León Trahtemberg De
sentido común Diario Correo
El sentido común del mercado educacional supone
que la educación inicial debe costar menos que el colegio, y este menos que la
universidad. Más allá de una presunción que correlaciona la edad del niño con
el nivel educativo, ¿tiene eso algún sentido? Probablemente lo sensato sería al
revés. Los principales costos que tiene el servicio educativo (muchas veces
encima del 70% del total) son las remuneraciones. Si asumimos que un
profesional de la educación con 5 años universitarios y otros dos de maestría
debería ganar igual independientemente del nivel en el que enseñe, una
profesora de inicial, un docente de colegio o un catedrático universitario
deberían ganar igual. Siendo así, dado que la proporción del número de alumnos
por profesor es menor en inicial que en primaria, secundaria y superior (en ese
orden), el costo por alumno de inicial debería ser mayor que el escolar o
universitario, respectivamente.
¿Por qué entonces se asume que la universidad
debe costar más que el colegio y este más que la inicial? Añadamos a eso que en
inicial, primaria y secundaria hay más horas de clases a la semana, apoyo de
sicólogos y uso de juegos y material didáctico que no hay en la universidad. No
se puede aducir que hay una diferencia por la investigación, ya que en el Perú
en las universidades privadas casi no se hace investigación (y si
ocasionalmente la hacen, viene con su grant debajo de la mano).
Tampoco hay mayores diferencias por costo de
infraestructura, ya que el prorrateo por alumno hace que un colegio de mil
alumnos en un terreno e infraestructura 20 veces más chico que el de una
universidad de 20,000 alumnos, resulten ser parejos. Es más, por economías a
escala el costo de los gastos corrientes de una universidad son menores per
cápita que los de un colegio o un centro inicial. Probablemente donde haya
importantes diferencias de costos para los estudiantes sea en los sueldos de
rectores, decanos y catedráticos, contratos y gastos a terceros y los márgenes
de utilidad.
No deja de ser interesante pensar de vez en
cuando sobre estas sorprendentes incoherencias
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