Reservorio San Lorenzo |
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El proyecto de
irrigación y colonización San Lorenzo se inició en 1961. El valle de San
Lorenzo tiene 40 mil hectáreas en las que se cultiva mango, limón, arroz, maíz
y menestras. En el 2011 los productores exportaron 120 mil toneladas de mango,
convirtiéndose en un emporio exportador, así como un seguro productor de
alimentos como arroz, frutales y hortalizas.
Publicado
en: La Revista Agraria 124, noviembre 2010
El modelo
de irrigación que el Estado viene promoviendo, desde hace algunos años, con
ejemplos como Chavimochic, Olmos y Majes-Siguas II, es a todas luces excluyente
de los pequeños y medianos productores. La experiencia de la Irrigación San
Lorenzo, en Piura, a pesar de sus dificultades, es un espejo en el que deberían
mirar quienes creen que la agricultura solo es rentable si se practica a gran
escala.
La
Irrigación San Lorenzo formó parte de un proyecto piloto de desarrollo rural
promovido por el Banco Mundial para América Latina, y se convirtió en el
programa de ampliación de frontera agrícola más importante del Perú,
transformando una zona desértica en un valle altamente productivo. ¿Qué hizo que
un modelo que privilegió a los pequeños y medianos agricultores continúe
exitosamente cincuenta años después? Presentamos un recorrido de lo que
significó la colonización de las tierras en San Lorenzo y de lo que hoy es uno
de los valles con mayor diversidad productiva del país.
La
infraestructura hidráulica de la Irrigación San Lorenzo se construyó entre 1948
y 1960, y en gran parte fue financiada con un préstamo del Banco Mundial.
Comprendió obras civiles de gran envergadura: un reservorio con capacidad para
almacenar 250 millones de metros cúbicos, y una amplia red de más de 1,300
kilómetros de canales principales y secundarios, que permitirían el riego
regulado de más de 20 mil hectáreas.
Si bien,
hasta allí, San Lorenzo fue concebido como un modelo de irrigación típico, hubo
algo que lo hizo diferente. El modelo, planteado por el propio Estado,
consistía en la entrega de terrenos a pequeños y medianos agricultores (el lote
más grande fue de 80 ha), que además incluía servicios de acompañamiento
técnico directo a los colonos, para lo cual se envió desde Lima un equipo
conformado por ingenieros agrónomos, especialistas en riego, extensionistas
agrícolas, economistas, educadores, etc.
Un grupo
de profesionales se dedicó a elaborar los mapas, con los límites definidos de
los predios, y a identificar los tipos de suelo, lo que permitió hacer una
valorización por hectárea de cada una de las parcelas. Luego se convocó a los
agricultores de Piura y del resto del país —principalmente de la costa— que
estuvieran interesados en ocuparlas, aunque tuvieron prioridad los agricultores
del área inundada por el reservorio, así como los yanaconas, exarrendatarios y
expropietarios de las zonas expropiadas1.
Alejandro
Seminario, ingeniero agrónomo que integró el equipo de especialistas encargado
de la selección de los colonos, recuerda que, en 1961, «muchos agricultores y
un grupo muy grande de profesionales nos dedicamos a recibir a los potenciales
colonos. Los llevábamos a pasear por las zonas donde estaban las parcelas. Íbamos
con ellos al campo y allí eran entrevistados para conocer las habilidades que
tenían para la agricultura. Los íbamos calificando de acuerdo a quienes tenían
las mayores facultades o conocimientos para un exitoso aprovechamiento de cada
una de estas parcelas».
El
proceso de adjudicación de tierras duró cinco años. Los colonos pagaron una
cuota inicial y la diferencia fue amortizada en los quince años siguientes. En
su etapa inicial, el proyecto incluía a ingenieros agrónomos especialistas en
riego. Un agricultor tenía un ingeniero de muy buen nivel que lo asesoraba
sobre la mejor forma de regar sus parcelas, y eso sirvió para construir todo el
sistema de riego desde la toma principal hasta la parcela.
Los
colonos contaron además con un sistema de extensión agrícola: ingenieros con
experiencia en cultivos transitorios y permanentes que evaluaban, de acuerdo
con la calidad de los suelos y la disponibilidad de agua, qué tipos de cultivo
se adaptaban mejor a determinada parcela. «Había una oficina de mercados que
indicaba qué productos se estaban comprando, a qué precios, en qué zona. Con el
tiempo se organizaron cooperativas de producción y terminaron teniendo plantas
de procesamiento de frutas y hortalizas. Hubo incluso un programa de vivienda
que tenía como meta entregar una casa de colono por día», señala Seminario.
Sembrando
el desierto
La
Irrigación y Colonización San Lorenzo es el distrito de riego que con mayor
acierto ha practicado la diversificación de cultivos: actualmente son 35 mil
las hectáreas bajo riego, donde el mango y el limonero ocupan la mayor área (14
mil y 8 mil ha, respectivamente). Además de estos productos, se siembra arroz,
menestras, algodón, palto, maíz, entre otros.
Hasta
2007, la rentabilidad de los productores de mango se mantuvo en niveles altos.
Sin embargo, las últimas campañas han sido complicadas para aquellos, sobre
todo porque el boom de la agroexportación hizo que la siembra del
producto creciera de manera desordenada, lo que llevó a que los precios cayeran
a niveles muy bajos (S/.4 la jaba de 20 kilos de mango de exportación). Este
año las cosas parecen mejorar para los productores: en el inicio de la cosecha
se están logrando precios de hasta S/.27 la jaba.
Productos
como el limón, el arroz y el maíz mantienen niveles de rentabilidad aceptables
en estos años, lo que ha permitido a los productores de San Lorenzo invertir
sus ganancias en otros negocios que les generan ingresos adicionales, fuera de
la actividad agraria. «Nosotros, a partir de la chacra, hemos podido tener otro
tipo de negocios: ahora hay agricultores que siembran flores y las llevan a
vender a Piura; muchos tienen sus ferreterías, sus tiendas, casas comerciales y
diferentes negocios que poco a poco los van ampliando», señala Francisco Ojeda,
agricultor y dirigente del valle de San Lorenzo.
El
ingeniero Ángel Gamarra, presidente de la Asociación de Productores de Mango,
destaca que a casi cincuenta años del inicio de la colonización, «Tambogrande
es una zona emergente, con hoteles, restaurantes, tiendas. Se ve mucha
inversión, mucho movimiento. Hay mejoras notables en cuanto a generación de
empleo, vías de acceso, etc.».
La unión
hace la fuerza
El
informe de evaluación de impacto realizado en 1982 por el Banco Mundial señala
entre sus hallazgos que «la característica más llamativa del proyecto fue el
establecimiento de organizaciones de productores fuertes y eficientes. Estas
organizaciones de agricultores fueron capaces de organizarse, para hacer frente
a las crecientes dificultades y para mantener niveles satisfactorios de vida y
seguridad para todos los colonos».
A lo
largo de estos cincuenta años los agricultores han mantenido el espíritu
asociativo que les permite obtener mejores precios para sus productos, desde la
ya célebre Asociación de Colonos de San Lorenzo, pasando por las cooperativas
agrarias de producción, hasta las actuales asociaciones de productores. Hay,
incluso, experiencias de asociaciones que han logrado instalar miniplantas de
procesamiento de mangos. Esta unión de los agricultores les permitió en 2002
expulsar a la compañía minera Manhattan, que pretendía explotar la mina de oro
ubicada en pleno corazón del valle.
Pero no
todo ha sido color de rosa en este tiempo. A los recientes problemas de
rentabilidad se suma la nula investigación y extensión agraria por parte del
Estado. Desde 1976, en que se terminaron las obras del proyecto, se dejaron de
lado las investigaciones de nuevos cultivos, e incluso la estación experimental
que se instaló en el valle ha dejado de funcionar. Y si bien los colonos han
conseguido adecuarse a la Ley General de Recursos Hídricos y convertirse en una
de las juntas de usuarios más organizadas del país, han sido pocos los
esfuerzos que se han hecho por mantener en buen estado la infraestructura mayor
del sistema de riego. En la actualidad subsisten serios problemas de
salinización de los suelos, provocados por una deficiente infraestructura de
drenaje.
El
ingeniero Seminario resume de esta manera el cambio en la vida de varios de los
colonos que llegaron a San Lorenzo: «El salto de una persona que vivía criando
cabras en el monte, en zonas que solo tenían algo de vegetación, en una
economía totalmente marginal, y que de pronto se convierte en propietario de un
terreno y con un equipo inmenso de profesionales alrededor de él, simplemente
lo convierte en otra persona».
La
convocatoria para la subasta de tierras en Olmos (Lambayeque) se realizará
entre finales de noviembre y comienzos de diciembre. Se trata de 38 mil ha que
estarán, en el mejor de los casos, en manos de cuarenta personas o empresas, un
número que dista mucho de los 1,300 colonos que hace cincuenta años llegaron a
ocupar las 20 mil ha de la Irrigación San Lorenzo; agricultores que, a pesar de
las dificultades mencionadas, consiguieron ganarle terreno al desierto piurano
y convertirlo en uno de los valles más productivos del Perú
El reto de los nuevos
colonos
La de
ahora es ya la segunda generación de agricultores en San Lorenzo, hijos e hijas
de colonos que siguen apostando por la pequeña y mediana agricultura en el
valle. Los tiempos ya no son los mismos y deben adecuarse a los desafíos de un
modelo que privilegia la gran agricultura. Por ello, y en alianza con la
empresa privada, se viene promoviendo la siembra de nuevos cultivos, como la
vid, que está dando buenos resultados e ingresos para el agricultor mediano, y
obligando a que los pequeños se asocien a una cadena productiva a fin de
acceder a préstamos del sistema financiero. El precio actual, de US$1.40 por
kilo de la variedad Red Globe, la convierte en un cultivo altamente rentable.
A ello se
suma la iniciativa de los productores de trabajar con cultivos intercalados,
como las menestras (especialmente el frijol Castilla), y con cultivos
asociados, como el cacao. Además, se está promoviendo un manejo técnico del
cultivo de mango, introduciendo nuevas variedades y virando a los mangos del
tipo amarillo, originarios de la India, que están entrando muy fuerte en el
mercado internacional y que son tempraneros, lo cual permitiría lograr mejores
precios.
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