Por:
Humberto Campodónico
En los últimos días buena parte de la discusión
sobre el crecimiento ha girado alrededor de “lo que se pierde” con la no
ejecución de diversos proyectos mineros a partir de un estudio del IPE,
claramente sesgado en su clasificación de proyectos y en los impactos.
Lo que sorprende es que se gira monotemáticamente
alrededor de la minería sin mirar a otros sectores que pueden diversificar la
actividad productiva para tener “otros motores de crecimiento”. Es el caso de
los fosfatos de Bayóvar (Región Piura), insumo fundamental para la elaboración
de fertilizantes.
Actualmente, Miski Mayo exporta anualmente 3.3
millones de toneladas al año de roca fosfórica por US$ 400 millones, según el
BCR. Miski Mayo es propiedad de la brasileña Vale do Rio Doce (CVRD), Mosaic
(EEUU, una de las más grandes del mundo) y Mitsui (Japón).
La cuestión aquí es que exportamos como roca –en
bruto– e importamos el fertilizante Fosfato Diamónico (DAP, en inglés) y
también (en menor medida), el Fosfato Monoamónico (MAP). Estas importaciones
suman US$ 80 a 90 millones anuales por 160,000 toneladas métricas.
La exportación de la roca en bruto se da a partir
de las bases de la licitación de ProInversión en el 2005 y que ganó Miski Mayo.
Allí no se estableció –o no se quiso establecer– la obligación de construir una
planta para la elaboración del DAP.
Desde el 2005 la importación de fertilizantes ha
crecido enormemente, tanto por la expansión de la producción para el mercado
interno, como por las exportaciones no tradicionales (espárragos, mango,
cebolla, uvas, entre otros). Así, en el 2012 la importación de todos los tipos
de fertilizantes (urea, DAP, nitrato de amonio, sulfato de amonio) llegó a
900,000 toneladas por un valor de US$ 400 millones (1).
Y van a seguir creciendo porque se están ampliando
las áreas de cultivo a partir de nuevos proyectos de irrigación y la ampliación
de los existentes (Olmos, Chavimochic, Chira-Piura, Majes-Siguas, entre otros).
Los países vecinos (que no tienen roca fosfórica) también importan grandes cantidades.
Según ODEPA de Chile, en el 2014 se importaron US$ 40 y US$ 56 millones de DAP
y de MAP. En Colombia se importaron 70,000 TM de fosfatos por US$ 48 millones.
Mercado para la exportación hay, entonces.
La producción nacional de fertilizantes fosfatados
tendría incidencia directa en la reducción de los precios, mejorando la
productividad y competitividad de la agricultura, tanto tradicional como no
tradicional. La primera ganancia se da por la reducción del flete (se estima en
US$ 50/TM). La segunda puede darse por el aumento de la competencia en un
mercado muy concentrado (2): tres empresas tienen el 80% del mercado (Molinos
36%, Farmex/Inkafert 10% y Misti 32%).
No olvidemos que en el 2009 la Asociación de
Productores de Arroz de Majes planteó la importación directa de urea, pues
consideró que su precio interno duplicaba el precio internacional.
En Colombia (cuyo mercado también está altamente
concentrado), tenemos: “al comparar los precios a nivel internacional y lo que
pagan los campesinos por un kilo de fertilizantes, los costos internos superan
los del exterior entre el 30 y el 50%. El fosfato se pagó a US$ 681 en el
exterior y en el país a US$ 1,489. El sobrecosto alcanzó el 118%. Esto incide
mucho en la rentabilidad del campo, porque para abonar una hectárea de tierra
ellos tienen que invertir hasta el 30% del total de los costos mínimos de
producción de sus cultivos” (3). ¿Y aquí?
Otrosí: el ácido sulfúrico es uno de los insumos
clave para elaborar el DAP. En el Perú Southern lo produce y lo exporta a Chile
(en el 2013 fueron 963,000 TM por US$ 127 millones). Agreguemos que el proceso
de desulfurización en la nueva refinería de Talara incluye una planta de ácido
sulfúrico que producirá 560 TM por día (204,000 TM al año) en el 2017. Hay,
entonces, harto ácido sulfúrico.
Las condiciones están dadas, por tanto, para
avanzar en la diversificación productiva, más aún cuando hay dos nuevas
empresas que van a explotar nuevos yacimientos en Bayóvar para su exportación,
otra vez como roca fosfórica (sic): Fosfatos del Pacífico de Hochschild y
Bayóvar 12 de Focus Ventures.
La cuestión, entonces, comienza por la iniciativa
del Estado de avanzar hacia la producción de fertilizantes DAP, con la
participación de los actores del gobierno (Produce, Ministerio de Agricultura,
entre otros), los empresarios privados que producen la roca y, también, los
gremios agrícolas y asociaciones de productores que utilizan fertilizantes.
Esto no implica que no se deba incentivar el otro tipo de agricultura (la orgánica,
hoy pequeña), que solo usa abonos naturales, de tal manera que coadyuven al
actual “boom” gastronómico de nuestro país.
Lo reseñado aquí nos dice que existen las
condiciones para “nuevos motores” de crecimiento (diferentes a la monotemática
de “pura minería”) que beneficiarán ni más ni menos que al 24% de la PEA
peruana que produce alimentos, con lo cual se avanza en la seguridad
alimentaria (que hoy no tenemos porque somos importadores netos de alimentos).
A los que se puede agregar otros motores, como la petroquímica del etano cuando
llegue a nuestra costa sur el Gasoducto Sur Peruano. Y así. Solo se trata de
tener voluntad política.
(1) Elar Sifuentes, Estadísticas de Fertilizantes,
La Molina, Mayo 2014.
(1) Centrum, PUCP, Corporación Misti, Mayo 2013.
(3):http://www.americaeconomia.com/negocios-industrias/los-altos-precios-que-pagan-los-agricultores-colombianos-por-los-fertilizantes
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