjudicó al Estado o a la sociedad.
De paso, el ‘secreto’
que se adujo era una mentira, pues IDL-R averiguó después que las empresas
pesqueras tienen acceso total a las bases de datos de desembarques.
¿Qué arrojó el
análisis de estas bases de datos? Lo siguiente: Que más del 50% de los desembarques (o descargas de lo
pescado) en los puertos del norte y centro del país, donde se
descarga el 90% de la anchoveta capturada en el Perú, tuvieron discrepancias de más del 10%
entre la pesca declarada y la pesada en las balanzas. No solo
eso: el 27% del total de
desembarques registran discrepancias de 20% para arriba. Hay
varios casos en los que la diferencia llega al 50%.
Las diferencias
significativas y rotundas en toneladas y número de descargas son casi
invariablemente en perjuicio del Estado y el pescador: ¿Cómo? Aparece menos
pesca en la balanza de lo que fue declarado.
Apenas en el 10% de
los desembarques puede haber algo más de pesca pesada que la captura declarada.
¿Cuántas toneladas no
registradas representan las discrepancias de más del 10%? Poco más de 300 mil
toneladas.
Para que tengan una idea de proporciones, esto equivale al 160% de lo que pescó
Portugal en 2009.
En dinero, la cifra está cerca de los 100
millones de dólares si se transforma esa cantidad de anchoveta
en harina de pescado. (Ver la metodología de cómo se
hicieron los cálculos para llegar a esta cifra).
Para esta
investigación, IDL-R
revisó cerca de 47 mil
desembarques de las tres temporadas de pesca, fijó la diferencia entre la carga declarada y
la pesada en cada desembarque; y comparó las cifras de las
bases de datos con las miles de actas de inspección levantadas en las varias
etapas del proceso de descarga por las empresas supervisoras Cerper y SGS, en
las que aparecen los registros originales de los desembarques.
Esta investigación continua en la siguiente página
(*) IDL-Reporteros agradece a la reconocida
periodista Giannina Segnini, jefa de la unidad de investigación del diario La
Nación de Costa Rica, así como a Rigoberto Carvajal, ingeniero de sistemas de
su equipo, por la asesoría en el procesamiento de las bases de datos de esta
investigación.
(**) Corrección: El lunes 19 de septiembre se
ha hecho el siguiente cambio, para mayor claridad del texto. Donde estaba
escrito que Cecilia Blume era directiva de Exalmar, ahora queda escrito que es
directora de esa compañía, es decir, miembro del directorio.
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