miércoles, 30 de enero de 2013

¿DEBEMOS CONSULTAR QUIÉN QUIERE SEGUIR SIENDO POBRES?


Por: Guillermo Vidalón del Pino

La pregunta resulta pertinente cuando el Estado termina por abdicar a su rol constitucional y deja a la inmensa mayoría de ciudadanos a merced de quienes demandan todo de él, pero sin preguntarse cómo es que el Estado podría cumplir con sus principales funciones si no propicia y fomenta el crecimiento económico.

La primera obligación constitucional del Estado es la defensa de la persona humana, por eso es que, en concordancia con el artículo primero de la Constitución del Estado, el artículo 58 señala que “La iniciativa privada es libre. Se ejerce en una economía social de mercado. Bajo este régimen, orienta el desarrollo del país y actúa principalmente en las áreas de promoción de empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e infraestructura.”

Así mismo, la primera función del Estado es preservar a la persona humana, dejándola en libertad para expandirse lo más que pueda dentro del espacio de legitimidad que las leyes le confieren, propiciando así la competencia de unos ciudadanos con otros, de manera individual o conjunta, y es en estos términos en los que el Estado “orienta el desarrollo del país”.

¿Cómo lo hace? Estimulando “la creación de la riqueza” (art. 59). Entonces me pregunto ¿podrá el Estado peruano estimular la creación de la riqueza si permite que se le cierren las puertas a la inversión?; porque a la fecha, el registro de oposición violenta a proyectos de inversión atraviesa casi todas las actividades económicas.

Por ejemplo, es conocido que desde diferentes instancias de gobierno se obstaculiza o dilata el otorgamiento de licencias de construcción, de buena pro, de aprobaciones de Estudios de Impacto Ambiental, etc. Recordemos que hace pocos años, en Lima, un grupo de vecinos del distrito de San Borja se opuso a la construcción de la nueva sede del hospital del Niño. Las autoridades cumplieron su rol orientador y, al margen de la opinión contraria de alguien o algunos, el Estado hizo primar el interés común y la obra prosiguió.

¿Cuál será el interés común? La defensa de la persona humana, pero –en el caso extremo- ¿deberíamos asociar la voluntad del enajenado o del esquizofrénico con el interés común?, claro que no. Que un enfermo tenga derechos consustanciales a su condición humana no quiere decir que se le deba hacer caso. Un médico, en cumplimiento de su rol orientador, asesorará a la familia prescribiendo qué es lo más adecuado en cada caso.

Igualmente, las autoridades de gobierno tienen la obligación de orientar a los ciudadanos sobre todo aquello que el gobierno constitucionalmente establecido considera que constituyen sus lineamientos de política de Estado. Si los ciudadanos no aprendemos a respetar las decisiones de la autoridad –hayamos o no votado por ellas-, el ejercicio democrático que se ejerce por medio de los procesos electorales no genera consecuencias; por lo tanto, no se internaliza ni se produce un proceso de aprendizaje por el cual el ciudadano se hace responsable de su elección.

En lo referente al estímulo para la creación de la riqueza por parte de los ciudadanos, es lógico imaginar que la autoridad central debe empezar su acción orientadora alineando las diferentes instancias del Estado en función a su decisión política.

Hasta donde sabemos, la decisión política es promover la inclusión y, en concordancia con la Constitución, debe hacerse en las áreas de “empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e infraestructura.” No obstante, es menester preguntarse, ¿cómo es que el Estado podría promover dichas áreas si al mismo tiempo se obstaculiza la inversión que genera empleo productivo y de calidad?

Si un Estado dificulta o tolera que algunos ciudadanos le obstaculicen el contar con mayores recursos económicos, al impedir que éste promueva la puesta en valor de sus recursos naturales, lo que se está tolerando es el atentado contra el “bien común”, pues se postergarán o se hará imposible financiar los programas de inclusión social propuestos por la actual administración gubernamental.

Cuando se reclama al Estado y a los poderes del mismo que cumplan con su rol orientador del desarrollo del país, lo que esperan los agentes económicos es que desde la cúspide del Estado se envíen mensajes institucionales a la ciudadanía.

El país requiere un norte, fomentar cohesión social con relación a determinados temas. Ya lo hemos conseguido respecto de la demanda de límites marítimos ante la Corte Internacional de La Haya; sea cual fuere el resultado, éste será respetado. Algo similar debemos alcanzar respecto de nuestras principales ventajas comparativas.

Ser conscientes de nuestra ubicación geográfica en la parte central de las orillas del océano Pacífico en el continente Sudamericano, por lo tanto, estamos localizados en una zona privilegiada para captar el tráfico aéreo y marítimo de este lado del mundo.

Ser conscientes de que la cordillera de los Andes ofrece enormes caídas de agua, potenciales generadoras de energía eléctrica renovable, así como oportunidad para construir grandes represas de agua que garantizan su disponibilidad en tiempos de sequía.

Ser conscientes de que la minería se ha constituido en una oportunidad única y trascendente para financiar nuestro desarrollo presente y garantizar la expansión futura de nuestras próximas generaciones, potenciando el conocimiento científico tecnológico, lo único verdaderamente sostenible. Se espera que en el presente año se inviertan más de diez mil millones de dólares en exploraciones, ampliaciones y desarrollos de nuevos proyectos.

Ser conscientes de que la Amazonía nos ofrece un bosque que debemos aprovechar y administrar convenientemente para garantizar su sostenibilidad. Ser conscientes que la biodiversidad aún es un campo por explorar para conocer y aprender de las culturas originarias que forman parte de nuestra diversidad cultural.

Ser conscientes de que el legado histórico de nuestros antepasados debemos cuidarlo, rescatarlo y ponerlo en valor para aprender de él y motivar que otros ciudadanos del mundo lo conozcan, pero también reconocer la dimensión de su potencialidad. La inversión en este sector no alcanza a los tres mil millones de dólares.

Todavía hay muchas cosas de las cuales todos debemos empezar a ser conscientes antes de consultar si queremos seguir siendo pobres o si queremos cambiar esa situación en la que aún se encuentra un gran número de compatriotas.

Muchas gracias por leerme. Se autoriza su reproducción (siempre que se respete la autoría del mismo) para que más peruanos seamos conscientes de la importancia de la minería en el proceso de desarrollo y generación de bienestar en el Perú.

Saludos,

Guillermo Vidalón del Pino
Superintendente de Relaciones Públicas
Southern Peru Copper Corporation
Telf. 512 0440 Axo. 3212
Av. Caminos del Inca 171
Surco, Lima 33




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