Hoy cumple una década
como máxima autoridad del fútbol peruano. Los mediocres resultados en
la selección mayor reflejan bien lo que es su
gestión
Redacción Online
Diez años de más fracasos
que aciertos (si los hay). Tres mil seiscientos cincuenta días sentado en el
mismo lugar. Una década estampado en un sillón que, como él, nada ni nadie
podrá desalojar. Ya lo intentó una vez el Gobierno peruano y no pudo. Manuel Burga Seoane cumple hoy 10 años como
presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF).
Diez años que se
convertirán en doce, porque su mandato culmina el 2014 (Sí, aún le quedan dos
años). Aunque, para el desagrado de más del 81% de peruanos que lo desaprueban
(según una reciente encuesta de El
Comercio), el mismo Burga Seoane ha dejado abierta la
posibilidad de que se presente a la reelección. “Si la
voluntad está, ahí estaremos”, dijo. ¿Se aspira a un cargo tan importante solo
por voluntad? Si así fuera, entonces hoy la ‘U’ sería el Barcelona, Alianza hubiera traído a Diego Maradona y Cobresol sería un equipo
modelo. La palabra adecuada era capacidad.
La última esperanza
de Burga como presidente es que Perú clasifique al Mundial de la mano del
técnico que él contrató: Sergio Markarián. El plan, seguramente, es perpetuarse
en el poder dirigencial bajo esa premisa. ¿Si Perú clasifica,
algo que aún está lejos, Burga se va? Esto ni siquiera es una posibilidad
remota.
En reiteradas
oportunidades, Burga ha declarado que él no juega los partidos, que lo hacen
los futbolistas. Algo tan falso como la excusa “no eres tú, soy yo”. Imagínense
que así fuera. Entonces, como menciona Luis Puiggrós en una antigua columna,
cualquier directivo de una empresa sobra. Los presidentes de los bancos
multinacionales que quebraron por la crisis seguirían en sus cargos o, por
citar un caso opuesto (por lo exitoso), Steve Jobs no hubiera hecho de Apple un
imperio.
Vayamos a los
números. Estos, definitivamente, no son nada favorables. La selección mayor
durante la década Burga
tiene un récord de 128 partidos disputados en torneos oficiales
(no se cuentan los encuentros amistosos). De todos estos, ha conseguido 102
puntos, lo que equivale
a una efectividad del 26,56%. Es abogado, pero la matemática es
indefendible. En ellos, claro, están los dos mundiales que los jugadores vieron
por TV.
Burga, amante de los
viajes a Zúrich o Asunción, sus destinos favoritos, se ha destacado siempre por viajar
cuando las papas queman. Aunque él dice que son puras
casualidades. La última vez que hizo maletas en una situación crítica sucedió
luego del anuncio de los tres clubes mejor gestionados (Vallejo, San Martín y
Cristal): se irían del fútbol profesional este año por la informalidad que
impera en el torneo. Burga Seoane viajó a Suiza mientras que el negocio
futbolístico peruano se sumergía en el hoyo más profundo de su historia.
Un panorama ideal: que Burga se vaya,
renuncie y deje todo en manos de gente profesional, capaz, creíble, con un plan
de desarrollo a corto, mediano y largo plazo. Que viaje otra vez, pero que
ahora no vuelva más a la FPF.
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