Cuando en
los primeros días de diciembre de 1992 Pedro Huilca retornó de Arequipa luego
de asistir al CADE celebrado en dicha ciudad, tuvo la idea de responder a la
grave amenaza lanzada contra la CGTP y sus dirigentes por el entonces Jefe del
Estado, el Ing. Fujimori. A su solicitud se redactó el texto que Pedro tuvo en
sus manos y revisó cuidadosamente la tarde del 17 de diciembre. A esa hora dio
cuenta de su conformidad absoluta con los términos recogidos en el documento y
solicitó que éste fuera digitado en papel membretado de la Central para ser
firmado y distribuido a primera hora del viernes 18. Inmediatamente después,
salió de la sede de Dos de Mayo para encabezar una marcha sindical previamente
dispuesta. Al día siguiente, cuando se disponía a dirigirse a la sede de la
CTGP, fue atacado por agentes del Estado y vilmente asesinado. No pudo,
entonces, refrendar este documento que, sin embargo, fue considerado como su
Testamento Político y publicado en esa condición ocho días más tarde, el
viernes 25 de diciembre en la página central del diario “La República”. Por su
contenido y la extraordinaria vigencia que mantiene, juzgamos un deber
reeditarlo y entregarlo a los lectores, al cumplirse hoy 20 años de la muerte
de este valeroso compañero de lucha.
CGTP RECHAZA Y
REPUDIA OFENSIVA DEL GOBIERNO
En los últimos días,
el Ing. Alberto Fujimori, en nombre del gobierno de facto que preside, enfiló
todo el peso de su agresividad y de su odio contra los trabajadores, el
movimiento sindical y popular y las fuerzas progresistas y democráticas de la
sociedad.
Aplicando la
política de confrontación –y haciendo honor sin duda a sus viejos ancestros,
las antiguas camarillas guerreristas niponas- desconoció, en el pasado
reciente, el derecho de los trabajadores a la negociación colectiva, a la
organización sindical y a la huelga, vulnerando expresas disposiciones
constitucionales y violando abiertamente convenios internacionales de la OIT
–como el Convenio 87 y el Convenio 98- reconocidos oficialmente por el Estado
Peruano.
Persistiendo en esa
línea, atacó groseramente los mecanismos de la Seguridad Social, agredió al
IPSS y promovió –en beneficio directo de los grandes monopolios nacionales y
extranjeros que trafican con la salud- la quiebra de los sistemas de atención
hospitalaria y de pensiones, para consolidar las AFP, experiencia chilena de
dudosa eficacia.
Más recientemente y
en vísperas del CADE 92 –seguramente para ganar el aplauso de los empresarios-
promulgó una nueva Ley de “flexibilización” del empleo y mediante la cual
arrasó los últimos vestigios de estabilidad en el trabajo. Y en ese mismo
espíritu, precisamente en el contexto de su intervención en el CADE, dijo a los
“señores empresarios” que soberbia tonante y desafío, que éste “ya no es el
paìs donde mandan las cúpulas de la CGTP”.
Deplorable conducta
la del Ing. Fujimori que hace apenas 30 meses –en junio de 1990- buscó a las
“cúpulas sindicales” para pedirles el apoyo electoral y el voto por su
candidatura en los comicios nacionales de ese periodo.
Deplorable también
porque lo dijo, no ante un auditorio de trabajadores -que hubieran podido
responder en forma apropiada a su grosero desafío- sino ante los empresarios, a
los que gusta adular para que se sometan a su “Programa Económico” con el mismo
servilismo lacayuno con que él se ha sometido a las recetas antiperuanas del
Fondo Monetario Internacional.
Y deplorable porque
no hizo sino reflejar la mentalidad belicosa de quien se siente siempre en
guerra, pero no tiene valor para afrontarla, y corre a refugio seguro para
ponerse a salvo cuando se agudizan las tensiones en el país.
Al Ing. Fujimori, la
CGTP le responde que nunca en el Perú “han mandado” las “cúpulas” de la CGTP.
Nunca, en primer lugar, ha habido en el Perú un gobierno en el que los
trabajadores hayamos asumido la capacidad de decisión. Por el contrario, todos
los gobiernos –unos más, otros menos- han aplicado la política de opresión de
la clase dominante y han actuado en beneficio de los poderosos y en contra de
los trabajadores.
Por esa política –la
de la “vieja oligarquía envilecida” como la llamara Velasco Alvarado- es que el
Perú vive una profunda y dramática crisis. De ella no somos en absoluto
responsables los trabajadores, como no es culpable el pueblo, pauperizado y
sometido; sino los gobernantes –incluido Fujimori- que en forma sucesiva han
aplicado “programas económicos reactivadores” y “paquetes de medidas” para
“salir de la crisis” hundiendo cada vez más al Perú en el pantano de la
miseria, de la corrupción y de la dependencia.
Nunca, en segundo
lugar, la CGTP ha mantenido “cúpulas”, sino núcleos dirigentes integrados por
probados luchadores que han combatido con firmeza en defensa de los intereses
del pueblo en todos los terrenos.
Por eso la CGTP ha
sido –y sigue siendo- la esperanza de millares de peruanos y un baluarte en la
lucha por los grandes ideales nacionales. Gracias a la CGTP, en efecto, pudo
conocer el país transformaciones estructurales que mejoraron objetivamente la
vida de los peruanos, pudieron las fuerzas democráticas de nuestro país, acabar
con la dictadura militar reaccionaria de Morales Bermúdez, como lo atestigua la
histórica jornada del 19 de julio de 1977.
El Ing. Fujimori, en
tercer lugar, no tiene razón valedera para argûirla contra la CGTP. No es por
odio a la “cúpula” de la CGTP que elimina los puestos de trabajo, que quiebra
las empresas privadas y remata las públicas; que reduce al mínimo la pensión de
los jubilados; que desconoce las leyes laborales; que recluye a destacados
jefes militares con delincuentes y terroristas, y los tortura; que apalea a
modestos vendedores ambulantes en las calles de Lima. No. No es por odio a “las
cúpulas sindicales” que hace eso. Es porque desprecia a los peruanos, a los que
considera holgazanes, indisciplinados y poco productivos, incapaces de
someterse –como ciertos nipones- a los designios del Emperador.
El Ing. Fujimori
debiera saber que los dirigentes de la CGTP no nos “apoderamos” del gobierno en
los sindicatos. No desconocemos, ni dejamos de lado, los Estatutos de la
Central –nuestra Constitución-, ni disolvemos la Asamblea de Delegados ante la
cual debemos rendir cuenta de nuestros actos; ni eliminamos los órganos de
control sindical, para impedir que nos fiscalicen; ni nombramos “a dedo” a
quienes nos representen en el trabajo; ni buscamos incondicionales ni serviles
para que nos adulen; ni apresamos ni torturamos a nuestros adversarios
aprovechando del poder fugaz que tenemos en la mano.
Haría bien en
aprender un poco de democracia verdadera el Ing. Fujimori antes de hablar de
ella al país al que sistemáticamente engaña, después que desconociera la
Constitución del Estado, disolviera el Congreso Nacional, liquidara los órganos
de control, manipulara groseramente las recientes elecciones del 22 de noviembre
e impusiera un régimen en el que por su propia decisión, él se ha convertido en
“señor de honras y de bienes”, tomándose la libertad de decir quién es
inocente, y quién es culpable en el Perú.
Y haría bien en
comprender que no se puede gobernar el país con diatribas; que no se puede ser
soberbio y grosero ante los trabajadores, y genuflexo y servil ante el capital
financiero; que no se puede arrasar conquistas y derechos que fueron ganados
con la sangre de los mártires, sin derramar nueva sangre; que no se debe usar
la guillotina contra los adversarios, sino se quiere, después, ser arrastrado
al cadalso.
Con toda firmeza
nosotros, los dirigentes de la CGTP y los representantes de los trabajadores,
le aseguramos al Ing. Fujimori, que no le tememos. No tememos ni a sus
exabruptos, ni a sus bravatas. No tememos a sus ataques arteros, ni a su
paranoia creciente. Por encima de nuestra libertad personal y aún de nuestras
vidas; ésta es la causa por la que luchamos, que sobrevivirá, sin duda alguna,
al Ing. Fujimori y a todos sus serviles y obsecuentes portavoces.
Nosotros somos
peruanos. Vivimos en el país en el que nacimos y queremos. Forjamos la riqueza
del Perú con nuestras manos. Recogemos la cosecha de la tierra. Trabajamos
honradamente para mantener a nuestros hijos y dejarles en herencia orgullo y
dignidad. Rendimos culto a nuestros héroes y a nuestros antepasados, a nuestra
historia, a los que lucharon por nuestra patria y por nuestra clase. Nos
inclinamos ante la fuerza del pueblo, pero no doblamos la cerviz ante la espada
de los emperadores.
En el pasado –bien
vale recordarlo- otros trataron vanamente de doblegarnos, someternos y
humillarnos. Nos privaron de la libertad muchas veces, pero nunca lograron
quitarnos el coraje. Segaron la vida de nuestros mejores hijos, pero seguimos
adelante porque el vientre del pueblo es vientre fecundo y nuevos hijos
aparecieron para tomar en sus manos nuestras banderas de lucha. En cada
combate, nosotros mismos recogimos las experiencias de una historia que nos
pertenece, que nunca tomamos de prestado, y que nunca supimos defraudar.
Sin alardes y sin
aspaviento, respondemos entonces a las bravatas y a las amenazas de quienes hoy
son fuertes, pero que no tienen razón, ni derecho para actuar en contra del
pueblo. A ellos les decimos con claridad y con firmeza que nos mantendremos en
nuestro puesto de combate, a pie firme, como lo hicieran antes José Carlos
Mariátegui, Ramón Castilla, Andrés Avelino Cáceres, Francisco Bolognesi, Miguel
Grau y Tupac Amaru.
Con el ejemplo de
los peruanos que lucharon antes que nosotros por las mismas causas por las que
combatimos nosotros, superaremos ese instante gris y amargo en el que se impone
la soberbia basada en la fuerza y el terror. Sólo así será realmente posible
forjar “un país más democrático y, en consecuencia más justo” –lo decimos
tomando precisamente las últimas palabras del Ing. Fujimori ante el reciente
CADE-
No tenemos duda que
en las difíciles y duras jornadas que se avecinan, Contaremos con el respaldo
masivo y consecuente del pueblo, con el apoyo de las fuerzas democráticas de la
sociedad, con las adhesión de los núcleos progresistas del país, que aspiran a
construir una sociedad mejor, y que nos ayudarán a combatir no por privilegios
personales, sino por derechos populares conculcados por quien recibió del Perú
sólo benévola acogida, otorgada a él y a su familia, gracias al ánimo solidario
que caracteriza a los peruanos.
La CGTP, que repudia
y rechaza esta ofensiva, llama a estas fuerzas a buscar la unidad, a concertar
políticas comunes, a promover la solidaridad más amplia, a superar los viejos
entrampamientos heredados del sectarismo y el hegemonismo, a salir adelante en
una lucha en la que se juega el destino del país y en la que, sin duda alguna,
millones de peruanos tienen afincada su esperanza.
Lima, 15 de
diciembre de 1992
p. el Consejo
Nacional de la CGTP
PEDRO HUILCA TECSE
Secretario General
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