jueves, 28 de febrero de 2013

Escenario actual y propuestas sobre Seguridad Ciudadana en el Perú IDL-Seguridad Ciudadana


Esta semana y, la anterior, han sido claves para analizar y plantear propuestas sobre cómo se enfrenta la seguridad ciudadana en el Perú. Mientras el Presidente del Consejo de Ministros y el responsable del sector interior inauguraban un plan de seguridad en Trujillo, en Lima los delincuentes parecían ponerse de acuerdo y arremetían con todo: robo y muerte de Félix Gonzáles en la notaría Paino, asesinato de Luis Choy, fotógrafo de El Comercio, muerte del suboficial PNP Cipriano Padilla en un asalto a una pollería, por mencionar sólo los casos que más repercusión han tenido.

Frente a estos hechos, la respuesta del gobierno no ha sido la adecuada. Ha oscilado entre minimizar el asunto, retomar el fallido discurso de mano dura, difundir algunos de sus avances, anunciar la salida de más policías a las calles, etc. Inclusive el gobierno se ha enfrascado en un debate intrascendente sobre si efectivos persiguieron o no a los delincuentes hicieron lo suyo en las narices de dos dependencias policiales.

En esta coyuntura es necesario plantear algunas ideas sobre cómo salir del momento crítico en el sector interior, a fin de que se corrija el rumbo en un tema que toca una fibra neurálgica de nuestra sociedad. No por nada la población considera que el principal problema del país es la delincuencia (35.9), acompañada de cerca por la falta de seguridad ciudadana (18.0) (INEI febrero de 2013).

En primer lugar, debemos cuidar que discursos populistas de mano dura –como el de pena de muerte, prisión perpetua, rebaja de la edad, etc.– se impongan, puesto que no resuelven el problema de fondo. Son simplemente un guiño a la tribuna, sin ninguna efectividad comprobada.

En segundo lugar, es preciso que se enfrente un problema que pone en jaque a muchas instituciones de nuestro país: la corrupción y la falta de liderazgo. Inclusive algunos especialistas hablan de sanar a la Policía Nacional. Para que la policía combata frontalmente la delincuencia debe contar con líderes preparados para ello y dispuestos a dar el ejemplo. Partiendo de esa premisa, no es posible entender cómo el director de la Policía Nacional, Raúl Salazar, se mantiene en el cargo, luego de haber participado en la tristemente célebre cena en las Brujas de Cachiche, que terminó con la renuncia del vicepresidente de la República y su suspensión congresal. La remoción de Salazar cae de madura, hace rato.

Por otra parte, enfrentar el problema de la seguridad ciudadana implica un pacto de Estado, donde no sólo esté involucrado el sector interior, sino también otros ministerios como Educación, Inclusión Social, Justicia, pero también el Poder Judicial, el Ministerio Público, INPE, PNP, etc. La reunión llevada a cabo el 24 de febrero por algunos de estos actores, debe dar paso precisamente a una política de Estado integrada.

En cuarto término, urge mejorar la ejecución presupuestal del Ministerio del Interior y la Policía Nacional. Obviamente esto va de la mano con un trabajo intenso para evitar la corrupción en las compras. No es posible que de acuerdo a los reportes disponibles, al tercer trimestre del año pasado, el Ministerio del Interior solo haya ejecutado el 12.4% de su presupuesto de inversión y que se haya proyectado para fines del año pasado gastar únicamente la mitad del presupuesto. La ineficiencia en el gasto es una de las trabas más saltantes para provisionar mejor a nuestra PNP.

Además de eso, enfrentar la delincuencia requiere de que los oficiales más capaces estén en los puestos correctos, además de adecuadamente distribuidos. Ahí el problema muestra puntas de iceberg: i) los ascensos frenados a fines del año pasado; ii) la reciente rotación de policías; y, iii) la distribución en Lima y Callao de los efectivos y recursos policiales. Lo primero ha sido reseñado con detalle por IDL-Reporteros en el artículo Intrigas de fin de año. Sobre los recientes cambios hay más de un ejemplo de policías que se encontraban haciendo su trabajo correctamente, conectados con la población y consiguiendo resultados. Tal es el caso del comandante Bonilla, captor de Abimael Guzmán como parte del GEIN, que va a ser rotado de una comisaría en el Callao al CEOPOL a contestar el teléfono 105. Similar suerte corrió el comisario de Ciudad y Campo en el Rimac, que va a inspectoría de Huánuco, el comisario de La Ensenada, el comisario de Túpac Amaru en Comas. Ellos cuentan con el apoyo de los vecinos de sus localidades, quienes han firmado memoriales exigiendo que el comisario se quede en su localidad. En un contexto de gran desconfianza en la policía nacional, estos son casos de lo inverso: la población exigiendo que el buen policía se quede con ellos. ¿Con cambios como esos se busca enfrentar mejor la delincuencia? La otra punta del iceberg es la distribución de efectivos y recursos policiales, que reproduce las desigualdades de la sociedad peruana, y que tiene como consecuencia que distritos como Pachacamac, Ate o Santa Anita, un efectivo policial cuide a alrededor de 2500 ciudadanos.

En sexto lugar, la lucha contra el crimen organizado amerita repotenciar las capacidades personales e institucionales, en dependencias como la DIRINCRI. Sin duda, el incremento de los sueldos de la policía y el mayor equipamiento son medidas positivas, pero se deben avanzar más decididamente, para estar a la altura de las circunstancias.

Finalmente, las políticas y propuestas que surjan sobre seguridad ciudadana tienen que tener en cuenta dos elementos centrales. El primero, que la mayor parte de los ilícitos que se comenten en el Perú –y que generan elevada sensación de inseguridad– no son grandes asaltos ni asesinatos, como los ocurridos en estas semanas, sino los robos menores, hurtos, violencia familiar, etc. es decir ilícitos conocidos como faltas. Por lo que hay que construir un sistema efectivo de prevención y sanción de faltas. Lo segundo es que cualquier política exitosa debe considerar a los tres actores, que conforman los tres soportes de la lucha contra la delincuencia: gobierno local (serenazgo), PNP (comisaría y policía) y los vecinos (Juntas Vecinales).

Estas son algunas ideas para enfrentar de manera seria y adecuada el problema de la inseguridad. Sin duda, la captura de uno de los delincuentes que atacaron a la Notaría Paino ayudará a combatir la percepción, pero no resuelve problemas de fondo (esperamos además que la detención no sea un caso más de chivo expiatorio, lo cual sería gravísimo). Para enfrentar las falencias de fondo se necesita el pleno compromiso de las máximas autoridades, compromiso que exigimos.

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