Por: Mario
Alvarado Tabacchi
¿Qué hacer con los precios? El desplome frecuente de los precios del mango
tiene que ver con la recurrente saturación de los mercados. Una primera línea
de defensa aquí es regular las salidas al mercado. Pero esto requiere el
compromiso firme de exportadores para evitar inundar nuestros destinos
principales en determinados momentos, sobre todo cuando se coincide en la misma
ventana con otros países tales como Ecuador, Brasil y Sudáfrica.
Sin embargo, está claro para los actores del mercado que, en una perspectiva
más amplia y de largo plazo, es necesario un conjunto de cosas: dejar de
sembrar más mango (en especial, de la variedad Kent); diversificar mercados
(hoy concentrados en EE.UU. y Unión Europea); industrializar la fruta para
colocar los excedentes; sembrar otros frutales (uva, palta, maracuyá, etc.)
para aprovechar mejor la capacidad instalada (plantas de empaque que permanecen
paradas cuando acaba la campaña de mango).
En lo relativo a los precios, hace falta también una mayor transparencia
del mercado. Es necesario que se conozcan todos los costos que implica
exportar. De este modo, se puede evitar el prejuicio de que los exportadores
están ganando mucho a costa de pagarles poco a los agricultores, lo cual podría
ignorar que los costos logísticos son importantes y que, por citar un ejemplo,
las navieras han incrementado sus tarifas en 26 por ciento entre la campaña
anterior y la actual.
Sin embargo, una información transparente también permitiría apreciar si es
que los exportadores, a fin de mantener sus márgenes de ganancia, no están
transfiriendo sus sobrecostos e ineficiencias a los productores, en una versión
más de que la cadena se rompe por su eslabón más débil.
Asimismo, contribuiría a restarle conflictividad al tema de precios el
reconocimiento de que la rentabilidad de los agricultores no depende solo de
precios, sino también de incrementar rendimientos y de disminuir costos de
producción; aspectos ambos en los cuales hay todavía mucho trecho por recorrer.
Pero esto dependerá de tener al frente a agricultores asociados, los cuales
podrán así, y solo así, ser objeto de diversos apoyos: asistencia técnica,
información (de mercados), programas de certificación, control de plagas,
crédito.
Base institucional para la cooperación Obviamente, todo lo propuesto no se
echará a andar espontáneamente. Se requiere una base institucional que permita
crear espacios de cooperación entre todos los actores de la cadena productiva o
cluster. Mejor dicho, necesitamos saltar desde un cluster espontáneo o natural,
como el que existe ahora, hacia un cluster institucional, donde todos los
participantes asuman compromisos vinculantes concretos. Este es el objetivo de
la creación de Coremango (Consejo Regional del Mango), que nació
auspiciosamente en la campaña pasada, pero que hoy ha perdido ritmo.
En este sentido, bien
haría el Gobierno Regional en procurar relanzarlo. Sobre todo, si es consciente
de que su misión no es ser solamente “sembrador de fierro y cemento”, sino
especialmente un verdadero gestor del desarrollo económico y social de la
región. Un primer gesto concreto sería contribuir, en conjunto con otros
actores de la cadena, a la contratación de un Coordinador, Operador o Gerente
del cluster (como se le quiera llamar), el cual tiene que reunir dos
condiciones básicas: conocimiento profundo del cluster y capacidad de conciliar
intereses entre las partes. Solo así se podrá operativizar un plan de trabajo
de corto y largo plazo. El reto está planteado.
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