El Fospoli tiene mucho
dinero y efectúa compras costosas. Pero los casi 300 pacientes de diálisis en
el Hospital de Policía tienen que comprar y llevar todos los insumos, hasta las
agujas, si quieren ser atendidos. Es decir, si quieren seguir viviendo.
Por Esteban
Valle Riestra
Tres veces por
semana, el viejo coronel que en el pasado fuera terror de criminales, sale de casa antes de
rayar el alba. A lo largo de una vida hazañosa pero frustrante, en la que llegó
a descubrir laboratorios de cocaína hasta en un colegio de monjas e investigó
sin vacilaciones a Montesinos en el caso Villa Coca, el coronel ganó la
admiración de los policías honestos, el miedo de los corruptos y el destino de
terminar, desafiante, su carrera cuando Montesinos llegó al poder.
Los años no le
debilitaron el carácter pero sí el cuerpo. Desde hace cinco años, con los
riñones paralizados, el coronel PNP (r) Víctor Cancino debe someterse a una
diálisis interdiaria en el Hospital Central de la Policía. Llega poco antes de
las 6 a.m. con una galonera en la mano, guantes, agujas y remedios que él no
debería haber comprado, pero que tiene que hacer si quiere seguir viviendo.
Cancino no ha perdido
la capacidad de indignarse y cuando, al llegar ve de nuevo a los otros
pacientes formados con galoneras y con guantes, siente y dice que está viendo
otra vez las consecuencias de una sostenida corrupción.
Centro de diálisis del Hospital de Policía. (Foto: IDL-Reporteros/Esteban Valle Riestra) |
Lunes, 6am. Los pacientes con insuficiencia renal entran a la
envejecida sala de la unidad de hemodiálisis del Hospital Central de la Policía
Nacional con los ojos vencidos y el cuerpo agotado. Empiezan por pesarse en la
balanza y llenar los papeles de rigor. Mientras, sus familiares les acomodan
las sábanas y almohadas que trajeron para hacer más cómodo el sitio donde
conectarán las venas a la máquina que limpiará su sangre. Sin prisa, y algunos
con dificultad, se posan sobre los deteriorados asientos y comienzan las 3
horas y media del fatigante tratamiento que les permite vivir unos días más.
En aquella sala de
diálisis coinciden coroneles, comandantes, personal subalterno y sus familiares
cercanos. Sin embargo, todos, sin distinción de rango o parentesco, traen
consigo una serie de insumos químicos, instrumentos médicos y hasta productos
de limpieza para las máquinas de diálisis: saben que el hospital no los
proporciona, y que si quieren atenderse deben obligatoriamente entregarlos al
personal que los atiende.
Eso es una
anormalidad. El tratamiento de diálisis debería de ser totalmente gratuito para
los 290 pacientes que registra la sala, pagado con parte pequeña de los 110 millones de
soles que el Estado asigna al Fondo de Salud Policial – FOSPOLI.
Pero en los hechos, el hospital les obliga a comprar estos insumos. IDL-Reporteros pudo
comprobar que un cartel en la puerta de la sala de espera avisa a los pacientes
de los cinco turnos que el hospital no cuenta con la solución ácida, Dialifex
HD, insumo imprescindible para la diálisis.
“Estamos desde
diciembre sin los ácidos”, cuenta uno de los familiares de los pacientes. Además
del ácido llevan 5 pares de guantes para los auxiliares de la sala; en
ocasiones deben traer también líneas de transfusión sanguínea y el
anticoagulante ‘heparina’. “El
desabastecimiento aquí es permanente. Si no falta una cosa, falta otra”.
En su despacho de
Córpac,
rodeado de los
directivos de FOSPOLI y de la Dirección de Sanidad de la PNP, el director
general de la Policía Nacional, general PNP Raúl Salazar, (que
durante los años 2010 y 2011, fue presidente de FOSPOLI) sostuvo a IDL-Reporteros que el
Fondo hace los esfuerzos necesarios para proveer al hospital de todos los
insumos que precisa.
Sobre el
desabastecimiento en la unidad de hemodiálisis, el comandante PNP Jorge
Maldonado, asesor legal de FOSPOLI, consideró que se trataba de un caso menor
en comparación a la demanda de medicamentos de los 852 mil beneficiarios del
FOSPOLI. “Estadísticamente
estamos cubriendo al 100% de pacientes”, afirmó.
Los 290 pacientes de
hemodiálisis se sentirán sin duda reconfortados de saber que para el comandante
Maldonado ellos son un cero estadístico.
Como afirmaron los
pacientes entrevistados, los laboratorios tampoco cuentan con los reactivos
necesarios para realizar los análisis que mes a mes tienen que presentar para
medir su evolución. A su vez, según señalaron familiares de pacientes con
cáncer, en la unidad de quimioterapia no hay una provisión regular de las
costosas medicinas que requieren.
Los familiares de los
pacientes de hemodiálisis han reclamado en distintas ocasiones. En Julio del
2012 aparecieron ante las cámaras de RPP denunciando el desabastecimiento. “Atendieron nuestro pedido en aquella
ocasión, pero se ha vuelto a recaer”, afirmó Rebeca Ortíz, familiar
de un paciente.
Para el general
Salazar y los presentes en la reunión en su despacho, la falta de insumos sería
un problema de “plazos y
términos” impuestos por la normativa de contrataciones del Estado.
Los procesos burocráticos y tiempos de ejecución les impedirían llenar sus
almacenes a tiempo, manifestó el gerente general de FOSPLI, Luis Jiménez. “La ley está hecha para comprar
muebles, sillas, no medicinas”, agregó el comandante Maldonado,
para quien la culpa la tienen los procedimientos.
El general Salazar
puntualiza que durante su gestión como presidente del Fospoli (de 2010 hasta
agosto de 2011), logró ejecutar hasta el 97,04% de su presupuesto. Sin embargo,
en septiembre del 2010, una consultoría externa realizada por la OMS
(Organización Mundial de la Salud) a FOSPOLI reveló que el nivel de
desabastecimiento del hospital llegaba a un 70%.
“No deberían esperar
a que se acabe el ácido para recién comprar”, replica Berta
Zamudio, quien desde hace nueve meses acompaña a su esposo a realizarse el
tratamiento. Cada galón de ácido le cuesta S/.10, S/.5 los cinco guantes, la
heparina usualmente S/.15, lo cual representa un gasto mensual para los
pacientes que se atienden 3 veces por semana de S/.360. “Nosotros podemos cubrir los
medicamentos un día, pero este es un gasto interdiario”.
Muchos de
los pacientes compran los insumos al por mayor en las galerías comerciales del
centro de Lima, donde los consiguen a mitad de precio y usualmente robados de
alguna institución, como lo evidencian los guantes con el sello de la Marina
que llevó uno de ellos y que nos permitió fotografiar. (Ver imagen).
No
obstante para el general Salazar, el desabastecimiento de medicinas no
respondería a la incapacidad de sus gestores. “Tenemos una población de
salud hiperdemandante que se ha acostumbrada a no pagar nada”, sostuvo. El
Director de Sanidad de la PNP, el general médico Prado Maggia, estuvo de
acuerdo con su general: “Reclaman cuando hacen falta las cosas… en otros
hospitales de las Fuerzas Armadas no lo hacen”.
“¿Somos
pacientes demandantes? ¡Entonces, para qué creen que está el presupuesto!”, se indigna el coronel Víctor
Cancino y sostiene que el asunto ya no es administrativo sino uno de
corrupción: “La fiscalía tiene que entrar a destapar la olla, nada más”.
El Fondo de Salud de la Policía Nacional (FOSPOLI)
es un fondo asistencial con 852 mil afiliados cuya función principal es
adquirir todos los implementos e insumos médicos que requiere el sistema de
salud de la insitución.
Este fondo recibe anualmente del Estado un
presupuesto de 110 millones de soles, establecido en base al 6% del sueldo del
personal policial. Su administración está a cargo de un directorio y una
gerencia general, los cuales dependen orgánicamente de la Dirección General de
la PNP.
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